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La literatura catalana, de luto por Joan Margarit, el arquitecto de las palabras

Joan Margarit, uno de los poetas en lengua catalana más leídos de los últimos tiempos, ha fallecido este martes a consecuencia de un cáncer. Nacido y marcado por la Guerra del 36, en su obra se intercalan referencias a sentimientos como amor, deseo y dolor, la lengua o el paso del tiempo.

Joan Margarit posando en Barcelona en 2019, cuando se le concedió el premio Cervantes. (STRINGER / AFP)
Joan Margarit posando en Barcelona en 2019, cuando se le concedió el premio Cervantes. (STRINGER / AFP)

Definido como «el arquitecto de las palabras», por su formación arquitectónica, Joan Margarit nació en Sanaüja (Lleida) el 11 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil. Era hijo del arquitecto Joan Margarit y Serradell y de la maestra Trinidad Consarnau y Sabaté. Durante su niñez, las profesiones de los padres obligaron a la familia a varios cambios de domicilio (Barcelona, ​​Rubí, Figueres y Girona), y a una larga estancia en las islas Canarias, hasta que volvió para estudiar la carrera de arquitectura en Barcelona en 1956.

Todos estos recuerdos infantiles los escribiría en su libro de memorias, ‘Per tenir casa cal guanyar la guerra’, en el que escribía que «mi infancia transcurrirá bajo un gran paraguas negro de violencia y muerte. Ahora, cuando ya me queda poco para escribir, tengo el convencimiento de haberlo hecho condicionado sobre todo por la Guerra Civil y la tétrica quietud de los años de la represión. También por la forma en que me cuidaron y educaron el padre y la madre, absolutamente aterrorizados». Uno de sus poemas, dedicado a su abuela, resumía esta experiencia:

«La guerra s'ha acabat. La pau no arriba/ Rude i silenciosa cau la tarda. / Tinc quatre anys, miro l'àvia com pixa / dreta vora el camí, / obrint les cames sota les faldilles. / Cada vegada que ho recordo, sento / el raig caient amb força contra terra. / Aquella dona és qui va ensenyar-me / que l'amor és duresa i claredat, / i que sense coratge no és possible estimar. / No era literatura: no sabia llegir».

Arquitecto y catedrático de Cálculo de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona desde 1968, comenzó a escribir poesía primero en castellano, a raíz del descubrimiento durante su adolescencia en Tenerife de la poesía de Antonio Machado. No fue hasta 1980 que lo hizo en catalán, influido por su amistad con el poeta Miquel Martí i Pol.

La lengua y los premios

Entre su obra destacan en catalán títulos como: ‘L'ombra de l'altre mar’ (1980), ‘Vell malentès’ (1981, premio de la Crítica), ‘Raquel/La fosca melangia de Robinson Crusoe’ (1982), ‘El passat i la joia’ (1983), ‘Cants d'Hekatònim de Tifundis’ (1982, premio Serra d'Or), ‘L'Illa del tresor’ (1985, Flor Natural en Juegos Florales de Barcelona), ‘Mar d'hivern’ (1986, premio Carles Riba), ‘L'ordre del temps’ (1985), ‘Llum de pluja’ (1986), ‘La dona del navegant’ (1987, premio Serra d'Or), ‘Poema per a un fris’ (1987).

A estos siguieron ‘Edat roja’ (1991), ‘Els motius del llop’ (1993), ‘Aiguaforts’ (1995), ‘Estació de França’ (1999). Con ‘Joana’ (2002), una reflexión del poeta a partir de la muerte de su hija, se convirtió en un los poetas catalanes vivos más populares.

En castellano publicó ‘Crónica’ (1975) y las ediciones bilingües, escritas por el propio autor, de ‘Luz de lluvia’ (1986), ‘Edad Roja’ (1995), ‘Aguafuertes’ (1998), ‘Estació de França’ (1999), ‘Los motivos del lobo’ (2002), ‘Joana’ (2002), ‘El primer frío, poesía 1975-1995’ (2004) y ‘Cálculo de estructuras’ (2005).

En euskara, tiene publicado ‘Miserikordia etxea’, editado por la editorial Meettok y traducido por Juan Ramon Makuso.

El editor de Proa, Josep Lluch, con quien trabajó durante muchos años, ha afirmado tras conocerse el deceso, que a lo largo del tiempo fue evolucionando, con una poesía «cada vez más concisa, condensada, con poemas más sentenciosos y, por tanto, más chocantes».

Sobre la cuestión de la lengua, cuando se anunció que se le había concedido el Premio Cervantes en 2019 –el principal galardón de las letras españolas–, Margarit aseguró en rueda de prensa en Barcelona que «la poesía solo se puede escribir en la lengua materna». El poeta se remitió justamente a la historia para explicar por qué escribía en dos lenguas, asegurando irónico que se lo debía al dictador Franco «que me colocó el castellano a patadas». Sin embargo, el arquitecto y poeta aseguraba, respecto al idioma de Cervantes, que «la lengua es inocente. No la pienso devolver, y me la he quedado».