Este sábado, 17 de setiembre, se cumplieron 48 años de la muerte del joven Cipriano Martos en el Hospital Sant Joan de Reus, tras 21 días de agonía a consecuencia de las heridas que le causó un frasco que le obligaron a ingerir en el cuartel de la Guardia Civil de esta localidad tarraconense. Una historia tremenda que recuerda a la de Francisco Javier Núñez en Bilbo en 1977, recientemente reconocida a nivel oficial.
Incomunicado y sin que sus allegados tuvieran noticia de su situación, Martos había sido ingresado en el centro médico después de padecer torturas ininterrumpidas en las dependencias policiales durante 55 horas. Un calvario que terminó cuando los agentes que le tenían confinado le introdujeron por la boca un líquido que contenía ácido sulfúrico, gasolina y otros productos corrosivos, cuyos efectos fueron letales. Quedó abrasado por dentro.
Hoy, después de una larga lucha por reivindicar su figura y que su caso llegara en manos de la magistrada María Servini, que desde Buenos Aires instruye la única causa contra los crímenes del franquismo, amigos y familiares del activista del FRAP han emprendido una campaña para pedir que se exhume su cadáver y se le pueda inhumar junto a sus padres en Granada, de donde era originario.
Un coctel mortal
El de Cipriano Martos es una de los crímenes más atroces cometidos por el régimen franquista en su fase final. Nacido en el 9 de diciembre de 1942 en la localidad de Loja, formaba parte de los hijos de andaluces que tuvieron que emigrar de su población tras el levantamiento fascista.
Ya en Catalunya, encontró trabajo en dos fábricas textiles de Sabadell y Terrassa (Barcelona) y, más tarde, en una empresa de la construcción situada en Reus. Fue en estos ambientes dónde tomó conciencia de la precariedad a la cual eran sometidas las clases populares y de la feroz represión que las autoridades aplicaban contra jóvenes que, como él, anhelaban un futuro de libertad. Ante esta realidad, optó por afiliarse al sindicato Oposición Sindical Obrera (OSO) y, acto seguido, al Partido Comunista Español Marxista-Leninista PCE (M-L) y su brazo armado, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).
Su arresto se produjo el 25 de agosto de 1973, en un período en el que el régimen, consciente de sus flaquezas, redoblaba la ofensiva para atajar el creciente malestar social mediante los ejecuciones selectivas, la práctica abusiva de los «galletes fáciles» y la ayuda de la Triple A, los Guerrilleros de Cristo Rey y otras bandas ultras y parapoliciales.
Tras repartir propaganda en la ciudad de Igualada, Martos fue interceptado junto al sindicalista Pascual Carrilero por una patrulla de la Guardia Civil a la entrada de la empresa para la que trabajaba como encofrador y, después de estar presente en el registro de su piso de Reus, fue conducido a la Casa Cuartel de la población. Allí, tras ser sometido a varias torturas, le obligaron a ingerir un coctel molotov, provocándole un colapso ante el cual los agentes decidieron trasladarle al Hospital San Joan. A causa de la grave hemorragia que le paralizó el cuerpo, falleció la noche del 17 de setiembre a la edad de 30 años.
La reparación pendiente
La memoria de Martos ha permanecido intacta durante estas décadas, gracias a antiguos compañeros que, junto a la fosa de beneficencia del Cementerio de Reus adonde fue arrojado sin conocimiento de la familia, colocaron dos años después de su muerte un monolito con la leyenda ‘Cipriano Martos Jiménez, 1945-1973. Militante y héroe del PCE(M-L) asesinado en Reus por luchar por la República, el Socialismo y el Comunismo’.
También coincidiendo con el décimo aniversario de su muerte, apareció en Sabadell un mural recordando su participación en las protestas sindicales que tuvieron lugar en esta ciudad, donde vive su hermano Antonio Martos, a quien la Red Catalana y Balear de Apoyo a la Querella Argentina contra los Crímenes del Franquismo contactó para proponerle llevar el caso ante la jueza Servini.
En 2016, Antonio Martos declaró en los juzgados de Sabadell y gracias a ello, la jueza argentina ha asumido una causa que, en virtud del principio de justicia universal, podría aclarar las circunstancias y los responsables directos de la muerte de Cipriano y de otras ejecuciones ocurridas a las postrimerías del franquismo.
Es esta iniciativa la que han permitido a familiares y amigos emprender la campaña que, al amparo de la Ley 10/2009 aprobada por el Parlament de Catalunya, insta a la Generalitat la exhumación de Cipriano con el fin que pueda ser trasladado a Granada, inhumado con sus padres y homenajeado por los vecinos de aquella Loja que dejó para emprender una nueva vida en Catalunya. Este sábado, en Reus, se celebró un acto para reclamar la exhumación y recordar la entrega del joven activista en la lucha por la democracia y las libertades.