La crisis de UPN aparece con toda su fuerza tras permanecer latente
La insubordinación de Sergio Sayas y Carlos García Adanero ha dejado en evidencia que la crisis interna de UPN estaba oculta, latente, pero que no ha desaparecido. Desde su escaño en Madrid, Sayas lanza un órdago a Javier Esparza, que difícilmente podrá responder de una manera satisfactoria.
El panorama al que se enfrenta UPN tras la jornada de ayer es complicado. Inicialmente, todo apuntaba a que Javier Esparza se había apuntado un tanto en Madrid. Hacía valer sus dos votos en el Congreso que Pedro Sánchez necesitaba y conseguía una serie de contrapartidas para la institución más importante que gobierna Navarra Suma, el Ayuntamiento de Iruñea. De este modo, salvaba la difícil situación de Maya, que no pudo aprobar sus presupuestos y que se enfrentaba a una reprobación por sus declaraciones xenófobas. En la locura del día ayer, todavía rascó lo primero pero no pudo ser lo segundo. Conocedores de los detalles de negociación señalan que Esparza consiguió para el alcalde de Tutera, Alejandro Toquero, el compromiso del Gobierno español para retirar las vías del tren del centro de la ciudad.
Ante UPN se aparecía, incluso, la posibilidad de trasladar la geometría variable a la que Sánchez recurrió a Nafarroa. Es decir, podía presentarse ante el PSN como el socio «fiable» frente al «exigente» EH Bildu. Pese a todo lo que ha dicho Esparza de Chivite durante esta legislatura, no puede olvidarse que Navarra Suma se ofreció a aprobar los presupuestos forales si se dejaba a EH Bildu fuera de la negociación. En su momento, parecía un brindis al sol, pero no hay que olvidar que el PSN obedece ciegamente a Ferraz y el acuerdo sobre la reforma laboral podría suponer el inicio de un cambio de rumbo. O podría serlo.
Todo esto saltó por los aires por la ruptura de la disciplina de voto de Sergio Sayas y Carlos García Adanero y la tormenta que generó. En Madrid y en Nafarroa. La vehemencia de los dos diputados de Navarra Suma ha tenido un gran eco mediático en Madrid, pero los dos son viejos conocidos de la política navarra. Y tenían un discurso similar. García Adanero estaba en el Parlamento navarro ya en los tiempos de Miguel Sanz, siendo el negociador en la sombra de todo lo que se movía. Sayas empezó de concejal en Berriozar, escaló posiciones en Juventudes Navarras y llegó al Parlamento navarro como esperanza una derecha renovada y radical. Llegó incluso a disputar a Esparza el liderazgo del partido en el último congreso, logrando un 41% de los votos, lo que reflejaba que la discrepancia con el actual presidente del partido no era escasa.
Desde entonces, Sayas se ha dedicado a «brillar» desde Madrid con un discurso jaleado por los sectores más ultramontanos del PP e incluso por Vox. Optó por no participar en el proceso para designar al candidato de UPN a la Presidencia de Nafarroa y dejar el campo libre a Esparza. Parecía que las aguas se habían calmado en la formación, pero era una ilusión.
La insumisión de Sayas y García Adanero se ha presentado por los diputados como un problema de comunicación desde la dirección del partido en Iruñea con los escaños en Madrid. Dicen que no han hablado por teléfono. Podría ser, lo que sería preocupante. Pero es una muestra de que la crisis en UPN no se había cerrado. Sayas y García Adanero han actuado de manera consciente. En declaraciones a los medios dijeron que acatarían la directriz de Iruñea cuando sabían que no lo iban a hacer. A eso algunos le llamarían mentir.
¿Y ahora qué? Esparza no puede tolerar la insubordinación. Maya, vicepresidente de UPN, ya advirtió desde el Pleno municipal en el que finalmente fue reprobado que «habría consecuencias». Pero el margen de maniobra es escaso. Esparza ha pedido a los diputados que dejen su escaño. Sayas ya les ha respondido que no lo hará. Se supone que plantarán cara en los órganos del partido, lo que seguramente profundizará las heridas.
En el peor de los casos, los dos diputados podrían abandonar la disciplina de UPN pero mantener su escaño, con lo que el partido perdería su representación en el Congreso. Pero si dimiten, también la perdería, porque los siguientes en la lista que presentó Navarra Suma son Cristina Sanz, del PP, y Sonia Pérez, de Ciudadanos. No sería la primera vez que un cargo de Navarra Suma abandone la disciplina de un partido de la coalición, ya que la senadora Ruth Goñi dejó Ciudadanos y ahora es un verso suelto en la Cámara Alta.
La pugna entre los dos sectores de UPN está abierta en canal y también la continuidad de la coalición Navarra Suma, con Ciudadanos cada vez más alejado del PP en un intento de seguir respirando (está el ejemplo de Castillas y León) y Esparza intentando tener un perfil propio frente al partido de Pablo Casado.
Lo único claro en todo esto es que ayer no fue un buen día para la derecha españolista navarra. Aunque al comienzo de la jornada parecía todo lo contrario.