El Ayuntamiento de Bilbo ha aprobado este jueves de manera definitiva sus presupuestos para 2022, con una cuantía de 633,1 millones, la mayor de la historria de la capital vizcaina. El alcalde Juan Mari Aburto ha destacado que el presupuesto aprobado hoy «va a dar cauce a muchas de las necesidades de la villa, con un incremento del 8% y una inversión de 115 millones».

Tras la aprobación, de manera inicial, de las cuentas el pasado 29 de noviembre -con el rechazo de las enmiendas a la totalidad y la incorporación de 34 enmiendas parciales de la oposición por valor de 1.278.000 euros-, el pleno ha sometido a votación este jueves, en sesión extraordinaria, las reclamaciones presentadas asociaciones vecinales, que han sido desestimadas al votar en contra PNV y PSE y a favor EH Billdu, Elkarrekin Podemos y PP.

Entre las reclamaciones ciudadanas presentadas al presupuesto municipal para 2022 estaban llevar Bilbao Bizi y un mejor servicio de Bilbobus para Altamira, un nuevo bidegorri que conecte por la ría los barrios de Deustu, Sarriko, San Inazio y Elorrieta, solucionar los problemas de accesibilidad del barrio de Arangoiti, la Casa de las Mujeres o el polideportivo municipal para Otxarkoaga.

PNV, PSE y PP también han desestimado las alegaciones presentadas por el sindicato LAB, que pedía un presupuesto suficiente para asegurar sustituciones de personal y para reforzar el servicio del 010 y que no se elimine el servicio de guardas forestales para la protección de la naturaleza y la Ambulancia Municipal, entre otras demandas. EH Bildu Elkarrekin Podemos han apoyado estas alegaciones.

Posteriormente, se ha votado la aprobación definitiva de los presupuestos, que entrarán en vigor el próximo 1 de enero, con el voto contrario de los tres grupos de la oposición y el apoyo de los partidos integrantes del Gobierno local, PNV y PSE.

La concejal de Hacienda, Marta Ajuria, ha precisado que tras dos años sucesivos atajando los efectos de la pandemia, «se mira a 2022 como el año del relanzamiento de la ciudad y de seguir avanzando por un futuro mejor en el que todas las áreas del Consistorio crecen y cuentan con mayores partidas, que serán destinadas a trabajar por un Bilbao seguro, sostenible, atractivo, fuerte y con importantes inversiones para afrontar los nuevos retos».

Además, ha precisado que el trámite presupuestario de hoy tiene «un carácter técnico» y se refiere a reclamaciones que «están tasadas por la norma foral». Corresponde «analizar si las reclamaciones presentadas tienen encaje en los supuestos legales establecidos y, como ninguna de ella lo tienen, no podrán ser tramitadas ni tomadas en consideración».

La oposición en contra

En el debate, la portavoz de EH Bildu, Jone Goirizelaia, ha criticado que el gobierno municipal «termina un año más dando la espalda a la ciudadanía, al rechazar todas y cada una de sus alegaciones, cuya clara intención es mejorar el presupuesto municipal del 2022 y que éste dé respuesta a las necesidades reales de los vecinos de Bilbo».

Tras censurar que, un año más, el gobierno municipal «vuelve a escudarse en el dichoso encaje jurídico» para rechazar las alegaciones ciudadanas, Goirizelaia ha asegurado que, «si se quiere dar cabida a las iniciativas populares, que son coherentes y realistas, se puede hacer una interpretación de la norma extensiva, en lugar de la interpretación restrictiva».

Por su parte, la portavoz de Elkarrekin Podemos Ana Viñals ha reconocido que los presupuestos son «expansivos» e incluyen un monto monetario «récord», pero se ha mostrado en desacuerdo con sus prioridades de gasto, porque, según ha advertido, con la distribución que propone el equipo de gobierno «no se puede asegurar una recuperación socialmente justa».

La portavoz del PP, Raquel González, ha censurado que se aprueban los presupuestos «del alcalde, independientemente de lo que diga nadie, ni la oposición, ni los vecinos ni los sindicatos». «Son los presupuestos del alcalde, que así se diseñaron y así van a salir, con la incorporación de una decena de enmiendas de los partidos políticos para lavarse la cara y vender un consenso inexistente», ha criticado.