Dusan Ivkovic, considerado uno de los grandes entrenadores europeos, ha fallecido este jueves a la edad de 78 años, según ha informado la Federación serbia de baloncesto. Como seleccionador de Yugoslavia, ganó un Mundial –Argentina 1990–, previamente se colgó la plata olímpica en Seúl 1988 y sumó dos Europeos –1989 y 1991–.

Posteriormente, ya dirigiendo al combinado serbio, también se hizo con un entorchado continental en 1995, además de ser segundo en la edición de 2009. También formó parte del cuerpo técnico como asistente del bronce en el Mundial de 1986 y fue parte de los éxitos conseguidos entre 1996 y 2000 como la plata de los JJOO de 1996, el oro en el Eurobasket de 1997 y el oro en el Mundial de 1998.

Nacido en Belgrado en 1943, jugó una década en el Radnicki de Belgrado antes de colgar la botas en 1968 y pasar directamente a los banquillos desde donde consiguió sus mayores éxitos durante nada menos que cuarenta años antes de retirarse definitivamente en 2016.

A nivel de clubes, entrenó, entre otros, al Partizán, PAOK, Olympiacos, AEK de Atenas, CSKA de Moscú y Anadolu Efes, conquistando las Euroligas de 1997 y 2012, ambas con Olympiacos. También ganó una Copa FIBA Saporta (AEK 2000), una Copa Korac (Partizán 1978) y una ULEB (Dynamo Moscú 2006), entre sus principales éxitos internacionales.

En las ligas domésticas acumuló títulos hasta en cuatro países diferentes (Yugoslavia, Grecia, Rusia y Turquía), siendo especialmente destacada su etapa con el citado Olympiacos, con quien ganó tres ligas griegas y cuatro copas. Fue designado mejor entrenador de la competición helena y de la Euroliga en 2012, y el mejor de la liga rusa en 2004.

El presidente serbio, Aleksander Vucic, ha declarado en un mensaje de condolencias que Ivkovic «ha marcado toda una época del baloncesto con sus conocimientos y el amor por este deporte».

La colombofilia, su otra pasión

Siendo cierta esa afirmación, en la vida de Ivkovic había otra pasión que se podía equiparar a su entrega por el baloncesto: la colombofilia. El técnico belgradense era un entusiasta de la cría de palomas desde el momento en el que su padre le dijo un día que «el que vigila las palomas siempre está en las nubes».

Hasta tal punto era su dedicación por este arte durante su tiempo libre que Ivkovic siempre incluía una cláusula específica en los contratos que firmaba, que especificaba que el lugar donde iba a residir dispusiera de espacio suficiente para el cuidado de sus animales.

Solo en una etapa de su trayectoria deportiva no pudo compatibilizar ambas pasiones, cuando dirigió al CSKA de Moscú. Lo explicó de manera escueta en una reciente entrevista: «Allí hace demasiado frío».