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El bolsonarismo acelera la ofensiva legislativa sobre tierras indígenas de Brasil

El Gobierno brasileño ha acelerado el plan para permitir la actividad económica en las reservas indígenas, lo que ha provocado la respuesta de los pueblos nativos y los ambientalistas. Las tierras de los indígenas ocupan el 13% del Estado, repartidas en nueve estados con territorios amazónicos.

Mujeres indígenas protestan contra las actuaciones del Gobierno de Bolsonaro. (Sergio LIMA/AFP)
Mujeres indígenas protestan contra las actuaciones del Gobierno de Bolsonaro. (Sergio LIMA/AFP)

El Gobierno de Jair Bolsonaro y sus aliados del agronegocio en el Congreso han acelerado la tramitación de proyectos vistos por los indígenas como amenazas para sus tierras ancestrales.

«Estamos viviendo nuestro peor momento. El Gobierno de Bolsonaro nunca tuvo una propuesta positiva para los pueblos indígenas. Y ahora esos proyectos, que son un completo retroceso para nosotros, se están votando de una forma más rápida», ha dicho a la AFP Joenia Wapichana, la primera mujer indígena en ser elegida diputada en Brasil.

A finales de junio, una comisión de la Cámara de Diputados aprobó el Proyecto de Ley 490, en trámite desde 2007, que reconoce como tierras ancestrales solo aquellas que estaban ocupadas por los nativos cuando se promulgó la Constitución de 1988. Esa ley, con su «tesis del marco temporal», ahora deberá pasar por el plenario de la Cámara y por el Senado.

Otros dos proyectos de ley, llamados por sus críticos «PL de las invasiones», buscan regularizar las ocupaciones ilegales de tierras públicas por madereros, mineros y explotaciones agropecuarias. Uno de ellos avanza a buen ritmo en el Senado y el otro en la Cámara, que podría proceder a un voto de urgencia esta semana.

Los indígenas también cuestionan un proyecto, aprobado por los diputados en mayo, que flexibiliza las exigencias ambientales para emprendimientos agropecuarios y energéticos.

«Ni un centímetro más»

Por otra parte, el Gobierno de Bolsonaro impulsa un plan para autorizar la minería y otras actividades extractivas en las reservas indígenas, la mayoría de las cuales se hallan en alguno de los nueve estados brasileños con territorios amazónicos.

«La Constitución ya prevé la actividad económica en las áreas y tierras indígenas. Eso que está ahí pertenece a la sociedad brasileña, y debe regularse teniendo en cuenta los derechos de los pueblos indígenas», adujo la semana pasada el ministro de Minas y Energía, Bento Alburqueque, ante corresponsales extranjeros.

Los indígenas y los ambientalistas afirman que esos textos son inconstitucionales. Advierten además de que su aprobación acarrearía una devastación mayor de sus reservas, severamente golpeadas por las actividades ilegales estimuladas por la «retórica de Bolsonaro» y por el «desmonte» de los programas de protección ambiental.

El mandatario llegó al poder en enero de 2019 con la promesa de no dar «ni un centímetro más de tierra» a los indígenas, que representan el 0,5% de la población, y de abrir a la explotación económica sus tierras, que ocupan un 13% del territorio de Brasil.

En sus dos primeros años de mandato, Bolsonaro firmó ordenanzas que transferían la demarcación de tierras indígenas al Ministerio de Agricultura o legalizaban tierras públicas invadidas, pero todas quedaron paralizadas en el Congreso, en parte por la tensa relación que mantuvo con los entonces presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, que en Brasil determinan la agenda de votaciones.