Daniel   Galvalizi
Periodista

El PP y los jueces humillan la memoria histórica con el callejero de Madrid

Sentencias judiciales revocan cambios de nombres en calles y obligan a volver a honrar a personajes vinculados al fascismo español, con anuencia del alcalde Almeida. Justo en la semana que se cumplen 85 años del primer bombardeo nazi a Madrid. Protesta y acción de los colectivos ante la embestida.

El fascista Millán Astray vuelve a tener calle en Madrid. (A. Perez Meca | Europa Press)
El fascista Millán Astray vuelve a tener calle en Madrid. (A. Perez Meca | Europa Press)

«La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido», escribió una vez Milan Kundera. La derecha española tiene claro el concepto del ensayista checo. Será por ello que no da tregua en su principal campo de batalla ideológico, la región de Madrid, y se toma el trabajo de modificar el callejero con tal de borrar los avances de la etapa de Manuela Carmena y permitir que en una metrópoli de Europa occidental se honre con nombres de calle a personajes vinculados al falangismo, a la violación de los derechos humanos y a la tragedia del golpe del 36.

El debate por los nombres de las calles ha vuelto con fuerza por la decisión del Tribunal Superior de Madrid de reponer el nombre de José Millán-Astray, fundador de la Legión y propagandista del falangismo en la Guerra Civil, a la calle que había sido cambiada por la pedagoga represaliada por el franquismo Justa Freire. Pero en realidad este hecho es solo uno más de varios con los que la derecha local, en sus brazos judiciales y políticos, buscan acotar la memoria histórica.

El TSJM avala así una sentencia previa de un juzgado de primera instancia, que había anulado el cambio callejero promovido por el gobierno de Carmena en el período 2015-19. Según la resolución, no está claro de forma «inequívoca» que el militar participase en el golpe del 36, en contra de lo que sostienen la mayoría de los historiadores. El recurso había sido planteado por la Fundación Millán Astray y por la Hermandad Nacional División Azul. Y el Ayuntamiento eligió dejar hacer.

Lo que ha venido a decir el TSJM es que la calle General Millán Astray -ubicada al sur del distrito sureño de Carabanchel- no se puede ver afectada por la ley de Memoria Histórica debido a que no se ha motivado lo suficiente y a que la calle existía antes de la Guerra Civil para honrar al falangista por acciones previas. La grieta que encontró el recurso es que la justificación del cambio en primera instancia fue por derechos de memoria y no una simple decisión de gobierno municipal.
    
La trama de las calles de la vergüenza

La sentencia judicial no sólo afecta a la calle de la pedagoga Freire. Hay otras cinco con nomenclatura franquista que volverán a tener sus nombres originales porque el fallo considera, entre otros motivos, que los personajes no exaltan la sublevación, la guerra o la represión, o que tienen méritos atribuidos previos a la Guerra Civil. Las calles son las de Algabeño, Cirilo Martín, Crucero Baleares, Hermanos García Noblejas y una que estremece: Caídos de la División Azul, en el distrito de Chamartín. Una paradoja trágica: el nombre que se quitará para honrar a la división franquista es el de Memorial 11 de Marzo de 2004.

El Gobierno del Ayuntamiento, una coalición del PP con Ciudadanos que fue apoyada con la abstención de Vox, dijo que acatará la sentencia pero no ha aclarado cuándo ejecutará los cambios. Sí hubo un detalle: el TSJM no dio plazos para el cambio y sin embargo el alcalde Martínez-Almeida actuó con premura.

La actitud del alcalde es más irritante aún para los colectivos de memoria histórica porque la ordenanza sobre la rotulación de vías y espacios públicos dice en su artículo 3 claramente que las modificaciones de nombres preexistentes pueden realizarse sin justificación alguna y alcanza con el acuerdo de la Junta de Gobierno. Es decir, Almeida podría acatar la justicia y volver a quitar el nombre de los franquistas y poner el previo u otro.

