La campaña electoral para gobernar la Comunidad de Madrid ha sufrido este viernes un giro bronco y en bloque al decidir Unidas Podemos y Más Madrid rechazar de ahora en adelante todo intercambio con Vox. La Sexta ha suspendido el debate que tenía previsto realizar el próximo lunes porque las campañas de UP y Más Madrid han anunciado que no participarán junto a Vox en nada, por lo que –tampoco iba a estar Isabel Díaz Ayuso (PP)– la cadena de televisión ha decidido dar marcha atrás con la convocatoria. Más tarde, RTVE también ha anunciado que cancela del debate previsto para el día 29 «ante la anunciada ausencia de varios candidatos y para no perjudicar la obligada proporcionalidad y neutralidad de RTVE».
Todo ello tras el escándalo ocurrido este mediodía en la Cadena SER (y televisado en vivo a través de internet), donde Pablo Iglesias se ha retirado del debate al ratificar la candidata de la ultraderecha, Rocío Monasterio, que ponía en duda la veracidad de las amenazas de muerte recibidas ayer por el exvicepresidente.
Las cuatro balas en un sobre junto a una carta amenazante que recibió Iglesias (y también el ministro del Interior y la directora de la Guardia Civil) eran el eje del comienzo del debate organizado por la SER, en el que no estaba presente la presidenta y candidata Díaz Ayuso.
Apenas comenzada su primera intervención, Iglesias ha exigido que para no retirarse de la mesa Monasterio tenía que retractarse de su puesta en duda de los hechos. Ya subiendo el tono y hasta visiblemente feliz por la situación, Monasterio ha respondido que su partido condena «todo tipo de violencia» pero ha reinterado que «ya a este Gobierno» no se le cree «nada».
«Si usted es tan valiente, levántese y váyase», ha desafiado Monasterio. Iglesias comenzaba entonces a preparar sus papeles para retirarse mientras comenzaba una discusión de alto voltaje en la que también han intervenido los candidatos Angel Gabilondo (PSOE) y Mónica García (Más Madrid). Finalmente el líder morado se ha marchado pese al intento de la moderadora y periodista Àngels Barceló, quien ha tratado de convencerlo de que se quedara.
Altiva, Monasterio ha embestido contra la propia conductora radiofónico preguntándole «¿Usted es la moderadora? Anda ahí de la manita [de Iglesias}. Anda activista», ha disparado. Más tarde, Barceló se defendería y respondería: «No soy una activista, soy una periodista y ante todo demócrata».
Con una intención inocultable de buscar reventar el debate, Monasterio no se ha retraído ni un centímetro y ha llegado al límite de la grosería con García, pidiéndole que «cambie esa cara de amargada que tiene». Le ha instado a no señalarle qué tiene que decir y qué no, en respuesta a la candidata de Más Madrid, que le había preguntado: «¿Tan mal le va en las encuestas, señora Monasterio, para tener que montar este numerito? ¿Tan mal para tener que hacer este turismo de provocación?».
Tras media hora de debate sobre la gestión de la pandemia y de las ayudas para la recuperación (sin Iglesias y sin Ayuso, que estaba con los reyes en Alcalá de Henares), García ha anunciado también su decisión de campaña: «Ustedes tienen derecho a presentar sus ideas pero no merecen estar en ninguna institución. Le han mandado balas a la casa a un compañero ¿y usted se ríe? Repudio su actitud de llevar la política de la anticonvivencia y del odio. No quiero pasar un minuto más con usted en un plató ni en ningún sitio. Pediré que no se siga con este debate».
Gabilondo también ha propuesto suspenderlo aunque no ha dicho nada con respeto a la campaña. Fuentes del PSOE madrileño responden a NAIZ que la decisión «está estudiándose». Desde Unidas Podemos y Más Madrid confirman que no se volverá a participar con Vox en ningún tipo de tertulia o encuentro. Por su parte, el candidato de Cs, Edmundo Bal, pide «no hacerle el juego a Vox» y no retirarse.
La polémica sigue en Twitter: posteando una foto junto a los reyes, Ayuso ha indicando que estaba saliendo de un acto y «viendo la polémica» para añadir que, «sin ninguna duda», condena «cualquier amenaza», como ha hecho «siempre». También Monasterio ha seguido ironizando, esta vez con una foto obtenida a escondidas de Iglesias esperando en un pasillo de la SER: «Comenzamos la campaña haciendo lo que prometimos para la legislatura: echando a Pablo Iglesias».
Los temores de Vox
Lo que ha sucedido esta tarde va de la mano con lo del miércoles del debate en Telemadrid, en el que Monasterio exhibió sus famosos carteles acusados de xenófobos y recurridos por la Fiscalía. La ultraderecha es víctima de la aspiradora de votos que viene siendo Ayuso y está estancada en las encuestas. El último CIS, de hecho, le da 0,7% menos de intención de voto que en las autonómicas de 2019. Tampoco logra captar muchos de los votos de Cs (quienes sufren un descalabro) y los de Abascal incluso empiezan a temer poder mantener los 12 escaños.
Ante la barrida de votos del PP (duplicará sus escaños o estará cerca de ello), gracias a una candidata que decidió ser la embajadora principal del trumpismo en España, Vox ve que con sus propias armas le arrebatan votos. No hay otra solución que mostrarse más a la deriva ultra: lo hicieron en el debate de Telemadrid prometiendo anular todo tipo de restricción por la pandemia y con apelaciones xenófobas a los MENA y ahora buscan al enemigo perfecto: Iglesias.
El líder de Podemos es sin duda el objeto de desprecio más emblemático del electorado de Vox y por tanto el antagonista que mejor sirve a los intereses. Seguramente no ha sido casual que horas antes del debate Monasterio pusiera en duda la veracidad de las amenazas recibidas. Pero tampoco es casual el ultimátum del candidato de UP: sabía que nunca alguien de Vox se retractaría y era claro que se acabaría retirando del debate, generando un escándalo entre políticos pocas veces visto transmitido en vivo.
Desprovisto de una lectura moral, es innegable que puede haber un rédito para un Iglesias que no mostró lo mejor de sí en el debate y que debe contrarrestar el momento consolidado de García, que es la novedad. Y también un rédito de Monasterio, que se muestra como la «verdadera ultra» detrás del fenómeno Ayuso.
¿Cómo sigue esto? Quedan nueve días de campaña y ya no habrá debates. La izquierda muestra, incluso en el escándalo de la SER, una sintonía y armonía pocas veces vista en Madrid, cuya tradición es un progresismo fragmentado y enfrentado. La pugna real es por los votos que van del centroderecha hasta el extremo y dónde acaban volcándose. Las izquierdas tienen como principal adversario la abstención y el nihilismo ante el neofascismo ascendente.