Sufrieron la violencia política entre 1985 y 2000, al máximo nivel: cuatro de ellas perdieron a sus padres o hermano, el quinto resultó herido en Hipercor. Diez años después de la apertura del nuevo escenario, su dolor no ha desaparecido, ni lo hará nunca. Pero además siguen en algunos casos sin reconocimiento mínimo, en otros sin justicia completa, o sintiéndose burdamente manipulados con intereses políticos... Sare les ha invitado a Bilbo para aportar su experiencia, desde la premisa de que junto a los presos las víctimas son la otra gran parte irresuelta del conflicto. «Dos realidades diferentes que a menudo se confrontan pero que queremos plantear como ámbitos de avance, desde el convencimiento de que ambos son imprescindibles», ha resumido Pili Kaltzada, moderadora.
Obviamente su perfil no encajan en las asociaciones que acaparan el interés mediático con un objetivo muy diferente al de la convivencia. Lo ha remarcado de entrada Robert Manrique: «No somos de la línea oficial». Otra cosa es que sean minoritarias; quizás ya no, ha apuntado Rosa Lluch, la hija de Ernest Lluch, exministro muerto a manos de ETA en 2000.
La mesa redonda ha acabado de hecho con una anécdota muy potente de Manrique y no conocida hasta ahora, que contrasta con tantos mensajes oficiales. Cuando le llamaron para invitarle a un «encuentro restaurativo» con uno de los autores de Hipercor, él estaba reunido con una madre y un padre que habían perdido a dos hijos en aquel atentado: «El padre me dijo ‘Roberto, haz lo que tengas que hacer para que nadie vuelva a pasar lo que hemos pasado nosotros’. Para mí eso es la convivencia», ha remachado.
La capacidad de aportación de estas víctimas en este camino ha quedado muy ratificada. Naiara Zamarreño, hija del concejal de Errenteria Manuel Zamarreño, muerto por una bomba de ETA en 1998, ha señalado que «yo pongo en valor los pasos que ha dado la izquierda abertzale, EH Bildu, sobre el dolor de las víctimas, con su interés en aliviarlo. Se está haciendo un camino, aunque cuando veo esos recibimientos, eso duele».
Naiara Zamarreño: «Me gustaría cerrar el círculo esclareciendo el caso de mi padre. Los presos podrían colaborar, sin que hubiera consecuencias»
Y ha añadido Zamarreño: «En mi caso personal, también me gustaría que se esclareciera el caso de mi padre y cerrar así el círculo. Los presos podrían colaborar en ello, sin que eso tuviera consecuencias», ha propuesto. Una vía que no se plantea a nivel oficial, donde los «crímenes sin resolver» se esgrimen solo con objetivos punitivistas, forzando reaperturas de sumarios o extensiones de condenas ya muy largas.
En esta línea, la opción de que los presos recorran el camino legal hacia la calle sin excepcionalidades, demanda principal de esta jornada de movilización, ha sido defendida sin matices por los cinco interlocutores. El hecho de que sea legal ha sido recalcado por Manrique y Lluch, esta última añadiendo que «no se pueden cambiar las normas a mitad del juego». Para Naiara Zamarreño, «si estamos hablando de derechos humanos, no puede ser para unos y no para otros. Los presos también los tienen».
Diferencias en sus demandas
Es el ámbito de las necesidades de estas víctimas donde sí aflora una diferencia: la que marca el reconocimiento oficial o de los casos. Por encima de ello, Maider García, hija de la víctima del GAL Juan Carlos García Goena (1987), huérfana a los 5 años, ha querido subrayar que «es clave entender que todas las víctimas somos iguales. Cada una ha llevado el dolor a su manera, pero el sufrimiento ha sido para todas por igual. A mí me dan igual Rosa, Idoia, Naiara, Robert, Tamara… Necesitamos un reconocimiento».
Maider García, hija de víctima del GAL: «Siento que no tengo nada: ni reconocimiento, ni justicia, ni memoria»
«Yo estoy en un punto que no sé ni adonde ir, yo siento que no tengo nada: no tengo reconocimiento, pero es que tampoco tengo justicia, ni aparezco en la memoria…», ha apostillado García.