«En el Gobierno de Carmena hubo un cambio de 53 calles. El problema, que se lo dijimos en reuniones a los que llevaban el tema, es que lo hiciera de otra manera. Estableció un comisionado de memoria histórica en el que puso mucha gente de derechas e hizo la aplicación de la ley de Zapatero, en vez de cambiar los nombres por decisión propia, porque no hace falta ni llevarlo al pleno”» explica a GARA el historiador Arturo Peinado, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria.

El activista madrileño recalca que advirtió a Más Madrid que la ley «tenía bastantes ambigüedades en el tema de plazos» y que podía ser una grieta que aprovecharan los negacionistas franquistas. Dicho y hecho. Y eso que el Foro por la Memoria se personó en la causa de la Fundación Franco que fue contra todo el decreto de Carmena y ganó la sentencia. «Le pegamos una buena paliza ahí», recuerda, aunque ahora la judicatura dio un triunfo acotado con las cinco calles.

Peinado afirma que Almeida podría haber hecho caso al fallo y cambiarle el nombre luego, «como se hizo con la Plaza Pedro Zerolo (en homenaje al activista LGBTi del PSOE), que fue por decisión política». Hoy lamenta que Millán Astray vuelva a tener su calle y señala, que si bien no era parte orgánica del franquismo, fue el jefe de prensa del Gobierno sublevado de Burgos. La Justicia acepta dudosos criterios para reponer a los falangistas en el callejero a pesar de su pasado.

«Otro ejemplo es el de Algabeño. Participó en actividades represivas y mató gente, pero la familia presentó una denuncia por la retirada de su nombre porque no se había puesto el suyo en una calle por ello sino por su condición de torero. Entonces yo me pregunto, ¿podríamos poner calle Pintor Adolf Hitler, en honor a su trabajo de pintor en Viena y así justificarlo?», reflexiona. Cabe destacar que Algabeño será restituido en la calle José Rizal, un poeta filipino asesinado por la Corona española durante la conquista del archipiélago asiático.

Según Peinado, desde que el PP volvió al municipio de la capital «lleva una política reaccionaria en cuanto la memoria, han retirado muchas cosas, como el monumento a los republicanos fusilados en el cementerio de la Almudena, han quitado placas... Hay muchos en el PP regional con apellidos repetidos, en la judicatura y en el Estado, de las calles que se remueven. Hay cierta endogamia entre franquismo y judicatura aquí».

Como madrileño, lamenta que «humillen a los ciudadanos» con estos cambios de calles. «Soy nieto de abuelos asesinados en fosa común y encarcelados. Es humillante ver esta nomenclatura. Siento indignación y cabreo y la situación de Madrid es difícil, es una derecha diferente. En Málaga por ejemplo el alcalde del PP apoyó el monumento a las víctimas de la mayor fosa común española. Pero aquí la derecha es más reaccionaria, es el epicentro de todas sus batallas y tienen claro que si pierden en esto aquí, pueden perder todo en cadena, efecto dominó».

«Guerra cultural»

En 1979, en el primer Ayuntamiento democrático, se cambiaron en Madrid las principales calles con rotulación franquista. La más emblemática es el gigante Paseo de la Castellana, que se llamaba Avenida General Franco. Pero quedaron otras plazas y cientos de calles no sólo en la capital sino en la comunidad autónoma.

De hecho, todavía hay 88 calles y avenidas en todo el Estado cuyo nombre es un homenaje al dictador, en sus diferentes variantes “General Franco", "Generalísimo" o "Francisco Franco", según el último registro de la web EpData.  Más de un tercio de ellas se concentran en las provincias de Cuenca, Palencia y Toledo. Esas calles existen en ocho comunidades autónomas solamente y, eso sí, en la comparativa se recibe un poco de oxígeno: en 2001 la cantidad de pasajes urbanos en honor al dictador eran 679 (casi ocho veces más).

