El informe sobre energías renovables que hoy ha presentado Sustrai destaca que zonas de Nafarroa como Tafallaldea y Erribera «se encuentran saturadas de parques eólicos, que causan grandes impactos ambientales, en especial a la avifauna». Junto a ello, este colectivo alerta de que «sin embargo se siguen aprobando nuevas infraestructuras en esas mismas zonas, muchas de ellas situadas junto a zonas protegidas donde los daños que realizan son mayores».
La perspectiva es negativa, ya que «las previsiones a futuro indican que la presión sobre los ecosistemas seguirá en aumento, dado que la planificación de Navarra, del Estado y de Europa coinciden en ese objetivo». De este modo, el Estado prevé aprobar un plan para que en 2050 el 97% de la electricidad producida sea renovable, lo que implicará un aumento de los polígonos. «Las promotoras se encuentran en una lucha por conseguir el proyecto más grande y la mayor cantidad de puntos de enganche a la red eléctrica, algo que ha llevado al Gobierno del Estado a legislar para intentar evitar la burbuja especulativa que se está formando», constata el informe.
El documento de Sustrai pone sobre la mesa que se ha llegado a esta situación, entre otras cuestiones, porque en Nafarroa «a finales de los 90 del pasado siglo se realizó un plan energético que promocionaba la eólica, que pronto se vio superado por la cantidad de parques que habían sido aprobados, por lo que tuvo que decretarse su moratoria. En esas fechas se empezaron a construir también las centrales de Castejón, que no estaban previstas en la planificación, lo que obligó a que el siguiente plan las tuviera que justificar a posteriori. Finalmente, el plan energético actual ha planificado duplicar la cantidad de parques eólicos de Navarra, algo que a día de hoy y con las previsiones existentes, parece que ya estaría superado nuevamente».
«En la actualidad nos encontramos con un nuevo boom de los grandes proyectos renovables en Navarra propuestos y decididos por diferentes empresas, y que exceden ya las zonas que para ellos se preveían en el plan energético. Así, los eólicos pretenden rebasar la muga ‘al norte de Pamplona’: la empresa constructora Sacyr tiene intención de poner 224 MW en los montes situados al norte de la Comarca de Pamplona, la eólica Nordex Acciona otro de 49 MW en Lesaka, y finalmente la empresa Green Capital Power tendría otros cinco proyectos en cartera, con un total de 415 MW, dos de los cuales también se encontrarían ‘a la altura de Pamplona’, en las faldas de las sierras de Urbasa y Andía», advierte el informe de Sustrai.
De «huerta» a «latifundio» solar
Sustrai añade también en su informe que los grandes polígonos solares fotovoltaicos no estaban previstos en el actual plan energético de Nafarroa. Junto a ello, subraya la gran superficie que ocupan, llegando a utilizar la expresión «latifundios solares» para describirlos. «En comparación con las ’huertas solares’ de principios del presente siglo, que como mucho llegaban a las 100 Hectáreas, los actuales pretenden cubrir de placas solares extensiones de tierras de cultivo que rondan las 500 hectáreas cada proyecto. Se les podría denominar, por lo tanto, ‘latifundios solares’. Los más importantes serían el que ocuparía la ladera sur de El Perdón, y los dos previstos en la ladera norte de la misma sierra. Pero también se habla de otro gran proyecto en Peralta, y otros más pequeños en diversas localidades, sobre todo en la Zona Media y la Ribera», explica.
Asimismo, destaca que la potenciación de las renovables no viene acompaña de un cambio de modelo de consumo energético, sino que se incide en el mismo. «Mientras, en Navarra los combustibles fósiles siguen siendo la mayor parte de la energía que consumimos, en 2019 supusieron un 80% del total de la energía primaria. Y la electricidad solo supone un 20% de todo el conjunto de la energía final que consumimos. Esto nos indica que una mayor producción renovable, que es mayoritariamente en forma de electricidad, difícilmente tendrá cabida en nuestro consumo si no se realizan otro tipo de cambios en los procesos industriales, en el transporte, y en otros aspectos de la vida. De este modo, si en el pasado año exportamos un 30% de la electricidad que se produjo en Navarra, el desarrollo de estos proyectos renovables servirá tan solo para que su exportación aumente», explica.
Cambio de modelo
La etiqueta de «capitalismo verde» impulsada por diferentes gobiernos busca seguir manteniendo un modelo basado en el crecimiento perpetuo. «No es posible mantener un sistema como el actual, de perpetuo crecimiento en un planeta finito, que no permite crecer indefinidamente en el consumo de recursos naturales. Y la instalación de renovables podría suponer una disminución en el consumo de combustibles fósiles, pero un aumento en otros muchos minerales y materias primas, muchos de ellos escasos o que ya estamos llegando al límite de su explotación (cobre, plata, cobalto, cadmio, níquel…). Además, tampoco parece factible o rentable conseguir que todos los procesos industriales o de transporte puedan ser realizados exclusivamente con electricidad, fluido en el que se convierten mayoritariamente las renovables», constata.
«Este cúmulo de problemas nos llevan a la necesidad de explorar otras vías. Ante los impactos ambientales de los grandes polígonos renovables, su mitigación pasa por la utilización de esas energías de manera distribuida, en pequeñas instalaciones. Esto potencia la economía local, pero supone que no sea posible abastecernos de la misma gran cantidad de energía que utilizamos ahora en las sociedades occidentales, osea, continuar con el derroche», concluye.
«Porque la verdadera transición energética no supone un mero cambio de tecnología. La verdadera transición supone un cúmulo de cambios de carácter social que engloba cambiar los hábitos de las personas, modificar las formas en las que se ha organizado la sociedad, y sobre todo la misma esencia de la propia economía actual, el consumismo», propone.