Nada menos que once penas máximas han sido necesarias para decidir el ganador de la Europa League. El ex txuri urdin Gero Rulli ha sido gran protagonista de la suerte fatídica, al anotar el undécimo penalti y pararle el posterior a David de Gea.

Ha sido la guinda a una gran temporada de un Villarreal comandado por el hondarribitarra Unai Emery, quien ha vuelto a demostrar que tiene feeling con la segunda competición continental, entrando con letras de oro en la historia del submarino amarillo.

La otra cara de la moneda la ha puesto un Manchester United que optaba a su octavo entorchado europeo, claro favorito de la final y que, pese a haber llevado la iniciativa durante muchas fases del encuentro, no ha sabido materializarla en el marco rival.

Frente al poderío físico de los red devils, el Villarreal ha contrapuesto mucho orden defensivo y saber acomodarse al sufrimiento de no poder disponer de la pelota, una de las señas de identidad del conjunto castellonense. Además, los pupilos de Emery han dispuesto de la ventaja de ponerse por delante en el marcador.

Ha sido casi cumpliéndose la primera media hora de juego por mediación –no podía ser de otra manera– de un Gerard Moreno que ha estado de dulce a lo largo de la presente temporada. Una falta botada desde la izquierda por Parejo ha sido rematada a bote pronto por el delantero catalán para subir el 1-0 al electrónico.

A partir de ahí, ha acrecentado su mando el United, llegando hasta las inmediaciones del área amarilla, pero sin profundidad como para atacar en los metros decisivos a una zaga castellonense que ha estado liderada por un infranqueable Albiol.

Cavani empata

La fortaleza defensiva, sin embargo, le ha durado muy poco al Villarreal en la segunda parte. Para empezar, el VAR ha declinado pitar como penalti una posible falta de Pedraza a Bruno Fernandes dentro del área y, casi a renglón seguido, un chut desde la media luna que ha rebotado en la maraña de jugadores ha acabado a los pies de Cavani, que solo ha tenido que empujar la pelota a las redes.

Insuflados por la consecución del empate y con más oxígeno en sus pulmones, los de Solskjaer se han lanzado en tromba sobre la portería de un Villarreal al que no le ha quedado otro remedio que apretar los dientes, mientras veía cómo su adversario le robaba una y otra vez el cuero.

En todo caso, ha sabido aguantar un arreón que, a decir verdad, tampoco ha generado excesivo peligro por parte de un Manchester United bastante romo en sus remates, pese a contar con afilados atacantes como Rashford, Greenwood y el ya citado Cavani.

El envite se ha ido apagando a medida que se acercaba el final del tiempo reglamentario y se ha entrado en una prórroga en la que el Villarreal ha estado mucho más cómodo con la pelota, gracias a la gestión de banquillo de Emery, dando entrada a cinco reemplazos, mientras su homólogo Solskjaer ha renunciado a realizar ningún cambio hasta el tiempo extra.

Un mal empalme de Alberto Moreno y un disparo elevado de Alcácer han confirmado el mejor tono del submarino amarillo, pero el encuentro se ha ido irremisiblemente a la suerte de los once metros, donde una agónica tanda –seguramente la más larga en la historia del torneo– ha llevado a que el Villarreal cumpliese su sueño.