«Lezama es el corazón y la columna vertebral del Athletic»
Dejó el club rojiblanco en enero de 2019 con la llegada a Ibaigane de la Junta Directiva presidida por Aitor Elizegi y desde el verano pasado colabora con la dirección deportiva de un Rácing de Santander que no está atravesando un buen momento después de descender la campaña anterior a Segunda B.
El técnico de Deusto (1953) habla con pasión y emoción sobre Lezama cuando se cumple el 50 aniversario de su creación. Es una de las personas clave en el desarrollo de la cantera rojiblanca.
¿Qué recuerda de la primera etapa en los setenta cuando el presidente Félix Oraa, de la mano de ‘Piru’ Gainza y otros como José Luis Garay, apuestan por dar forma al proyecto de Lezama?
Llegué al Athletic como jugador en 1973 y al principio era un lugar de entrenamiento y concentración del primer equipo con incluso una vivienda en la que residía una familia. Había tres campos en los que también entrenaban el Bilbao Athletic y los juveniles. No existía la actual estructura de categorías inferiores, pero se fue evolucionando, haciendo nuevos campos y torneos para captar jugadores.
En los ochenta fue labrándose su futuro como entrenador en equipos vizcainos, pero Lezama ya estaba dando sus primeros frutos con jugadores como Urkiaga en el Athletic campeón de Clemente.
Sí ya estaba Iñaki Saez y era un centro de formación que empezó a desarrollar una cultura para llevar jugadores al primer equipo. Además de seguir con los torneos, se había visitado la famosa escuela de Vichy en Francia para conocer su metodología y se fueron creando cinco centros de entrenamiento por toda Bizkaia conocidos como «minilezamas» para ir controlando jugadores jóvenes.
En los noventa entra en el organigrama de técnicos y después pasa al cargo de coordinador, ¿qué busca implantar además de aquel esquema del 3-4-3 del Ajax?
Al llegar de entrenador tengo como compañeros a personas del nivel de Argoitia, Koldo Agirre, Iribar, Fidel Uriarte, Sarabia, Goiko o Blas Ziarreta. Cuando Arrate me confió la coordinación de Lezama trato de mantener el nexo de unión y esa cultura de formación para proyectar jugadores al primer equipo siempre desde una idea en común. Establecimos ese sistema tras ver diferentes canteras como una forma de jugar hacia adelante y buscábamos el desarrollo de los jugadores a través de los equipos. Al mismo tiempo, alcanzamos un acuerdo con la Universidad de Deusto, creamos aulas de estudio para complementar la formación y firmamos el convenio con el Basconia para adelantar el proceso de jugadores que veíamos con proyección en juveniles.
Además del Athletic, tiene experiencia en otros equipos como Real, Eibar o Atlético de Madrid, ¿hay mucha diferencia en el modelo de canteras?
En la Real no tanto porque tiene una filosofía muy parecida a la del Athletic, al igual que el Eibar, aunque cuenta con menos recursos. A pesar de ello, empezamos a crear una metodología con gente como Iñaki Alonso, que ahora está en el Alavés B, o Fran Garagarza. En cambio en el Atlético costó instaurar esa cultura, pero con el tiempo se consiguió crear esa idea de pertenencia y de que el fútbol base tenga un por qué. Iniciamos procesos con jugadores poniéndoles en niveles superiores y así conseguimos que llegaran al primer equipo chicos como Koke, que en cadetes jugaba con juveniles y a esa edad en el B. Al final lo más importante de una cantera es generar las condiciones para que los jugadores se desarrollen. Tener como sujeto principal al jugador es la esencia de una idea formativa.
Los proyectos a largo plazo como es el del Athletic requieren de una dosis de comprensión y mucha ambición
Regresa en 2011 con Josu Urrutia, ¿qué novedades trató de introducir en esa segunda etapa?
Además de dar continuidad a lo que se hacía, intentamos llevar un desarrollo más personalizado del jugador, más individualizado. El concepto de equipo estaba presente, pero que no sea el aspecto principal. Hacíamos muchos entrenamientos específicos con esa idea e implementar también lógicamente la metodología para los entrenadores.
Recibió muchas críticas en ese periodo.
Trabajar en Lezama no es fácil, requiere un esfuerzo personal y es una responsabilidad muy grande. Es el corazón y la columna vertebral del Athletic y cuando las cosas no van bien se mira a Lezama y todo el mundo se preocupa por ese sentimiento de pertenencia que existe. A veces no nos damos cuenta de las dificultades y no valoramos lo suficiente lo que supone ganar la Supercopa, jugar tantos años en Europa o que casi el 80% del primer equipo haya pasado por Lezama. Los proyectos a largo plazo como el del Athletic requieren de una dosis de comprensión y mucha ambición.
¿Le decepcionaron las marchas de canteranos como Llorente, Laporte o Kepa?
Te llevas muchos disgustos porque lo sientes como si fuera una familia. Sabes lo que supone ver a un chico desarrollarse y llegar al primer equipo. Pero hay que entender a las personas y respetar las decisiones.
Desde fuera da la impresión de que cada vez tienen más fuerza los representantes.
La diferencia es tremenda. Antes en el Basconia todos percibían lo mismo y hoy en día es imposible. Se ha profesionalizado, hay muchas expectativas generadas y un mercado que incide con propuestas desde fuera.