En una escueta nota, Etxerat ha informado de que las presas Maite Pedrosa Barrenetxea y Eider Pérez Aristizabal han sido trasladadas desde las prisiones de de Valencia III (a 600 kilómetros de Euskal Herria) y Algeciras (1.100 km), respectivamente, a la cárcel de Zuera (245 km).
La materialización de estos traslados ocurre apenas dos días después de que Etxerat denunciara públicamente su estancamiento y subrayara que ello generaba una «insostenible» situación de «incertidumbre y angustia» a presos y familiares.
Concretamente, la asociación apuntó que 31 presos y presas vascas esperaban desde hacía semanas, tras los correspondientes anuncios por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, ser trasladadas a su nuevo destino más cercano a su entorno y en algunos casos a cárceles de Euskal Herria. Esa cifra se elevaba hasta los 48 al añadir a esa lista de espera a quienes ya habían sido trasladados a una prisión intermedia y que estaban a la espera ser conducidos a su destino final.
En el caso de Pedrosa, el martes seguía en Alcalá, en lugar de estar en Zuera, su destino, al que sí había llegado su compañero también preso Mikel Azurmendi. Ambos tienen una hija mejor de edad.
Eider Pérez, por su parte, llevaba desde diciembre también en Alcalá a la espera de llegar a Zuera, donde ya había sido trasladado su compañero Jon Igor Solana. Ambos estaban en Algeciras y también son padre y madre de una menor de edad.
«Resulta insostenible la situación de incertidumbre y angustia que están padeciendo los presos y presas vascas, así como sus familiares, afectados, en el caso del Estado español, por la paralización de más de 40 traslados a cárceles vascas o aledañas, que se han venido anunciando semanalmente, algunos de ellos hace ya tres o hasta cuatro meses», criticó Etxerat.
Esta situación ha provocado que una veintena de padres y madres lleven meses sin ver a sus hijos e hijas, a pesar de que se había anunciado su traslado.
Etxerat también remarca que afecta a familiares de edad avanzada, que no podían realizar viajes largos para visitar a sus allegados presos y «que habían recuperado la esperanza por encontrarse más cerca».