Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA

Jaramillo y Nijmeijer, dos visiones del proceso de paz de La Habana

Dentro de las jornadas «Diálogos con el enemigo», el ex Alto Comisionado para la Paz de Colombia y la exguerrillera y exnegociadora Tanja Nijmeijer han expuesto en la Asamblea Nacional francesa las virtudes y flaquezas del proceso de la La Habana y los acuerdos desatendidos por el Gobierno de Duque.

Un momento de la intervención por videoconferencia de la exguerrillera y exnegociadora en La Habana Tanja Nijmeijer. (NAIZ)
Un momento de la intervención por videoconferencia de la exguerrillera y exnegociadora en La Habana Tanja Nijmeijer. (NAIZ)

El proceso colombiano ha cerrado la primera sesión del ciclo «Diálogos con el enemigo» de París, tras las sesiones dedicadas a Euskal Herria y a Palestina. Y ha reunido en la mesa redonda a partes enfrentadas en esa negociación.

El ex Alto Comisionado para la Paz de Colombia y negociador plenipotenciario en la mesa de conversaciones de La Habana Sergio Jaramillo ha querido comenzar su intervención en estas jornadas en la Asamblea Nacional con un «mensaje de esperanza» pese al fracaso en la implementación de los acuerdos de paz con las FARC-EP bajo el mandato del Gobierno uribista de Iván Duque.

Ha subrayado que tras más de 50 años de conflicto armado «fuimos capaces de poner fin al conflicto con mucho esfuerzo, voluntad y preparación. Fueron siete años de proceso, en los que hubo diferentes fases hasta acabar en el Acuerdo Final, algunas de ellas secretas en la propia La Habana».

«Si me mira al núcleo duro del acuerdo, en materia de justicia a las víctimas, vemos que éste si se está desarrollando», en alusión a la instalación de la Jurisdicción Especial para la Paz y a la comparencia tanto de ex comandantes guerrilleros como de militares de alto rango. «Pero hay otros aspectos que no se están desarrollando de manera que puedan contribuir a la construcción de una paz duradera», ha añadido.

Ha incidido en la dicotomía entre «buscar la paz y responder a las víctimas». «El primer problema para iniciar un proceso político de estas características en democracia es la construcción de un marco legal adecuado y claro, y abordarlo como un proceso de naturaleza política. Sin ese marco y sin esa relación horizontal hubiera sido imposible lograr el desarme de las FARC. Y es importante también hablar de tú a tú, con respeto a la otra parte».

Ha destacado también que el objetivo de cualquier acuerdo debe ser «expandir la democracia en beneficio de toda la sociedad colombiana. Ese fue el espíritu de cada página página que se escribió» en La Habana. Ha reconocido que si bien Colombia es formalmente una democracia, «esta es una democracia extremadamente violenta. Es muy sangrienta. Tenemos una larga historia de violencia».

Ha tachado también de «absurdo» que algunos exguerrilleros hayan «retomado las armas, porque lo que necesitamos es avanzar».

Sobre el plebiscito como mecanismo de refrendación, ha señalado que «no se trataba solo de que las FARC dejasen las armas, había otros puntos que afectaban al conjunto de la sociedad colombiana y desde el principio estaba claro que los acuerdos debían de tener una legitimación democrática, teníamos que involucrar a la ciudadanía. Perdimos el referéndum, tuvimos que renegociar el acuerdo».

Jaramillo ha expresado su esperanza en un «pronto» cambio de gobierno que «sea mucho más favorable a la paz, que cuente con el apoyo mediático y una amplia movilización a favor de un diálogo abierto que nos permita escucharnos entre las dos partes».

En mayo de 2017 Jaramillo recibió en nombre del expresidente Juan Manuel Santos el Premio Gernika por la Paz y Reconciliación, galardón compartido con el excomandante en jefe de la guerrilla, Timoleón Jiménez, a quien no le concedieron el pasaporte para viajar a Gernika.

Nijmeier: «Se puso toda la atencióon en el desarme»

A continuación, la exnegociadora de las FARC-EP Tanja Nijmeijer, conocida en su etapa guerrillera como Alexandra Nariño –entrevistada por NAIZ en enero de 2013, al inicio del proceso de La Habana–, ha criticado que para «hacer propaganda contrainsurgente había mucho dinero, pero, en cambio, para rehumanizar al antiguo enemigo no hay dinero, programas, no es algo importante. No se ha hecho un esfuerzo en esa rehumanización. Por contra, somos estigmatizados, silenciados, rechazados e incluso asesinados. No es suficiente con un partido político».

En ese sentido, ha criticado que «desde el principio del proceso se pusiera toda la atención en el desarme de las FARC, en el llamado DDR».

Ha incidido en «falta de garantías» para los negociadores tanto durante como después de la etapa de La Habana, punto en el que ha recordado el proceso abierto contra el exnegociador plenipotenciario Jesús Santrich, quien fue acusado, detenido y encarcelado «sin prueba y cargo alguno» por narcotráfico a instancias de Washington –Segunda Marquetalia confirmó el domingo de la muerte de Santrich en la frontera entre Venezuela y Colombia–. «¿Cómo garantizar la imparcialidad para no solo quienes fueron negociadores sino para los excombatientes?», se ha preguntado.

Ha considerado que la de La Habana fue «una oportunidad histórica que, lamentablemente, hemos perdido», al tiempo que ha ensalzado el rol de Cuba y Noruega como países garantes de los acuerdos, «más cuando Colombia tiene una larga tradición en traicionar los acuerdos de paz».