Mañana se celebrará un encuentro entre el arzobispo Francisco Pérez y personas que fueron abusadas entre 1958 y 1973 por el director del centro El Puy de Lizarra, tras el cual ambas partes habían convenido en avisar a la prensa. Para sorpresa de las víctimas, el arzobispo se adelantó ayer y compareció en actitud compungida para pedir perdón por los abusos sexuales cometidos por el sacerdote José San Julián. «Hago mío el dolor de las personas afectadas y pido perdón, en nombre de la institución que represento, a las personas que denunciaron».
«Mi corazón se duele y lloro, y por tanto lo único que quiero es que esos corazones sanen y así se lo pido al señor todos los días», aseguró el arzobispo. «En nuestra voluntad está el hacerlo mejor que en el pasado. Es un cambio importante en el que hemos tenido que asumir nuevos aprendizajes, nuevas formas de hacer y nuevas sensibilidades. No vamos a negar que quedan pasos por dar, pero puedo asegurar que estamos camino de darlos».
Pérez declaró junto a Maite Quintana, directora de la Comisión de la Archidiócesis para la protección de menores. Quintana advirtió que no solo los nueve denunciantes fueron abusados en este centro, sino que hay más afectados. «Muchos casos no quieren dar el paso [de denunciar] porque aún estamos ante un tema que es un tabú, por vergüenza, porque hay quien no quiere remover», subrayó Quintana.
Basta hablar con Jesús Zudaire, el primero que presentó una denuncia, para entender la gravedad de lo sucedido. Él asegura que los abusos se daban «en las clases, en los despachos, en los váteres y, sobre todo, en el internado». Zudaire afirma que lo que sufrió él, lo sufrieron cientos de niños.
El autor era siempre el mismo, pero esto no quita para que otros profesores no supieran lo que ocurría y lo callaran, por miedo al todopoderoso director. La asociación que preside Zudaire, de hecho, recabó el testimonio de un docente que se marchó del colegio El Puy harto de ese silencio cómplice.
Marginación del resto de abusados
Cada vez resulta más común escuchar actos de contrición ante casos de pederastia por parte de altos representantes de la Iglesia –el nuevo obispo de Bilbo, Joseba Segura, reconoció ayer esta «deuda» pendiente–, pero estas declaraciones tienden a ser genéricas y deslavadas. La relevancia que tiene la petición de perdón del arzobispo de Iruñea se sostiene en que es concreta y, por ello, valida y asume un infierno que tuvo lugar durante 15 años con impunidad. No obstante, llegados al punto al que se ha llegado en Nafarroa en esta materia, de tan concreto, resulta excluyente.
Los relatos de abusos cometidos por religiosos en Nafarroa han ido aflorando como un dominó desde que hace dos años rompiera su silencio en la radio un antiguo alumno de los Padres Reparadores de Gares. Tanto él como su hermano sufrieron abusos, aunque jamás se lo contaron el uno al otro. Esta víctima se enteró de las agresiones sexuales a su hermano cuando leyó la nota de suicidio.
Este relato tan potente animó a otras víctimas a dar el paso. Así vieron la luz los abusos en El Puy de Lizarra, en el colegio de maristas, en los jesuitas... Tantos fueron los casos que el Gobierno navarro ha iniciado un censo de abusos de religiosos en Nafarroa con ayuda de la UPNA. Ya se ha publicado el primer libro y hay otro volumen en marcha.
El arzobispo reiteró ayer que él solo responde por El Puy de Lizarra, ya que el resto de los casos no son de sacerdotes, sino de miembros de órdenes religiosas. Por ello, Pérez argumenta que «canónicamente», quienes deben de pedir perdón y elaborar un informe sobre lo sucedido son las órdenes religiosas. Es el mismo argumento al que aludió el Obispo de Bilbo para no abrir investigación por los abusos en Gaztelueta, ya que el centro dependía del Opus Dei.
Este razonamiento no soporta un análisis comparado. Por ejemplo, el obispo católico de Aberdeen, Escocia, pidió perdón por los abusos destapados por la ‘BBC’ pese a que el colegio pertenecía a la Orden Benedictina.
La cita de mañana
El encuentro de mañana entre arzobispo y denunciantes se mantiene pese a la rueda de prensa. Hasta ahora, el arzobispo les había rehuido y la experiencia de reuniones previas con subalternos de la Archidiócesis no es positiva. En la cita de mañana está previsto que Pérez les pida perdón y les entregue una copia del informe interno.
Algunas de las conclusiones del informe elaborado por una comisión creada ad hoc por el Arzobispado se adelantaron ayer. Afirman que no se puede celebrar ya un proceso penal (el cura abusador murió), pero que los testimonios son verosímiles.
El abogado Alfredo Irujo sostuvo, además, que «no puede concluirse fehacientemente la existencia de ocultación de los hechos denunciados ni responsabilizar a nadie por ello».
El informe sí recoge que el propio colegio debería pedirles perdón «por no haber efectuado las investigaciones o denuncias pertinentes, tendentes al esclarecimiento de los hechos y ofrecer, en su caso, la debida satisfacción».