Las tres potencias ‘anglosajonas’ anunciaron el miércoles el inicio de una nueva colaboración bajo el acrónimo Aukus (por las iniciales de cada país en inglés) que, según indicaron, busca desarrollar la seguridad en la región del Indo-Pacífico y hacer frente a China.
Este pacto ha suscitado el enfado del Estado francés porque su industria militar se verá especialmente afectada, ya que, como primera derivada, Australia ha roto el acuerdo que tenía para la fabricación de submarinos de diseño francés.
De ahí la rápida respuesta de París, que ha llegado este jueves a través de un comunicado conjunto del ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Yves le Drian, y la titular de la cartera de Defensa, Florence Parly, en el que lamentan este hecho.
«Es una decisión contraria a la letra y al espíritu de la cooperación que prevaleció entre Francia y Australia, basada en una relación de confianza política como en el desarrollo de una base industrial y tecnológica de defensa de altísimo nivel en Australia», han afeado a Camberra.
«La lamentable decisión que se acaba de anunciar sobre el Future Submarine Program (FSP) solo refuerza la necesidad de plantear la cuestión de la autonomía estratégica europea alto y claro. No hay otra forma creíble de defender nuestros intereses y nuestros valores en el mundo, incluido el Indo-Pacífico», han sentenciado.
«Una puñalada por la espalda»
Ya de viva voz, Le Drian ha comentado que está «enfadado» por lo que ha descrito como «una puñalada por la espalda». «Esto no se hace entre aliados» y tendrá consecuencias, ha dicho en una entrevista a la emisora Franceinfo en la que ha reconocido sentirse «traicionado» por la parte australiana.
«Esta decisión unilateral, brutal, imprevisible, se parece mucho a lo que hacía (Donald) Trump», ha añadido en alusión al actual presidente estadounidense, Joe Biden, a la espera de «una aclaración» sobre los motivos que hay tras este inesperado giro.
«Nuestra posición –ha añadido– es de gran firmeza, de incomprensión y de petición de explicaciones y clarificaciones de unos y de otros».
Para París esta nueva alianza en la región indopacífica de la que ha quedado excluida supone un revés tanto industrial como geoestratégico, ya que le margina en un área en la que tiene presencia territorial y de soberanía sobre un amplio espacio marino gracias a la posesión de numerosos archipiélagos e islas, entre ellos Polinesia, Nueva Caledonia y Reunión.
Carga de profundidad económica
El grupo estatal francés Naval Group había sido seleccionado por Camberra para construir los doce submarinos Attack, derivados del modelo Barracuda (nuclear) de la Marina francesa. Inicialmente, el contrato era de unos 31.000 millones de euros, pero su coste se había disparado.
El propio primer ministro australiano, Scott Morrison, ha confirmado este jueves la rescisión del contrato de 90.000 millones de dólares australianos en toda su extensión (56.000 millones de euros) celebrado en 2016 con el Estado francés para el suministro de submarinos convencionales (no nucleares).
De ese total, la parte francesa solo recibiría 8.000 millones de euros, ya que lo esencial del trabajo debía llevarse a cabo en astilleros australianos, lo que además suponía una transferencia de tecnología.
Preguntada sobre la cuestión de una posible compensación, la ministra gala de Defensa ha respondido que van a «estudiar todas las vías» y tratar de «limitar las consecuencias para Naval Group tanto como sea posible».
China critica la «mentalidad de guerra fría»
La reacción de Pekín tampoco se ha hecho esperar y ha sido muy crítica con los firmantes del Aukus. «Este tipo de cooperación socava gravemente la paz y la estabilidad regionales, así como los esfuerzos internacionales por la no proliferación nuclear», ha subrayado este jueves, en rueda de prensa, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Zhao Lijian.
«El pacto muestra igualmente cómo estos países utilizan las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica. Es extremadamente irresponsable. Deberían abandonar su mentalidad de guerra fría y hacer más para contribuir a la paz y la estabilidad. De lo contrario, acabarán haciéndose daño a sí mismos», ha comentado.
Por su parte, el jefe del Gobierno australiano, Scott Morrison, ha comentado que el presidente chino, Xi Jinping, tiene una «invitación abierta» para dialogar sobre el nuevo pacto de defensa entre Camberra, Washington y Londres.
Pero este pacto, que daría a Camberra un mayor protagonismo en la región en un contexto de pulso geoestratégico entre Washington y Pekín, también puede deteriorar más las tensas relaciones diplomáticas, políticas y comerciales entre China y Australia.
Nueva Zelanda mantiene su política antinuclear
Otro de los países terceros afectados por el Aukus es Nueva Zelanda, cuya primera ministra, Jacinda Ardern, ha dejado claro este jueves que vetará la entrada en las aguas de su país a los futuros submarinos nucleares australianos, en línea con la política antinuclear adoptada en la década de 1980.
En declaraciones a los medios, Ardern ha subrayado que tanto Australia como sus socios conocen la posición de Wellington «frente a las embarcaciones propulsadas por energía nuclear y armas nucleares».
La mandataria se refería a la política de desnuclearización adoptada después de que el buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior, fuera hundido en Auckland en 1985 cuando participaba en la campaña de protesta contra las pruebas nucleares que efectuaba el Ejército francés en el Pacífico.
El hundimiento del barco, atribuido a los servicios secretos franceses, hizo que Nueva Zelanda se declarara zona desnuclearizada y prohibiera el despliegue, pruebas y almacenamiento de desechos nucleares, así como la escala de barcos de propulsión nuclear.