Aquella tarde del 17 de octubre de 2011 una de las noticias del acto de Aiete fue el cuarto punto de la Declaración. Muchos acudieron pensando que en aquel texto solo se referiría a las consecuencias del conflicto pero entró también en las causas, en la política. Fue en estos términos: «Sugerimos que los actores no violentos y representantes políticos se reúnan y discutan cuestiones políticas así como otras relacionadas, con consulta a la ciudadanía, lo cual podría contribuir a una nueva era sin conflicto. En nuestra experiencia terceras partes observadoras o facilitadoras ayudan el diálogo. Aquí, el diálogo también podría ser asistido por facilitadores internacionales si así fuese decidido por las partes involucradas».
Sobra decir que los estados no atendieron a esta demanda, como al resto de los puntos. Pero en Euskal Herria la reivindicación del derecho a decidir ha seguido sobre la mesa con hitos como la cadena humana de 2014. Y en Catalunya, donde la marea soberanista apenas había empezado a crecer un año antes (2010), se llegó al punto culminante del reférendum del 1 de octubre de 2017. Así que hoy, una década después de Aiete, tenían que ser catalanes y vascos quienes hicieran balance y testaran la situación actual. Y en las jornadas de Donostia se han encargado de ello dos expresidentes, Juan José Ibarretxe y Quim Torra, y dos activistas ciudadanos, Amalur Alvarez (Gure Esku) y Jordi Cuixart (Òmnium Cultural).
La sesión ha comenzado muy fuerte, con una intervención de Juan José Ibarretxe que ha derivado en un encendido, y hasta emotivo, elogio al «procés». Primero ha parafraseado a Kofi Annan: «Se puede amar lo que se es sin odiar lo que no se es. Y así es: yo tengo mucho respeto por el pueblo español, pero soy vasco. Respeto a quienes disfrutan con ‘la roja’, pero yo quiero hacerlo con ‘la verde’. Estoy de acuerdo en que el problema son los nacionalismos, pero los nacionalismos que niegan a los demás».
En consecuencia, ha reivindicado el «principio democrático» aplicado ya en Quebec o Escocia, y lo ha hecho recordando además que en ambos casos ha ganado por ahora «la unión». También ha puesto sobre la mesa que la ONU «tenía 51 miembros en 1945 y hoy son 193 y la ciudad del Vaticano. Europa tenía 20 jugadores antes de la Primera Guerra Mundial, 26 con el Congreso de La Haya en 1949 y ahora, tras el proceso de integración europea, son 50, 50 jugadores en el campo, y habrá más».
Refiriéndose a Euskal Herria, «somos un cráter bajo el lago, como decía Víctor Hugo. Somos un cráter que a veces erupciona», ha dicho Ibarretxe. Así ha ido a parar al proceso que llevó su nombre: «No estoy por dar consejos a nadie, porque nosotros lo intentamos pero no lo conseguimos», ha indicado remontándose a 2005. «Pero lo que sí humildemente hicimos fue elevar al campo base el concepto del derecho a decidir, que estaba desnaturalizado de manera interesada con dos argumentos: el local de asociarlo a ETA y el internacional de asociarlo a las colonias».
«Después vinisteis vosotros –ha dicho a los representantes catalanes–, que habéis sufrido una vulneración de derechos humanos, individuales y colectivos, de libro. Pero habéis dado un ejemplo de dignidad en términos políticos, habéis elevado el concepto de democracia al máximo nivel. Los generales valientes no dicen ‘avanzad’, dicen ‘seguidme’, y es lo que habéis hecho vosotros. Os deseo lo mejor de lo mejor. No solo os quiero, sino que os creo».
El inhabilitado president Quim Torra, por videoconferencia, le ha devuelto el elogio al que fue lehendakari entre 1998 y 2009: «Tú abriste el camino, nos enseñaste la puerta de la jaula. Pero yo también pongo el énfasis en lo que no ha pasado: el Estado no ha desactivado la represión, el president Puigdemont sigue en el exilio con otros compañeros, en estos dos años y medio en que he sido president he constatado que es imposible que España reconozca el derecho de autodeterminación...»
«Más que de conflicto creo que deberíamos empezar a hablar de aspiración democrática», ha argumentado Quim Torra, recogiendo la reivindicación del «principio democrático» hecha por Ibarretxe. «La nuestra es una aspiración democrática. Y en el Estado español solo los movimientos políticos vasco y catalán son capaces de producir una ruptura. La clave está ahí, en aquella no-ruptura tras el franquismo», ha considerado. En este punto ha incluido la previsible crítica a la mesa de diálogo entre Gobierno y Govern, que ve «poco creíble» y perjudicial para «el relato internacional».
