Damien Tarel, el hombre que abofeteó a Macron en un acto electoral, ha sido condenado a 18 meses de cárcel, acusado por la Fiscalía, de los que pasará cuatro en prisión. Tarel, de ideología de ultraderecha y experto en artes marciales, explicó que agredió a Macron por asco, después de haberle votado. «Cuando vi su aspecto amable y mentiroso, que me captó como votante, me sentí asqueado», ha asegurado.
Existe una norma no escrita en el Estado francés por la cual sus mandatarios no denuncian este tipo de acciones. Se entiende que, por el papel que desempeñan, desencadenan rechazos muy fuertes y, de alguna manera, esto les va en el cargo.
#Macron se fait gifler en direct de #Tain pic.twitter.com/tsXdByo22U
— ⚜️ (@AlexpLille) June 8, 2021
En una ocasión, Nicolás Sarkozy se saltó esa costumbre. Lo hizo en 2011 tras ser zarandeado en Brax por un individuo que quería asestarle un puñetazo y al que condenaron a seis meses de cárcel. Fue bastante criticado por ello. También el exministro de Interior galo, Manuel Valls, recibió un manotazo por parte de un joven de extrema derecha en la localidad bretona de Lamballe. La condena para el bretón fue de tres meses.
En Nafarroa, estos episodios evocan los tres tartazos que unos activistas contra el TAV estamparon a la presidenta Yolanda Barcina. A diferencia de lo que ocurre allá (Sarkozy también fue entartado y todo se saldó con un multa), Barcina no solo denunció, sino que usó los servicios jurídicos del Gobierno foral para solicitar penas exhorbitadas para los «tartalaris», de entre 6 y 9 años.
El proceso contra ellos acabó en la Audiencia Nacional. En el juicio, Barcina declaró que los tartazos sí que le hicieron daño. Aseguró que el merengue empleado en las tartas no era tan blandito, sino que al tratarse de merengue francés es más duro. Esto es rotundamente falso, dado que el merengue francés es igual y además las tres tartas se compraron en Iruñea. Lo cual da muestra del grado de absurdo que revistió todo el procedimiento.
Finalmente, la Audiencia condenó a los tres «tartalaris» a dos años de cárcel cada uno (Fiscalía pedía 5, uno menos que la menor de las condenas que pedían los abogados del Gobierno navarro) y a otro año más a un cuarto activista, porque se le vio «levantar los brazos» cuando sus compañeros trajeados lograron estampar los merengues en el rostro de la presidenta.
La sentencia hubo de reconocer que las tartas «no son objetos peligrosos» sean de merengue que sean, pero advirtió que, aun así, existió «violencia corporal».
Noël Godin el activista belga que comenzó a entartar a políticos como acto de denuncia –o, como él dice, creador de la «Internacional Pastelera»– salió en defensa de los activistas navarros de Mugitu. De todos los entartamientos de dicha internacional, el de la presidenta navarra fue el que recibió el castigo más alto, a pesar de ser una personalidad menor dentro de una lista en la que están, entre otros, Bill Gates o Bernard Henri-Lévy.