Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Bárcenas, ETA y 11-M

Al maletín que se cruzaba bajo la mesa del restaurante no llegaba sino la calderilla, el sobrante, de los contratos. El premio gordo no se lo llevaba el PP, sino el empresario.

Luis Bárcenas. (J. DANAE/FOKU)
Luis Bárcenas. (J. DANAE/FOKU)

Bárcenas confiesa en su escrito a Anticorrupción que sacó 140.000 euros de la caja fuerte de su despacho para apoyar comprando acciones de “Libertad Digital”, el medio de Federico Jiménez Losantos a finales de 2004. Lo hizo porque LD simpatizaba con las ideas de PP y porque era afín –cito textualmente­– «especialmente, a las tesis de la autoría de ETA en los atentados del 11-M que tuvieron lugar unos meses antes».

Imposible no acordarse de las estrambóticas teorías del explosivo (los restos de titadine y todo aquello). Imposible no acordarse de Ángel Berrueta, de su muerte y de la Policía cargando en el velatorio. Imposible, también, no acordarse de Rodolfo Ruiz, comisario de policía de Vallecas, al que culparon de manipular las pruebas, y que cuya mujer acabó suicidándose por la presión de conspiracionistas financiados con dinero B.

Con todo, sigo pensando que el grueso del caso no está ahí. La caja fuerte del despacho de Bárcenas se llenaba con dinero en efectivo de representantes de empresas beneficiarias de suculentas concesiones públicas. Los maletines se entregaban en Génova o en algunos restaurantes de postín al propio Bárcenas y a Álvaro Lapuerta, según la última confesión del extesorero.

Es importante entender que el grueso del negocio estaba en estas concesiones públicas. Al maletín que se cruzaba bajo la mesa del restaurante no llegaba sino la calderilla, el sobrante, de los contratos. El premio gordo no se lo llevaba el PP, sino el empresario al que le acababan sobrando esos billetes. La fuga de dinero público –añado aquí un «presuntamente» pues no tengo apetito de querellas– se produce en esos contratos con: Sacyr, Azvi, Aldesa, Sedesa... Ahí habría que atajar el problema.

Que el PP usara la calderilla que acabó en su caja fuerte para alimentar la teoría de la conspiración retrata a la fauna de Génova 13, que bien podría haber usado el dinero turbio con fines filantrópicos de haber querido. Pero no quisieron.
Son, por tanto, dos escándalos distintos en cuanto a naturaleza. Uno cómo llega el dinero y otro –menor– el modo rastrero, ruin y homicida de gastarlo.