Parar para mirar

Este «Justin Trudeau» de Kepa Garraza se puede ver en el Espacio Marzana.
Este «Justin Trudeau» de Kepa Garraza se puede ver en el Espacio Marzana.

En ocasiones conviene repasar nuestros procesos internos cuando nos encontramos frente a una imagen. Intentar desgranar cuáles son los mecanismos que se disparan en nuestro cerebro. Por un lado, dependerá del espacio o el contexto en donde encontremos el estímulo. Variará completamente nuestra percepción si lo que miramos está en la pantalla del teléfono, en una marquesina, en el lateral de un autobús o en un marco con cristal. Por otro, si somos capaces de identificar aquello que se nos presenta. Si reconocemos formas y colores y lo asociamos con una cara, un paisaje o un objeto. Y, por último, si reconocemos esa forma como familiar, como un personaje conocido o un lugar cercano. En el caso de que nos enfrentemos a algo que no identificamos, nuestro cerebro siempre será capaz de encontrarle un parecido. Donde hay manchas veremos un cielo, un fondo marino o cualquier otro escenario que podamos imaginar. Siempre entornando los ojos ante cualquier otra interpretación posible, como esos famosos libros cuyas imágenes abstractas encerraban figuras en tres dimensiones que surgían tras unos minutos de concentración. Todo depende, en cierto modo, de una cuestión de tiempo. Del esfuerzo que dediquemos a esta acción.

El consumo rápido parece más que suficiente para los estímulos cuya primera impresión es capaz de saciar nuestra curiosidad. La observación más activa requerirá de pausa y de dejar fluir las conexiones mentales que tengan que suceder. Nuestra posición ante el arte contemporáneo es exactamente igual. Es nuestra propia actitud como público, la que determinará el nivel de implicación ante lo que se nos ofrece. Será nuestro interés el que termine por definir la relación con una pieza y el diálogo que queramos mantener con ella. Si bien son muchos los factores que condicionan este momento (arquitectónicos, comisariales e incluso culturales) es importante entender nuestro rol como un elemento determinante: nuestra mirada tiene la capacidad de activar.

Siendo fiel a la tradición fotográfica de la capital alavesa, el certamen Viphoto del pasado 2019 programó un taller de la mano de  Altura Projects (Alejandro Marote e Iñaki Domingo). De aquellas dinámicas ha surgido un proyecto que meses después se presentó en las  paredes de la Fundación Vital bajo el título “Exposición RE”. El pasado 17 de noviembre fue la fecha de inicio de esta muestra colectiva en la que el alumnado de dicho taller ha desarrollado una serie de trabajos que podremos visitar hasta el 10 de diciembre. A pesar del poco plazo que permanece abierta, son varios los alicientes que nos brinda para su visita. Es una buena oportunidad de poder valorar procesos creativos que han tenido un punto de partida común hasta llegar a una etapa en la que todo lo trabajado adquiere forma expositiva. El elenco está formado por Ana Padró Asier Aguinaco, David Guerrero, Elena de la Rua Jabi Soto Madrazo, Javier de Reparaz,  Josean Pablos, Joxean Olazagoitia, Manuel Vázquez y Yone Estivariz y la sala de la Calle Postas de Gasteiz es el escenario.

La siempre sugerente programación del Espacio Marzana de Bilbo nos ofrece hasta el 8 de enero, la posibilidad de acercarnos a “Propaganda” del artista vizcaino Kepa Garraza (Berango, 1979). Lo primero que llama la atención de su trabajo, es la inapelable destreza técnica del carboncillo sobre el papel. Una representación casi fotográfica cuyo tamaño nos hará dudar de la veracidad de la misma, pensando en estrategias de impresión digital. Sin embargo, en esta fortaleza reside el peligro. No conviene ensimismarse demasiado ante la técnica pues podremos perder el interesante trabajo conceptual propuesto. Una invitación a una mirada crítica ante las formas de representación de poder. El blanco y negro de sus dibujos y el trabajo gestual que hay detrás de cada uno, podría entenderse ya como un acto crítico y político. Un desmenuzamiento de la imagen hasta recomponerla. Una traducción entre los códigos de la publicidad y del arte y una pausa, la del artista que trabaja cada una de ellas, que nos invita a reflexionar a través de su proyecto.