Dicho y hecho. Anunciada el martes y publicada ayer en el BOE, hoy entra en vigor la norma que nos llevará a tener que entrar a un bar para poder quitarnos la mascarilla. Su uso pasa a ser obligatorio «en cualquier espacio al aire libre de uso público o que se encuentre abierto al público», según un decreto que, a las excepciones anteriormente previstas –motivos médicos, actividades incompatibles como comer y beber y residencias con vacunación de refuerzo al 80%–, añade una que puede dar cierto juego.
En el decreto se lee que la mascarilla no será obligatoria en el exterior «durante la práctica de deporte individual, así como durante la realización de actividades de carácter no deportivo que se realicen en espacios naturales y manteniendo, en todo caso, la distancia mínima de 1,5 metros con otras personas que no sean convivientes». Como puso de manifiesto la descodificadora oficiosa del BOE, la periodista Eva Belmonte, el decreto ley no especifica qué entra en la categoría de espacios naturales.
La cárcel se confirma como lugar de excepción al margen de la sociedad, ya que es el único ámbito en el que el Consejo de Ministros se inhibe. Tras los muros, el uso de la mascarilla «se regirá por normas específicas establecidas por la autoridad penitenciaria competente».
Los motivos del Gobierno
Al BOE hay que agradecerle que haya explicado los motivos de las autoridades para imponer la mascarilla en exteriores en contra de toda la evidencia científica acumulada hasta ahora. Otra cosa es que la explicación, que ni Pedro Sánchez ni Iñigo Urkullu habían explicitado, sirva.
El uso de la mascarilla ya era obligatorio en exteriores si no era posible mantener la distancia de 1,5 metros. Se entiende, sin embargo, que el Gobierno considera que no se estaba cumpliendo o, al menos, no se podía comprobar dicho cumplimiento. De ahí que, en la exposición de motivos del decreto ley se lea que la imposición generalizada de la mascarilla «facilita el cumplimiento y vigilancia de la medida, además de evitar la realización de interpretaciones diversas y, por tanto, contribuir a su mejor asunción social».
No es la ciencia la que justifica esta medida, sino el hecho de que su cumplimiento es más fácilmente rastreable.
Chivite sorprende a Urkullu
De forma paralela, y con el objetivo de acordar medidas con las que intentar frenar la actual ola, la lehendakari María Chivite contactó ayer a su homólogo Iñigo Urkullu, cuya primera respuesta fue la sorpresa ante tal mensaje, según informó Lakua. Ambos mantuvieron ayer la puerta abierta a nuevas restricciones antes de Nochevieja, aunque Urkullu insistió en el ámbito estatal como escenario para la toma de decisiones.
También en la arena política, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, criticó que la obligatoriedad de la mascarilla no busca «luchar contra el virus», sino tapar «los problemas de verdad». Otegi pidió basar las actuaciones «en los consejos de la comunidad científica», con el foco puesto en las medidas de prevención. En este sentido, trasladó cinco propuestas, entre las que destacan el refuerzo de los equipos de rastreadores, medidores de CO2, filtros de aire, permisos para los cuidados y la universalización de los test.
Tras los datos de ómicron
En el ámbito científico, los esfuerzos se centran en desgranar las características de la variante ómicron. Todavía falta información para sacar conclusiones demasiado tajantes, pero las cifras de algunos de los países en los que más se secuencia –es decir, donde más se identifican los distintos tipos de variantes– apuntan a una mayor capacidad de contagio de ómicron, algo bastante evidente a estas alturas, y a un menor índice de hospitalizaciones.
La posibilidad de que la nueva variante provoque una enfermedad más leve se mantiene vigente, por tanto, a falta de nuevos datos que lo confirmen. Pero los investigadores insisten en que esto, en un escenario de contagios desbocados, no garantiza un menor impacto hospitalario.
En casa, sin siquiera saber el grado real de introducción de la nueva variante, resulta extremadamente aventurado sacar conclusiones, pero los datos son, de momento, compatibles con estas líneas.
En Hego Euskal Herria, en dos semanas hemos pasado de 1.890 casos a 6.355 casos diarios, un incremento del 236%. Los hospitalizados, sin embargo, han pasado de 490 a 530, un aumento del 8%. Es todo provisional y el impacto hospitalario del aumento de casos de los últimos días todavía está por llegar, pero ambos indicios existen: ómicron puede causar menos hospitalizaciones; al mismo tiempo, si los casos siguen aumentando, la presión hospitalaria también lo hará.