Fue hacia las 22.30 del 18 de octubre de 2019 en la plaza de Urquinaona, epicentro de los potentes disturbios que siguieron a la publicación de la sentencia contra el 1-O. Barcelona ardía, las redes también. De pronto, entre las hipnotizantes imágenes del fuego empezó a correr como la pólvora el vídeo de una detención que, era evidente, traería cola. La Policía española se llevaba a Albert Garcia, fotógrafo que cubría la manifestación para “El País”, y que el lector de GARA que se fije en los pies de foto reconocerá como un colaborador habitual de esta casa durante los últimos años.
Garcia estaba documentando una detención cuando uno de los policías, tras un rifirrafe, lo señaló. Acto seguido se abalanzaron sobre él y se lo llevaron a la comisaría de Via Laietana, la misma que el número dos de Fernando Grande Marlaska calificó hace dos semanas de «símbolo de la democracia». Dos años después, Garcia encara mañana un juicio en el que tendrá que demostrar, en contra de lo que marcan los cánones del derecho, que no es responsable de dos delitos de atentado contra la autoridad y de un delito de lesiones leves, por el cual le piden año y medio de prisión, una pena multa de 40 días y una indemnización.
Un atestado ficticio
El fotógrafo, profesional estimado en el sector, es consciente de que su gran suerte es que el momento de la detención está grabado desde diversos ángulos, sin que en ninguno de ellos se aprecie atisbo de agresión ninguna. Con todo, en conversación con GARA denuncia la «gran indefensión que genera, a los periodistas y a cualquier ciudadano, el principio de veracidad de las autoridades públicas». «Por el hecho de ser un policía quien me acusa, soy yo quien tengo que demostrar, con pruebas, que no es cierto lo que se dice de mí», señala.
«Se han inventado todo el atestado para justificar una detención», sigue explicando, tras preguntarse qué sería de su caso si como, en tantos otros, no hubiese imágenes. «Es muy grave, para la prensa en particular, pero para toda la ciudadanía en general, que la palabra de un policía sirva para procesar y, llegado el caso, condenar a alguien». «Genera una indefensión terrible», remata.
El atestado se las trae. Está dividido en tres partes, según explica Garcia. Primero relata unos hechos que supuestamente suceden a las 20.30: «Hay un policía que afirma que está efectuando una detención en la plaza Urquinaona, en la entrada del teatro Borràs, me pide que me vaya, yo me voy pero después le agarro por el cuello y lo lanzo al suelo. El detenido se escapa y yo me voy corriendo». Sin embargo, Garcia en ese momento ni siquiera estaba en ese lugar, que estaba tomado por los manifestantes. «Es imposible que un policía pudiese estar haciendo una detención en ese momento en ese lugar», explica. Esta parte del atestado fue rechazado por la Audiencia de Barcelona, pero la Fiscalía la ha mantenido en su escrito de acusación.
El atestado sigue explicando que a las 22.30 la Policía está efectuando otra detención, pide a un grupo de periodistas que se aparte y todos se van a un lado menos un individuo –«que soy yo», dice Garcia–, que no se aparta, empuja a un policía y lo golpea en la mano. Esta parte del atestado es la del momento de la detención del fotógrafo, está grabado y en ninguna de las imágenes se ve la agresión que le achaca la Policía.
La guinda del atestado elaborado por la Policía llega con la tercera parte, cuando señalan que, a las 23.15, una persona del diario “El País”, para el cual cubría la manifestación, se acerca a un mando antidisturbios a pedir explicaciones. Según la Policía, esta persona le había llamado la atención a Garcia, por su vestimenta, en una reunión mantenida en el periódico el mismo día por la tarde. También habría asegurado que el fotógrafo era una persona «impetuosa» con la cual ya «había tenido problemas diversos» en el periódico. «La conversación es real, existe, pero el atestado se inventa el contenido hasta el nivel de que esa reunión de la tarde ni siquiera existe, yo apenas conocía a esa persona del diario», señala Garcia. De hecho, esta persona declarará en el juicio de mañana como testigo de la defensa para desmentir de cabo a rabo el atestado.
«En vez de asumir que se han equivocado con la detención, generan todo un atestado para justificarla, es una huida adelante por su parte», sentencia sobre el escrito Garcia, quien también denuncia que la única instrucción que realizó el juez fue tomarle declaración a un policía y a él.
Amplia solidaridad
El juicio a Garcia ha generado malestar en la profesión, que arropará mañana al acusado en la entrada de los juzgados. Ya lo hizo también el pasado 7 de octubre, con una concentración ante la Delegación del Gobierno español en Barcelona.
En un manifiesto firmado por prácticamente todas la instancias de la fotografía y el periodismo en Catalunya –incluidos el Colegio de Periodistas y Reporteros Sin Fronteras, entre otros– se exige la retirada de todas las acusaciones contra Garcia, el respeto al derecho a la información veraz, en especial en situaciones de conflicto, y la derogación de la Ley Mordaza, al considerar que «limita los derechos y las libertades civiles (...) y provoca una gran indefensión a los profesionales de la información».