El fútbol vasco se ha teñido de luto con el fallecimiento de Alfonso Barasoain a los 63 años. Entrenador de amplísima trayectoria, pasó por numerosos banquillos, incluyendo Gernika, Amorebieta, Barakaldo y Amurrio aunque sus mejores éxitos los consiguió con el Eibar.
Fue de su mano, de hecho, que el equipo azulgrana llegó al fútbol profesional, al ascender a Segunda A en 1988, treinta años después de su descenso. Permaneció al frente del equipo dos temporadas más, en las que consiguió la permanencia con el equipo más humilde de la categoría aunque en la 89/90 sufrió lo indecible y no pudo cantar victoria hasta la última jornada, cuando se impuso al Espanyol en Sarria con todo en contra.
Un milagro que repitió, amplificado, una década después. En el parón navideño de la 98/99 toma las riendas de un Eibar que se encaminaba directo a Segunda B. Prácticamente descendido desde la jornada 34, cuando se encontraba a trece puntos de la salvación, el equipo azulgrana enlazó tres empates y seis victorias en las nueve últimas jornadas para dejar de nuevo al Eibar en Segunda.
Fue su última gesta al frente de un Eibar al que dirigió en casi 200 partidos y del que se despidió marchando a pie de Gernika a Arrate para celebrar aquella última salvación, arropado por un buen número de aficionados azulgranas entre los que es considerado un auténtico mito.