Maddi Txintxurreta
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

La misma práctica revestida con discursos antagónicos: revalorizar o incinerar

Representantes del Grupo Greene que quiere poner en marcha en Bergara una planta para revalorizar los residuos de la industria papelera y Carlos Arribas, de Ekologistak Martxan, quien advierte de los peligros de esta «incineradora», han tratado de resolver algunas dudas ante la ciudadanía.

Jornada sobre la planta que se quiere construir en Larramendi. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)
Jornada sobre la planta que se quiere construir en Larramendi. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

Carlos Arribas, de Ekologistak Martxan, y dos representantes del Grupo Greene, el consejero delegado Juan José Hernández y el director de operaciones Enrique Aráez, se han reunido este lunes por la tarde en el Seminarixoa de Bergara para tratar esclarecer las dudas sobre la instalación de tratamiento de residuos provenientes de la industria del papel que esta empresa quiere implantar en el polígono Larramendi. La sala se ha llenado, señal de que el tema preocupa a los vecinos y vecinas de Bergara.

Pero lo cierto es que lo que debía ser un encuentro explicativo se ha parecido más a un careo entre el ecologista y los empresarios. Carlos Arribas ha desgranado a detalle el proyecto que presentó el Grupo Greene al Gobierno de Lakua para implantar la que él ha llamado «incineradora», tal y como lo definieron algunos ciudadanos y ciudadanas en una concentración realizada en la localidad contra la construcción de esta planta.

Y de ese proyecto ha destacado dos conclusiones principales: la empresa ha mentido en sus intenciones tanto al Ayuntamiento como al pueblo de Bergara –los ha acusado de falsedad documental– y la técnica del pirólisis generará y emitirá varias substancias contaminantes, entre ellas metales pesados, que afectarán al municipio y más concretamente al casco urbano.

Según ha advertido Arribas, el caudal de emisiones gaseosas que provocaría Valogreene llegaría a 60.000 metros cúbicos por hora, se verterían 100 millones de litros contaminados de agua y entrarían más de 70 camiones al día de las siete industrias papeleras que contratarían los servicios de la planta de Larramendi. El mercurio, el cadmio, el talio, las dioxinas y furanos y el amoniaco serían solo algunas de las substancias contaminantes que emitiría al aire esta planta de revalorización de residuos.

El ecologista defiende que el Grupo Greene miente «desde el minuto uno». Por poner un ejemplo, ha asegurado que a pesar de que la empresa y Lakua dicen que la actividad principal sería la recuperación de carbonato cálcico, «no es cierto»: «No se elaborará ni cemento, ni cal, ni óxido de magnesio». Tampoco le cuadran los números. La empresa promete que producirá 27.000 toneladas de carbonato cálcico al año para utilizarlo como materia prima en la fabricación de cemento, pero según el cálculo de Ekologistak Martxan, conseguiría solamente 1.200 toneladas al año. Es decir, menos del 1% de los lodos secos –el residuo principal que trataría la planta junto con el papelote– que se tratarían en Larramendi estarían formados por esta materia aprovechable.

«Un mundo mejor»

El consejero delegado del Grupo Greene, Juan José Hernández, ha tomado la palabra para dirigirse a la ciudadanía de una manera, cuando menos, descaradamente populista. Echando mano del discurso «quiénes somos y de dónde venimos», ha explicado a las oyentes que él antes era carnicero, su compañero Enrique Aráez heladero, y las 46 personas que trabajan en su empresa en el «desarrollo de proyectos para valorizar residuos y producir nuevas materias primas» comparten, después de varios años de esfuerzo, el loable objetivo de conseguir «un mundo mejor».

Ha insistido en que no ha mentido. «Si fuese un mentiroso, no estaría aquí». Y que invertiría 20 millones de euros en la planta de Larramendi que generaría veinte puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos.

Ha asegurado asimismo que su proyecto cumple con todas las normativas medioambientales, porque de lo contrario, no sería posible ponerlo en marcha, y defiende que es una alternativa a las incineradoras y los vertederos.

Los datos y tecnicismos se los ha dejado al director de operaciones de su empresa, quien ha explicado cómo sería el funcionamiento de la planta si consiguieran ponerla en marcha. En un modo didáctico, ha expuesto dos botellas de cristal sobre la mesa, una llena de lodo, otra de papelote (un conjunto de desperdicios o subproductos del papel). Valogreene prevé tratar al año 110.000 toneladas de lodo y 45.000 toneladas de papelote al año, los cuales, respectivamente, contendrían un 52% y un 30% de humedad. Es decir, del total del residuo 70.000 toneladas (46%) serían agua, lo que minimizaría al 54% el residuo sólido a tratar.

Siguiendo con los números, las 53.000 toneladas de lodo seco que trataría Valogreene al año se trataría en un horno de calcinación para aprovechar su fracción sólida, con una carga mineral útil del 52%, según Enrique Aráez. El rechazo del papelote, que se minimizaría a las 31.500 toneladas al año, se aprovecharía en un 20% como carbón después del proceso de pirólisis.

En conclusión: el Grupo Greene asegura que revalorizaría 33.800 toneladas al año de residuo, el 40% del residuo sólido total. «Ya quisieran muchas industrias alcanzar esta cifra», ha enfatizado Aráez.

Las 84.000 toneladas de residuo sólido máximo que sí produciría la planta anualmente, se utilizarían para obtener la energía térmica sin necesidad de otros productos.

Todo este proceso, han reiterado Aráez y Hernández, estaría sometido a un constante seguimiento en materia de emisiones contaminantes por parte de Lakua. «Eso nos dijeron con Zaldibar», ha dicho un ciudadano.