Los «cinco frugales» cogen más peso en la UE con el pacto presupuestario
Los dirigentes políticos de Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia no comparten el mismo color ideológico –el espectro va desde el populismo de derechas hasta la socialdemocracia nórdica– pero han unido fuerzas en la negociación del presupuesto y el fondo de recuperación de la UE.
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés) ha realizado un estudio, en base a encuestas, sobre cuáles son las reacciones que ha provocado la negociación del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027 en los denominados “países frugales” –término que encuentra sinónimos dispares, desde “ahorradores” hasta “tacaños”, según lo definan sus defensores o sus detractores–.
Los “cinco frugales” son Austria, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Finlandia. Curiosamente, estos han visto aumentar su peso en el seno de la Unión debido al Brexit, ya que hasta que Londres optó por tomar el camino de salida, esta solía ser la capital más reacia a consensuar las aportaciones al presupuesto común y su reparto. Y ha dejado un hueco que otras han ocupado sin pensárselo dos veces, especialmente La Haya y Viena.
Los cinco son contribuyentes natos; es decir, aportan a la caja común más de lo que reciben. En el insólito contexto creado por la pandemia del coronavirus, sus aportaciones serán todavía mayores debido a que al presupuesto plurianual se ha sumado la creación de un fondo especial de recuperación. Por ello, el tira y afloja que se ha observado a lo largo de todo este año ha sido más relevante de lo habitual, y ha transcendido más a la opinión pública.
De febrero a octubre
La posición de los mandatarios de estos países había quedado clara desde el principio (aunque Finlandia tardó en alinearse junto a los otros cuatro) y llegaron a plasmar su consenso en una especie de manifiesto conjunto, publicado en febrero en forma de artículo de opinión en el “Financial Times”. Entonces, cuando la negociación se limitaba a las cuentas habituales de la Unión puesto que el covid-19 aún no había golpeado de lleno a la economía europea, ya reclamaban «un sistema de correcciones permanente para proteger a los estados individuales de tener que soportar cargas presupuestarias excesivas».
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores sondeó en octubre a la opinión pública de estos países para conocer hasta qué grado la ciudadanía de cada uno de ellos apoya la estrategia adoptada por sus respectivos gobiernos. El nombre de este organismo no debe llevar a engaño, ya que no se trata de un ente ligado a las instituciones de la Unión Europea, sino un grupo de expertos que tiene como objetivo realizar «investigaciones independientes de vanguardia sobre la política exterior y de seguridad europea».
«Creamos coaliciones para el cambio a nivel europeo y promovemos un debate informado sobre el papel de Europa en el mundo». Así se presentan en su web, en la que se ofrece el currículum de la veintena de personas que integran su liderazgo, entre quienes se hallan el español Javier Solana (que ocupó los cargos de Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y secretario general de la OTAN), la alemana Franziska Brantner (que fue portavoz de Política Europea y secretaria del grupo parlamentario Alianza 90/Los Verdes) o el ex primer ministro sueco Carl Bildt (conservador).
Según afirman distintas fuentes, el principal patrocinador de este think thank no es otro que George Soros, el multimillonario húngaro-estadounidense que, a través de sus fundaciones, interviene activamente en «causas relacionadas con la educación, la salud pública y los derechos humanos», y que a menudo aparece implicado en polémicas políticas.
El sesgo “independiente” del ECFR le permite utilizar expresiones más directas que las que habitualmente se leen en los informes oficiales de la UE sobre temas espinosos o, sencillamente, «recomendaciones» explícitas en un tono que no es muy diplomático. Así, en las conclusiones de este estudio, advierte a los líderes de los cinco frugales de que, «dado el delicado equilibrio de la opinión pública nacional sobre la relación con la UE, no pueden permitirse caer en la trampa británica de culpar a Bruselas de todo lo que es difícil de tragar en casa».
El ECFR considera que los gobiernos de los países frugales «deben continuar imponiéndose» en el Consejo de la UE (en las cumbres que reúnen a los gobiernos) «y, una vez que el Consejo ha tomado una decisión, deben asumir la responsabilidad colectiva al respecto».
En caso contario, vaticina que aumentarán «las preocupaciones internas sobre la disminución de la influencia de su país y el escepticismo sobre si hay un lugar para él en la UE actual». «Dicho esto –añade el informe–, también deben tener cuidado de no dar a los votantes la impresión de que pueden cambiar profundamente la UE, porque no pueden. En la UE, el cambio es dolorosamente lento y los líderes de los países frugales deben explicar cuidadosamente a su opinión pública que esta es la naturaleza de la bestia».
Es más, afirma que para los líderes políticos de estos países «la etiqueta de ‘frugal’ ya no es tácticamente útil ahora que se ha concluido el fondo de recuperación. El sentimiento público les brinda la oportunidad de reposicionarse como motor de la transformación de la UE».
«Los cinco transformadores»
Esa es la idea fuerza que quiere transmitir el grupo de expertos del ECFR y lo hace desde el encabezamiento del documento: “Los cinco transformadores: un nuevo papel de los Estados frugales tras el acuerdo de recuperación de la UE”. Y marcan los pasos para obtener ese nuevo rol: «Pueden hacerlo centrándose en cómo los estados miembros gastan los fondos de la UE y construyendo el tipo de UE que sus votantes quieren ver».
De las respuestas obtenidas en las encuestas realizadas entre la ciudadanía de los cinco frugales y las de Alemania, Estado francés y Polonia –estas tres últimas utilizadas como piedra de toque para comprobar si las primeras son particulares respecto al conjunto de la UE– extraen la conclusión de que no son tantos cómo se podía esperar quienes consideran que la Unión gasta mucho dinero o que no defienden los intereses de sus respectivos países.
Aunque consideran que el acuerdo sobre el paquete de recuperación «está lejos de ser ideal», la encuesta indica que comprenden la necesidad de un compromiso entre los 27 y que los beneficios de ser miembro de la UE superan sus costos. «De hecho, su apreciación de la contribución de la UE en algunos ámbitos políticos –desde el fortalecimiento del mercado único y el Estado de derecho hasta la cooperación en materia de seguridad y terrorismo (...)– sugiere que tienen apetito de más Europa», afirma el ECFR.
Otra narrativa sobre el despilfarro y la corrupción
Como se observa en los gráficos adjuntos, los votantes de los países frugales parecen querer, en su mayoría, «que sus gobiernos se alejen de la lucha por un mayor gasto y se centren en el despilfarro financiero y la corrupción». Eso concluyen los expertos del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores que, dirigiéndose a los jefes de gobierno de esos Estados, comentan que «podrían, como mínimo, discutir este tema con sus votantes de una manera más sofisticada: especificando cuánta corrupción hay realmente en la UE, qué países la padecen, quién es responsable de ella y qué puede hacerse al respecto».
Por ejemplo, indican que los informes anuales del Tribunal de Cuentas Europeo «rara vez reciben atención pública en los países frugales». Como resultado de ello, «algunos votantes pueden tener la impresión de que la UE mantiene un gigantesco esquema de despilfarro y corrupción, del cual se puede culpar a los ‘eurócratas’ en Bruselas pero no se puede hacer nada más».
En el mismo sentido, indican que, «dado que los votantes de los estados frugales tienen un fuerte apego a los aspectos económicos de la Unión Europea, los líderes de estos países también deberían involucrar a los ciudadanos en una narrativa sobre la estrecha relación entre el estado de derecho, la corrupción y la vitalidad del mercado único»