Manu García, el aficionado que cumplió su sueño
El que fuera capitán del Deportivo Alavés hasta este miércoles, Manu García, pone fin a nueve años de alavesismo, después de cumplir el sueño de jugar en el equipo de su ciudad, al que iba a animar desde que era un niño y al que consiguió llegar como jugador.
«Vuelvo a la grada», comenzaba su despedida. El gasteiztarra regresa donde comenzó su pasión por el Glorioso, en los asientos del estadio de Mendizorrotza. Manu García buscará nuevas metas, pero seguirá muy de cerca al club de sus amores, con el que ha vivido todo y junto al que ha ido dando pasos, a nivel personal y profesional.
Desde su llegada a Segunda División B, el futbolista vasco ha sido reconocido siempre por su pundonor y su capacidad de leer los partidos, que ha estado muy por encima de un talento que quizás otros poseían en mayor medida.
Cuando Manu García hablaba lo hacía con conocimiento de causa, con lecturas clarificadoras de lo que tenía delante y ejerciendo de capitán incluso antes de portar el brazalete que le encumbró.
El gol que anotó en el fútbol de barro ante el Bilbao Athletic fue el principio de una historia digna de los mejores cronistas deportivos. El Alavés empezaba a crecer y Manu García se erigía como el líder que faltó durante una década.
Después llegó el milagro de Jaén. El Glorioso logró una permanencia en Segunda División casi imposible en el descuento de un partido que volvió a marcar un punto de inflexión en la historia albiazul.
Las lágrimas del capitán gasteiztarra se repitieron en varios ocasiones. Una de ellas fue tras la consecución del ascenso a Primera División donde Manu también fue protagonista con un gol importante ante el Numancia, que certificó el regreso a la máxima categoría diez años después. Fue un hito que el capitán soñaba con conseguir y que en ocasiones lo veía como una utopía.
El capitán comenzaba escribir su leyenda en el Alavés e igualaba a Tito Subero como los dos únicos jugadores que participaron con el club alavés en las tres máximas categorías del fútbol nacional.
Cuando hablaba Manu siempre lo hacía para la afición, porque de allí llegó él, y siempre mantenía el mismo discurso. «No olvidéis de dónde venimos», repetía una y otra vez.
Para él era un premio jugar en Primera y, de nuevo, volvió a aparecer en otro momento señalado para la entidad. El capitán anotó el primer gol del equipo que empató con el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón en el reestreno en lo más alto. Meses después, ese mismo escenario fue testigo de la primera final de la Copa que disputó el Deportivo Alavés.
La épica le ha acompañado en numerosas ocasiones. Sin ir más lejos, un cabezazo suyo en la última jugada del partido ante el Real Madrid en 2018 le dio el triunfo al Alavés en Mendizorroza ante el equipo blanco 88 años después.
La leyenda creció con el paso de los partidos hasta el punto de colocarse como el segundo jugador con más partidos en la historia albiazul. En el año del centenario, Manu García superó a otro gasteiztarra, Pablo Gómez, y llegó a los 308 partidos, 38 menos que el argentino Martín Astudillo, que curiosamente son las jornadas de una temporada completa.
Quizás llegue otro jugador que le arrebate esa segunda plaza, pero jamás le quitarán el Celedón de Oro que recibió en 2016, uno de los mayores reconocimientos que otorga la ciudad de Gasteiz, ni la insignia de oro y brillantes de su club, el Deportivo Alavés.