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La contaminación es más devastadora que el covid, al causar 9 millones de muertes al año

La toxificación de la Tierra se ha intensificado y mata al doble de personas que el SARS-CoV-2. Según un estudio de la ONU, una de cada seis muertes está relacionada con enfermedades causadas por la contaminación, triplicando la suma de las muertes por sida, malaria y tuberculosis.

Capa de polución en Madrid.
Capa de polución en Madrid. (GETTY IMAGES)

Un informe de la ONU ha revelado que la contaminación resulta ser más devastadora que el covid-19, al causar nueve millones de muertes al año, lo que supone el doble de fallecimientos que el SARS-CoV-2 y advierte que la toxificación de la Tierra se intensifica y concluye que «el envenenamiento continúa».

Así lo ha asegurado el relator especial sobre la cuestión de las obligaciones de derechos humanos relacionadas con el disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible, David Boyd, quien ha alertado que la contaminación atmosférica es el mayor contribuyente ambiental a las muertes prematuras, al causar unos siete millones de ellas cada año.

Además, ha señalado que una de cada seis muertes en el mundo está relacionada con enfermedades causadas por la contaminación, una cifra que triplica la suma de las muertes por sida, malaria y tuberculosis y multiplica por quince las muertes ocasionadas por las guerras, los asesinatos y otras formas de violencia.

«Mientras la emergencia climática, la crisis mundial de la biodiversidad y el covid-19 acaparan los titulares, la devastación que la contaminación y las sustancias peligrosas causan en la salud, los derechos humanos y la integridad de los ecosistemas sigue sin suscitar apenas atención. Sin embargo, la contaminación y las sustancias tóxicas causan al menos nueve millones de muertes prematuras, el doble del número de muertes causadas por la pandemia en sus primeros 18 meses», ha afirmado.

El documento insiste en que la exposición a sustancias tóxicas aumenta el riesgo de muerte prematura, intoxicación aguda, cáncer, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias, efectos adversos en los sistemas inmunológico, endocrino y reproductivo, anomalías congénitas y secuelas en el desarrollo neurológico de por vida.

De hecho, destaca que una cuarta parte de la carga mundial de morbilidad se atribuye a factores de riesgo ambientales evitables, la inmensa mayoría de los cuales implica la exposición a la contaminación y a las sustancias tóxicas.

Producción duplicada entre 2000 y 2017

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recoge que cada año se emiten o vierten cientos de millones de toneladas de sustancias tóxicas al aire, el agua y el suelo. La producción de sustancias químicas se duplicó entre 2000 y 2017, y se espera que se duplique de nuevo para 2030 y se triplique para 2050, produciéndose la mayor parte del crecimiento en los países no miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).

«El mundo está pasando apuros para hacer frente a las amenazas químicas de antes y de ahora. Por ejemplo, el plomo se sigue utilizando de forma generalizada a pesar de que se conoce desde hace tiempo su toxicidad y sus devastadoras consecuencias para el desarrollo neurológico en la infancia», ha lamentado Boyd.

Entre los motivos de preocupación recientes figuran las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, los alteradores endocrinos, los microplásticos, los plaguicidas neonicotinoides, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, los residuos farmacéuticos y las nanopartículas.

Contaminación acústica

Además, el PNUMA ha instado a prestar una «mayor atención» a problemas como los incendios forestales, que ocurren cada vez con más vehemencia, y la contaminación acústica en las ciudades, que se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública mundial.

El documento, titulado ‘Ruido, llamas y desajustes: problemas emergentes de preocupación ambiental’, advierte de que la contaminación acústica en las ciudades, que califica de «asesino estridente», se ha transformado en un «peligro creciente para la salud pública».

«Sonidos no deseados, prolongados y de alto nivel de tráfico rodado, ferrocarriles o actividades de ocio menoscaban la salud y el bienestar humano. Esto incluye molestias crónicas y trastorno del sueño, lo que resulta en enfermedades cardíacas graves y trastornos metabólicos como diabetes, discapacidad auditiva y peor salud mental», señala el PNUMA.

La contaminación acústica ya provoca «12.000 muertes prematuras» cada año en la Unión Europea (UE) y afecta a uno de cada cinco ciudadanos de la UE, según el informe.

Los niveles de ruido aceptables –precisa– se superan en muchas ciudades del mundo, como Argel, Bangkok, Damasco, Islamabad o Nueva York.

Esa perturbación acústica también amenaza a los animales, pues altera las comunicaciones y el comportamiento de varias especies, incluidas aves, insectos y anfibios.

El PNUMA insta a los planificadores urbanos a priorizar la reducción del ruido en su origen, invertir en movilidad alternativa e infraestructura urbana que cree paisajes sonoros positivos, como cinturones de árboles o muros y techos verdes.

El Programa de la ONU para el Medio Ambiente también avisa de un empeoramiento del clima ocasionado por «peligrosos incendios forestales».

Cada año, entre 2002 y 2016, un promedio de unos 423 millones de hectáreas de la superficie terrestre del planeta, un área del tamaño de toda la UE, ha sucumbido al fuego, lo que cada vez resulta más habitual en ecosistemas de bosques mixtos y sabanas.