Ramón Sola

La primera no-Tamborrada fue nostalgia, en la segunda resuena también el enfado

En la segunda no-Tamborrada el malestar y la incomprensión ganan a la tristeza. A medianoche en Donostia apenas ha sonado Sarriegi en los balcones como hace un año, y no solo por cansancio pandémico, sino también por enfado ante una suspensión tardía, sin alternativa y asumida como «contradictoria».

La gran noche donostiarra ha sido este año radicalmente diferente a la última festiva de 2020... pero también a la de 2021. Mientras en la primera suspensión por la pandemia la mayor parte de los balcones donostiarra lucieron engalanados y la Marcha de San Sebastián se escuchó en casi todas las calles, en esta segunda ha imperado el silencio. Con una excepción bien sonora, la de la Plaza de la Constitución, donde a medianoche sí ha atronado la fiesta durante unos minutos:

 

En general es perceptible que a la nostalgia del año pasado en esta ocasión se le han sumado el enfado y la incomprensión.

Lo cierto es que la fiesta apenas ha tenido repercusión en las primeras horas, más allá de Anoeta, donde sí pudieron reunirse hasta 28.111 aficionados y escuchar dos veces la Marcha, la primera entonada por el Orfeón Donostiarra antes del partido y la segunda al final, protagonizada por la grada. Un pequeño oasis de fiesta en un panorama general de impotencia y confusión.

 

El propio alcalde, Eneko Goia, ha asumido que «estamos viendo una época de contradicciones y yo no oculto que esa probablemente es una». Pero con ello no ha calmado precisamente las aguas, sino que en las redes han proliferado los mensajes que recuerdan que la suspensión sin alternativas ha sido decisión del Ayuntamiento. Tres mensajes de muestra:

 

 

El malestar tiene varios motivos de fondo, todos ellos relacionados con las decisiones del Ayuntamiento. Por un lado, la tardanza en tomar la decisión de suspender la fiesta, que no se oficializó hasta el 7 de enero, cuando para entonces algunas tamborradas tenían avanzados los preparativos, aunque ciertamente otras también habían declinado salir ante la situación sanitaria y la incertidumbre sobre la celebración.

 

Por otro lado es motivo de incomprensión la falta de alternativas, más allá de las tamborradas infantiles por barrios que han tenido lugar este mediodía, en lugar de la masiva infantil que arranca de Alderdi Eder cada 20 de enero. Han participado la mayoría de los centros escolares que lo hacen habitualmente (26 de los 42), con un total de 3.000 niños y niñas.

(Niños y niñas de Orixe Ikastola, este día de San Sebastián en el desfile de Gros. Foto: Andoni Canellada | Foku)

Una solución intermedia que para muchos muestra que también para los mayores se hubieran podido hacer más cosas con imaginación y manteniendo la seguridad. Al fin y al cabo, hace apenas unas semanas tanto la kalejira de Olentzero como la cabalgata de Reyes se celebraron en la ciudad alargando el recorrido para distribuir mejor a los participantes y público.

La guinda de este enfado ciudadano la ha puesto el viaje de Goia a París este pasado domingo, sin consenso municipal y criticado incluso por su socio del PSE, para entregar allá el Tambor de Oro a Esther Ferrer.

 

Por cierto, el mensaje de la artista escuchado en el Teatro Victoria Eugenia el miércoles sirvió para confirmar que la primera opción de galardón era el jefe de la UCI del Hospital Donostia, Félix Zubia, pero que este declinó recibirlo.