Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Espacios del habitar

El histórico barrio de Kreuzberg, en Berlín, es actualmente un distrito dedicado al arte y a la cultura. La transformación del antiguo mercado central de flores en la Academia del Museo Judío permitió el cambio paulatino de un barrio caracterizado por las viviendas de posguerra y, en particular, por edificios construidos para la Exposición Internacional de Berlín de 1984. Guiados por el Museo Judío, una gran variedad de instituciones culturales y empresas creativas se instalaron en la zona. Varias galerías de arte, la escuela superior de diseño y centros expositivos como los de la editorial Springer Verlag, o la del periódico ‘TAZ’, han transformado la vida de este distrito berlinés en unos pocos años. La atractiva y céntrica ubicación de Kreuzberg, sin embargo, hace intuir el riesgo de una gran presión inmobiliaria que a futuro elimine la masa social dinámica, joven y popular que hoy habita el barrio, simplemente por el aumento excesivo de los alquileres.

Para intentar cambiar esa tendencia, la Administración de la capital alemana cambió la regulación de los nuevos edificios que se pudieran desarrollar con el objetivo de favorecer usos más diversos y mixtos. Se trataba, por lo tanto, de ir más allá de la mera construcción de vivienda pública, y ofrecer otras posibilidades que el libre mercado inmobiliario no aporta.

En este contexto surgió el proyecto liderado por los arquitectos ifau y Heide & von Beckerath, un edificio de viviendas, pero con la capacidad de dar soporte a un amplio espectro de residentes. Los estudios y apartamentos para artistas, las viviendas y los espacios de trabajo cooperativos, la provisión de espacio para las asociaciones sociales y vecinales o espacios para pequeñas industrias, forman parte de este nuevo modelo de edificio.

El proyecto trata así de ofrecer una combinación de unidades de vivienda y de trabajo que satisfaga las necesidades de artistas y profesionales creativos, entre otros, y que transcienda el esquema típico de un bloque residencial. Además, el precio, comparativamente bajo del solar permitió la subvención cruzada de espacios residenciales y de estudios cooperativos dentro del proyecto, que se pueden alquilar a bajo coste.

El volumen del edificio aprovecha el área máxima permitida por el plan de desarrollo local, de forma que el edificio se estructura en torno a tres núcleos de acceso horizontales conectados entre sí, que dan acceso a dos escaleras interiores. El acceso a nivel de la planta baja se realiza desde áreas exteriores verdes alrededor del edificio. Las entradas a los estudios, tipo dúplex, un jardín con interior que vertebra los servicios comunes y un sótano dan a los senderos que discurren por las áreas verdes alrededor del edificio. En definitiva, todos los espacios de la planta baja son transparentes y pueden extenderse a las áreas públicas adyacentes.

Los pequeños apartamentos orientados al sur dan a una pequeña calle interior iluminada por unos patios interiores verdes. Todos los apartamentos y estudios tienen diferentes tamaños, para ajustar el concepto espacial a las necesidades de los ocupantes; y todos cuentan con balcones generosos situados al sur y al oeste.

Un pequeño barrio. En realidad el edificio habla de diversidad y adaptabilidad. El diseño de los 66 apartamentos se detalló en cooperación con los futuros residentes mientras que las tres unidades comerciales y los 17 estudios fueron concebidos como espacios en blanco, neutros, de forma que cada futuro ocupante pueda adaptarlos a sus necesidades individuales.

Todo este sistema relativamente complejo de comunicaciones del inmueble permite por un lado articular los diferentes usos y usuarios, sin interferencias y evitando las molestias de unos respecto a otros, pero construye además un paisaje complejo que transforma el edificio en un pequeño barrio. Como remate final, la cubierta devuelve a la ciudad el suelo que el edificio ocupa en forma de terraza compartida y espacio comunitario.

Siguiendo ese principio, el edificio fue diseñado de tal manera que podría construirse de manera rentable utilizando componentes prefabricados y rematado en gran parte con un uso extensivo de materiales sostenibles. Este sistema prefabricado permite además que tanto los accesos, como las propias distribuciones sean muy flexibles, pudiendo adaptarse a posibles transformaciones, así como a adaptaciones demandadas por el cambio de usuarios en el futuro.

El proyecto se torna por lo tanto en un artefacto, en una infraestructura al servicio del barrio y de sus usuarios. En lugar de que los habitantes tengan que adaptar su vida al edificio, y sean por lo tanto esclavos de su vivienda; la casa se transforma aquí en un espacio para desarrollar la vida en todas sus facetas con total libertad.