¿Cómo arrancar el derecho a decidir y, en su caso, la independencia? La pregunta del millón. Torra ha devuelto a Ibarretxe la evidencia de que Catalunya tampoco lo consiguió. «Creo que lo que nos faltó fue defender aquel ejercicio democrático y llegar a las últimas consecuencias», ha valorado. «Los británicos salen siempre de sus colonias cinco minutos antes; los españoles, cinco después», ha añadido a continuación para reivindicar la vía unilateral «pulcramente democrática» como única factible.
(Juan José Ibarretxe, Amalur Alvarez y Jordi Cuixart, en el Kursaal. Jon URBE | FOKU)
Dos voces de la sociedad civil
A los líderes institucionales les han tomado el relevo los representantes sociales. Desde Gure Esku, Amalur Alvarez ha puesto en valor los avances en Nafarroa e Ipar Euskal Herria o los sondeos claros sobre la mayoría que concita el derecho a decidir, como Naziometroa. Ha citado igualmente la mayoría política vasca a favor o la tendencia internacional que impulsa las soberanías nacionales y el deseo de decidir. «Pero también es cierto que diez años después de Aiete no tenemos una hoja de ruta y esto hay que reconocerlo así», ha apuntado.
«La dirección de esa hoja de ruta también es clara: una vía democrática, pacífica y consensuada», ha subrayado la coportavoz de Gure Esku. Frente a esta apuesta, «somos conscientes de las dificultades que hay enfrente, de la represión o la criminalización, pero eso no nos tiene hacer desistir. Lo importante es definir el camino».
En ese horizonte se ha mostrado convencida de que «viene otra ola» como la de hace unos años «y ahora no queremos ser turistas soberanistas». Cree que hay «opciones reales» y que pasan por multiplicar fuerzas entre las naciones «no desde la solidaridad, sino desde la colaboración». Una señal concreta, ha recordado, es la cooperación vascocatalana para iluminar simultáneamente 400 cumbres del Pirineo en 2022.
De represión daba testimonio vivo Jordi Cuixart, sentado a su lado, puesto que acaba de salir de la cárcel por el «procés». Primero, una anécdota cariñosa y reveladora de la hermandad vascocatalana en esta lucha: «Mi hijo ha dado la vuelta al mundo con una pegatina de Gure Esku, porque estuve con él en Bilbo antes de entrar en prisión –solo tenía seis meses– y aquella era mi última foto con él».
Cuixart ha incidido en la importancia de la sociedad civil, afirmando que el proceso catalán surgió «pese a los partidos» aunque estos acabaran sumándose. «Y ahora en Catalunya es más imprescindible que nunca que la sociedad civil presione a los partidos para que logren una estrategia compartida, porque si no tiene poco sentido ir a una mesa de negociación».
En cuanto al Estado español, «no vemos una voluntad, no está en ello, pero eso también es nuestra responsabilidad. Lo que no podemos hacer ahora es rebajar las expectativas que nos llevaron a una de las mayores muestras de desobediencia civil de Europa Occidental. Es muy difícil en pleno siglo XXI que salgan dos millones de personas a la calle a poner un trozo de papel en una caja de plástico pese a la violencia que sufrieron desde primera hora de la mañana. La Historia nos dará la perspectiva de la trascendencia que tuvo para la democracia en Europa».
(David Pla, el que fuera delegado de ETA para la resolución, entre el público asistente a esta mesa redonda. Jon URBE | FOKU)
Cuatro conclusiones
Antes de iniciarse esta última mesa redonda de los dos días de jornadas en Donostia (habrá más el sábado en Baiona y el domingo en Barcelona), Agus Hernán ha extraído cuatro conclusiones de estos trabajos, en nombre del Foro Social Permanente: «El proceso de construcción de paz es complejo, paciente, hay que alimentarlo permanentemente»; «urge llevar la batalla del relato a un espacio constructivo, fuera del micrófono»; «las garantías de no-repetición no están aún consolidadas, hay que trasladar a las siguientes generaciones los valores de derechos humanos y la crispación no ayuda»; y finalmente, «orgullo, estamos construyendo un proceso singular que es referencia».