Para quien desee ver esta apología del fascismo no tiene que ir a la España vaciada ni a pueblos perdidos en la meseta peninsular. A tan solo 40 minutos de Puerta del Sol en dirección sur se puede ver en la toledana Ocaña una larga Avenida del Generalísimo, a metros de la tercera plaza mayor más grande de España. A pocos minutos de allí también se verá en otra plaza un monumento en perfecto estado en homenaje al dictador Primo de Rivera.

«Lo del callejero va en la misma línea de algunas guerras culturales importantes para el PP y Vox. Lo que hace el Ayuntamiento es esconderse detrás de los jueces, y no recurren las sentencias y los autos. Aquí hubo opción y había recursos posibles», dice a GARA el concejal Jorge García Castaño, de Más Madrid, principal fuera opositora en el municipio.

El edil cuestiona que «algunos medios hayan contribuido a construir esa imagen del alcalde Almeida como una derecha moderada, no es centrista y se ha convertido en un tertuliano de la política en la TV», pero en el fondo, «habiendo podido ser Gallardón, con una acción más transversal, él creyó que hay una mayoría natural de derechas y se ha acomodado a ello, y sabe que tendrá que gobernar con Vox en 2023».

Además afirmó que «las políticas cavernícolas no son solamente en cuanto a memoria histórica sino también en temas de sostenibilidad y movilidad, siendo Madrid la excepción de las grandes ciudades de Europa».

Entre tanto, desde el Foro por la Memoria ponen como contraejemplo a lo de Madrid lo que está sucediendo aquí cerca, al noreste, en la pequeña ciudad de Guadalajara, donde el 10 de julio pasado un decreto de la Alcaldía ha dispuesto cambiar varios rótulos «para dignificar el callejero y darle nombre a varias calles de mujeres importantes». Se ha hecho sin citar la ley de Memoria Histórica de Zapatero, no permitiendo así que se repita lo sucedido en Madrid.

Los colectivos de memoria histórica y los familiares de las víctimas de la represión franquista no tienen paz. Nada menos que en la capital de su Estado hay una suerte de guerra santa contra todo intento de profundizar la ya escasa democratización del legado falangista. Todo paso es visto como un casillero perdido ante el enemigo y la derecha local no está dispuesta a ceder. A pesar de todo, Peinado mantiene el optimismo: activista desde 2004, cuando comenzó a militar por estos temas, asegura que «hay que seguir trabajando, porque de cuando empecé con esto se han conseguido varias cosas. Esto es poco a poco».

 

A 85 AÑOS DE LA LLUVIA DE BOMBAS

En la madrugada del 27 de agosto de 1936, el centro de Madrid recibía las primeras bombas de la guerra. Era la Wehrmacht nazi, que venía a apoyar a los golpistas falangistas contra el gobierno de la Segunda República.

Se trató del primer bombardeo aéreo a una metrópoli europea. Luego esta estrategia de bombardeo masivo y a mansalva sobre población civil sería algo común en la Segunda Guerra Mundial, aunque es considerado hace décadas un delito de lesa humanidad.

En cualquier gran ciudad europea una fecha así sería motivo de conmemoración. Pero no en Madrid. Porque la historia la escriben los que ganan y los fascistas españoles tuvieron una exitosa política de desmemoria. De hecho, varias plazas y manzanas del centro y la periferia del centro madrileño han sido reconstruidos en su totalidad y no hay placas de ningún tipo recordando los motivos.

Un ejemplo es la callejuela Cajas de Ahorro, entre Puerta del Sol y el Congreso. La investigación de los arquitectos Luis de Sobrón y Enrique Ordiales lo señala como uno de los sitios en los que la destrucción fue de tal escala que se decidió poner una calle al quitar los escombros ante la imposibilidad de rescatar.

Se calcula que hubo 6.000 siniestros, de los cuales los nazis fueron responsables de varios entre agosto y fines de diciembre de 1936. Luego el Ejército golpista se ocuparía de lleno con Madrid. Hace 85 años.