Al otro lado de la mesa, Idoia Zabalza, hermana de Mikel Zabalza, muerto en Intxaurrondo en 1985: «Hemos vivido en el ostracismo. Hablar de nuestro hermano era tabú durante muchos años, nadie hacía preguntas. Ahora se ha empezado a hablar de tortura… hay mucho camino por hacer». Ha destacado el impacto social enorme que ha tenido este año pasado el audio de Intxaurrondo en el que se hablaba de la muerte de Mikel («no es lo mismo leerlo que escucharlo»), pero constatando también cómo lamentablemente ninguna institución ha cogido el guante.
Idoia Zabalza: «¿Reconciliación? Nosotras tendríamos que hacer la paz con el Estado, nos tendría que aportar confianza y herramientas»
«Para nosotras, verdad, justicia y reparación son algo solo teórico -ha añadido Zabalza–. En la práctica, no tenemos derecho a saber, no se nos va a dar nunca porque va en contra del principio de Estado. Y no tenemos derecho a la Justicia. ¿Reconciliación? Nosotras tendríamos que hacer la paz con el Estado, nos tendría que aportar confianza y ofrecer las herramientas para ello».
En cuanto a las víctimas de ETA, Lluch y Zamarreño han señalado el valor que ha tenido para ellas la Declaración del 18 de Octubre de la izquierda independentista. La primera ha añadido además que se siente muy bien en actos como este, de Sare o del Foro Social Permanente. Algo que ha contrastado con esta afirmación inicial: «Muchas víctimas compartimos el cansancio absoluto por la utilización abusiva, y casi pornográfica, de nuestro dolor. Cada vez que hay una disputa política, las víctimas van de un lado al otro del Congreso, sin que nadie nos pregunte qué pensamos. Y la gente piensa además que tenemos un apoyo muy fuerte del Estado español. Pero si nos preguntaran, les explicaríamos que no lo hemos notado casi nunca».
Para Manrique, «independientemente de la sigla que sea, es vital reconocer el daño causado. Aparte de esto, si efectivamente este es un tema de Estado, ¿por qué no trabajan todos juntos en ello?», se ha quejado.
Empatía y sensación de avance
Por encima de la fina línea invisible entre víctimas de uno y otro lado, la empatía entre unas y otras no deja de crecer en cada sesión de este tipo. Rosa Lluch ha reivindicado la necesidad de saber qué pasó, «aunque requiere generosidad, mucha generosidad». Y ha aportado algunos ejemplos personales: «Leer ‘Recoja sus cosas’, de Ander Zurimendi, fue una experiencia, es un libro que me dejó enganchada. O ver ‘Non dago Mikel’ en Barcelona, se encendieron las luces de la sala y la gente no se levantaba. No puedes no saber, tienes que ver ‘Non dago Mikel’, tienes que saber qué pasó. ‘Asier eta biok’, otro tanto...»
Rosa Lluch: «No puedes no saber. Tienes que ver ‘Non dago Mikel’, tienes que saber qué pasó»
Zamarreño ha querido por su parte «poner en valor todo lo que se está haciendo. Yo he sentido ese acercamiento de gente de la izquierda abertzale. Y es una pena que lo que está haciendo no llegue fuera, ese trabajo, esas relaciones… se tendría que proyectar, no sé de qué manera. Hay gente que piensa que aquí todavía vivimos enfrentados y no es así».
Robert Manrique: «Me molesta que los políticos se arroguen el fin de ETA, ha sido la sociedad»
«Las sociedades siempre vamos por delante de las instituciones», ha concluido Manrique, poniendo un ejemplo sobre la mesa: «Si en mayo de 2011 nos lo hubieran preguntado, la inmensa mayoría de los ciudadanos no se hubieran creído que en octubre se produciría esa decisión de ETA. Cuando se habla del final de ETA, me molesta que los políticos se arroguen ese mérito… Quien ha hecho su papel de forma excelente es la sociedad».
La mesa redonda ha sido seguida en directo por representantes de la mayoría social y la unanimidad sindical que respaldan esta jornada de movilización. Y también por algunas víctimas más de ambos lados del conflicto.