Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Reinterpretar lo local

En 1999, Ai Weiwei construyó su primer proyecto arquitectónico en una pequeña comunidad llamada Caochangdi, que entonces estaba en las afueras de Pekín. En un distintivo ladrillo gris local, Ai Weiwei diseñó una casa y un complejo de estudios, donde ha seguido viviendo y trabajando. El proyecto no solo supuso el inicio de su carrera como arquitecto, sino también la creación de una comunidad cultural que incluye estudios de artistas y galerías de arte contemporáneo.

Ai Weiwei relaciona su arquitectura al contexto, mediante la plasmación de un conflicto, se podría decir que por antítesis al clima social y político chino de las últimas dos décadas. Sus edificios pretenden transmitir una cierta tranquilidad o, si se prefiere, el término humanidad. Los materiales y las tradiciones constructivas locales se reformulan en una lectura contemporánea, pero continuista, creando así edificios de escala modesta con ricas cualidades espaciales que reinterpretan las tipologías antiguas de la cultura china. En este sentido, ofrecen también una crítica y una resistencia a la rápida expansión urbana de las ciudades chinas.

El rápido y enorme desarrollo urbano de Pekín ha transformado la ciudad en una metrópolis hecha de complejos residenciales suburbanos, plantas industriales abandonadas, bloques de viviendas comunitarias de los años 70-80 y pueblos populares autogestionados. Una mezcla de zonas residenciales de gran altura, distritos comerciales, impresionantes infraestructuras que encierran ámbitos de viviendas espontáneas que sobreviven a la demolición y a la renovación dictada por el mercado de la construcción. La población ha pasado de uno a dieciocho millones de habitantes en 60 años, y el tamaño de la ciudad ha llegado a ser cinco veces superior al de la antigua capital. Hoy todavía presente sobre el plano gracias al trazado de la 2ª circunvalación que dibuja su antiguo perímetro.

La expansión urbana, basada sobre todo en modelos urbanos importados y construcciones de baja calidad, se ha disparado en los últimos 30 años, y tiene sus raíces en las decisiones políticas y económicas. En resumen, Pekín es un buen escaparate de las consecuencias urbanas que la economía del crecimiento ‘ilimitado’ produce.

En los últimos años Ai Weiwei ha diseñado nueve edificios en Caochangdi, un barrio cuya regeneración arquitectónica y urbana va en dirección contraria a la de las grandes promociones asiáticas. La filosofía constructiva de utilizar materiales, técnicas y recursos locales; baratos y disponibles, y construir por lo tanto, con los mismos conocimientos de la población local; en lugar de declarar los edificios como algo diferente, de moda o importado de otros modelos, amplió su aceptación en el ámbito local.

Las casas con patio, formalizadas con un muro exterior ciego que encierra un espacio central compartido, son la unidad típica de los distritos históricos de la ciudad. Esa tipología se reinterpreta para ofrecer nuevos espacios, que adaptados a la vida contemporánea ofrecen diversas posibilidades.

En el interior, los edificios ofrecen espacio para artistas, pequeños talleres o espacios de exposiciones que se mueven y cambian muy a menudo, por lo que la flexibilidad del espacio es uno de los aspectos más importantes. El ladrillo gris exterior, aunque mantiene su rugosidad al interior se pinta en blanco ganando en abstracción. Por otro lado los suelos industriales de hormigón hacen que el interior pueda albergar cualquier uso.

Patio 104, Patio 105

Con esta paleta de materiales limitada y modesta proyectó en el año 2004 el edificio Patio 104. Una pieza trapezoidal de nueva planta, que adopta la forma de la parcela. El conjunto realmente se forma por una concatenación de piezas de dos plantas, que acaban configurando un patio central. Algunas de estas piezas no llegan a cerrar el conjunto, lo que permite formalizar una serie de accesos a ese espacio central. El proyecto presenta una escala modesta, en consonancia con el carácter del contexto; sin embargo, el conjunto ofrece una cierta monumentalidad debido a la calidad escultórica del edificio, así como a las proporciones y a la abstracción que aporta el uso de un único material.

Unos meses más tarde construyó en el solar colindante el proyecto denominado Patio 105, sobre un edificio existente de 3.044 metros cuadrados. Anteriormente estaba ocupado por una pequeña empresa con edificios de oficinas de una planta y un gran almacén que ocupaba aproximadamente la mitad de la superficie del inmueble. El nuevo propietario quería convertirlo en una serie de viviendas con espacios de trabajo. El nuevo programa consta de algunas salas de estar, oficinas y un espacio escénico polivalente. El proyecto conserva la mayor parte de las construcciones existentes. La renovación de la parte norte se realiza principalmente mediante la adición de paredes de ladrillo gris, que dan continuidad a las fachadas antiguas, así como para mantener cierta continuidad con las nuevas ampliaciones.

El edificio presenta en cierto modo un estado inacabado. El patio, o si se prefiere la estructura de diferentes patios, construye un espacio flexible de relación y trabajo, barato y listo para ser reconstruido o demolido en cualquier momento. El nuevo orden de piezas añadidas configuran un patio que se fragmenta construyendo cada una de las partes una relación clara con las diferentes viviendas que forman el conjunto. En el fondo, el edificio construye una casa patio que parece, a su vez, formarse por el sumatorio de diferentes casas patio.

Esta forma de hacer que Ai Weiwei implementa desde su oficina de arquitectura es la manera tradicional en el que las ciudades se han construido, pero ciertamente en el panorama actual chino del desarrollismo más salvaje, resuenan como un manifiesto casi político, donde la arquitectura se torna un elemento defensor de lo local, lo pequeño y lo cotidiano.