La localidad de Ziburu se vio sacudida, a primera hora de ayer, por un nuevo drama ligado a la migración. Eran las 4.59 cuando un tren regional, que cubría la ruta entre Hendaia y Burdeos, arrollaba a cuatro hombres, originarios de Argelia y que, según el procurador de Baiona, entraron muy probablemente «en territorio francés» tras cruzar la muga desde el sur del Bidasoa.
Jerôme Bourrier fue el encargado de aportar, ya por la tarde, los resultados provisionales de una investigación que, según reconoció, presenta dificultades, ligadas, de partida, al lugar en que se produjo el accidente.
Se trata, detalló, de una zona de difícil acceso, situada a unos 500 metros de la estación de tren de Donibane Lohizune.
«Es un lugar poco iluminado y en el que en ese momento no había vigilancia policial», explicó, ello pese a situarse en «un eje que es paso de migrantes», según reconoció.
Un hombre de 21 años es la primera de las tres víctimas que pudo ser identificada de forma segura. El procurador habló, sobre el resto, con suma cautela.
Los documentos localizados en el lugar del accidente aportan datos de cinco personas, cuando en el lugar de los hechos solo se localizaron los cuerpos de las tres víctimas además de una cuarta persona que fue trasladada al Hospital de la Costa Vasca, en Baiona, donde debía ser intervenida ayer tarde.
Objeto de una maniobra de primeros auxilios a cargo del conductor del tren y el controlador, aunque ingresó en estado grave, la vida de esa persona no correría peligro. «Su testimonio será clave para resolver un accidente del que nos faltan muchos datos», aseveró Bourrier.
El procurador quiso dejar sentado que el conductor del tren «no pudo hacer nada para evitar el atropello». Según declaró el empleado de la SNCF, no pudo ver a las personas «porque no caminaban sino que estaban tumbadas en la vía férrea».
Ello llevaba a Bourrier a deducir que, dado que el conductor del último tren de la noche no se encontró con el grupo de migrantes y que el convoy que arrolló al grupo era el primer servicio de la mañana, «estas personas estaban echadas, seguramente dormidas» en el lugar en que ocurrió el fatal accidente.
310 metros más allá
Los protocolos de la SNCF prevén que en caso de que el conductor se aperciba de que hay obstáculos en la vía haga sonar el claxon. El conductor no activó la alarma, lo que indicaría que no pudo ver a las personas a tiempo de detener el convoy, que circulaba a 92 km/hora.
Producido el impacto, el tren se detuvo a unos 310 metros. Inmediatamente, el personal bajó de la máquina y ayudó al migrante que seguía con vida, al que practicaron un torniquete. Tiene heridas en la pelvis y parte inferior del cuerpo, «pero está fuera de peligro», confirmó Jerôme Bourrier en la comparecencia que ofreció en el tribunal de la capital labortana. El procurador fijó como prioridad la identificación del herido y de los otros dos fallecidos «porque hay unas familias que están viviendo en la inquietud».
A ello deberían ayudar los documentos administrativos localizados durante la inspección del lugar del siniestro. Del primer análisis de esas documentaciones, cotejadas con archivos policiales de ambos lados de la muga, el fiscal extrajo algunas conclusiones provisionales.
Uno de los documentos corresponde con un hombre de 21 años que fue detenido, juzgado en el Tribunal de Baiona y recluido en la cárcel de Dax antes de ser conducido a la frontera.
Serían en total tres las docummentaciones que corresponderían a personas de origen argelino que habían sido objeto de un procedimiento administrativo por «estancia ilegal en territorio español». Al haber aparecido, sin embargo, datos referentes a cinco personas, la investigación deberá determinar si efectivamente una quinta persona pudo escapar a la tragedia.
«Estamos en un territorio fronterizo y es relativamente habitual que personas que han penetrado ilegalmente en territorio nacional circulen por ejes ferroviarios», constataba el procurador, evitando referirse claramente a la extrema vigilancia, ya en la muga, ya en las carreteras principales del sur labortano, que podría explicar que los migrantes busquen vías de paso cada vez más sinuosas.
Sin cámaras
No hay cámaras en el lugar en que se produjo el impacto mortal, y tampoco el tren dispondría de grabaciones de imágenes, aunque ayer se procedía a analizar la caja negra del convoy. El grave suceso se produjo cuando aún era de noche, en un tramo sin apenas iluminación, y solo el testimonio del personal del tren, «muy conmocionado», permitió ayer hacer una incipiente reconstrucción de un drama sobre cuya dimensión política evitó pronunciarse el procurador de Baiona.