Stéphane Linou, geógrafo especialista en organización del territorio, emprendió hace ya unos años la aventura de alimentarse con alimentos producidos en un radio máximo de 150 kilómetros.
El sentido de la acción del vecino de Castelnaudary (Occitania), que arrancó en setiembre de 2008 y que se prolongó durante un año, sirvió para demostrar, de una parte, que se puede consumir, de forma más sana y segura, en proximidad, y de otra para alertar a los ciudadanos de su lugar de origen que «tener a grandes urbes como Toulouse o Monpellier con un 2% de producción propia de alimentos y al pairo de las grandes superficies o cadenas de distribución implica asumir una política que genera inseguridad a la población».
En 2021, tras una pandemia y con una crisis que afecta actualmente a materias esenciales, ya sea a la hora de hablar de productos tecnológicos o de la energía que mueve los hogares, la propuesta del autor del libro “Resiliencia alimentaria y seguridad nacional” cobra una nueva dimensión.
Pionero del movimiento Locavore en el Estado francés (consumir local para mejorar la seguridad alimentaria) por medio de esa obra que vio la luz gracias a la autoedición, Linou alerta de que «hemos dejado en manos de las grandes superficies el 70-80% de nuestra alimentación -incluso en el medio rural- pero eso implica un grave riesgo: cualquier problema de logística, un ciberataque, un bloqueo en la distribución, generaría un rápido desabastecimiento».
«Permitir a una población alimentarse en circuito corto es una cuestión de seguridad». Esa es la idea sobre la que pivota el trabajo que realiza ante gestores públicos o responsables de cuerpos de seguridad civil.
«No existe un stock público de bienes esenciales y la ciudadanía tampoco dispone de resortes para afrontar una penuria sin caer en respuestas incontroladas, impuestas por el miedo o la frustración, tras una catástrofe o una crisis sanitaria», explica quien en 2011 fue elegido consejero regional de Aude.
El movimiento que promueve ha encontrado aliados en Ipar Euskal Herria. La pequeña localidad de Biriatu, con su alcaldesa Solange Demarcq-Egiguren a la cabeza, adoptó el pasado 3 de mayo un acuerdo plenario sumarse a ese programa, después de que sus consejeros recibieran una formación al respecto.
Una pequeña localidad como ejemplo
«La localidad de Biriatu me pidió que diera una formación y se puso en marcha el programa», ha resumido Linou, para saludar que el riesgo de ruptura de aprovisionamiento de alimentos se haya incluido en el plan de prevención de riesgos del que participa la pequeña localidad del sur labortano.
«Hay que reterritorializar la producción alimentaria, hay que reconectarse al territorio, pero al tiempo hay que preparar a los ciudadanos para afrontar los riesgos», ha añadido.
Ese es, en resumen, el mensaje que ha dejado Stéphane Linou, este lunes, a quienes han tenido la oportunidad de escuchar al inspirador de la fórmula «Locavore».
Una conferencia incluida en el programa Klima que, impulsado por la Mancomunidad Vasca, se desorrolla durante esta semana en distintas localidades del norte de Euskal Herria.
Dos son los ejes sobre los que ya se han puesto a trabajar los electos de Biriatu. De una parte, han puesto en marcha esa labor de sensibilización, en la que tienen mucho que decir las instituciones -empezando por la propia Mancomunidad Vasca, que ya se ha dotado de un plan clima y de un programa de defensa de la soberanía alimentaria- pero también los servicios públicos a los que se encarga la gestión de las catástrofes.
La segunda línea de trabajo pasa por apoyar programas en el ámbito local: en concreto la creación de huertas, familiares o comunitarias, como primer paso para mejorar las reservas alimentarias propias, promoviendo también el embotado y la conservación de producto.
Una iniciativa que, aunque no ha hecho sino dar sus primeros pasos, ha sido puesta como ejemplo por el experto occitano durante su charla ante el público hendaiarra.