Daniel   Galvalizi
Periodista

El PP se parte en dos, los poderes fácticos opinan y toca a Sánchez decidir los tiempos

La explosión del principal partido de la oposición no es buena noticia para la izquierda. El establishment da la espalda a Casado y vería en Ayuso una herramienta más eficiente. Vox, beneficiado directo del fratricidio del PP. Sánchez intentaría salvarse con anticipadas. En juego, los próximos años.

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en un acto reciente, antes de consumarse la abrupta ruptura.
Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, en un acto reciente, antes de consumarse la abrupta ruptura. (Isabel Infantes | Europa Press)

Velocidad, adrenalina, vértigo. Lo que está sucediendo en la política del Estado español por estas horas es uno de esos momentos vertiginosos que se recordará por años. Nunca antes hubo una disputa en el PP tan sangrienta y pública como ésta. Solo suelen darse estas coyunturas cuando hay algo importante en juego. Y en estas horas no se está discutiendo si Tomás Díaz Ayuso tuvo una mordida ilegal (inmoral, seguro). Se está discutiendo el poder real y la dinámica de los próximos tiempos.

Sugerencia al lector: olvidarse por un rato de principios morales, gustos ideológicos y de hechos más anecdóticos, como la denunciada mordida, que provocó una denodada preocupación de Teodoro García Egea en que haya un hecho de corrupción en el PP madrileño. ¿Desde cuándo al Partido Popular lo desvela la rigurosidad ética en los procedimientos de licitaciones y compras con intermediarios cercanos a los políticos?

Vayamos al gran tablero, al de la política del poder y su lucha. Y atemos cabos. Primeros hechos constatados: hace nueve meses Isabel Díaz Ayuso arrasaba en las elecciones y dos meses después manifestaba su intención de presidir el PP regional. Al poco tiempo, Pablo Casado intenta desactivarlo y propone al alcalde Martínez Almeida para ese cargo. Empezaba el miedo a la sombra ayusista.

La pelea tuvo vaivenes y parecía haberse congelado. Los soldados que batallan son García Egea para Casado y el ex alto cargo aznarista Miguel Angel Rodríguez, jefe de gabinete de Ayuso. Pero ahora volvió y provocó la ruptura interna hasta un grado del cual será difícil volver. Y posiblemente no quieran volver.

Si Ayuso no tuviera en las encuestas el éxito que tiene en el electorado de derecha, ¿importaría a Casado que sea presidenta del PP de Madrid? La respuesta es un rotundo ‘no’. Si no fuera vista como adversaria interna, ¿se habría filtrado desde Génova con alevosía el presunto caso de corrupción del hermano de Ayuso? La respuesta parece también obvia.

El carisma ‘celebrity’ que logra hoy Ayuso con el electorado no lo tiene nadie hoy en el Estado español. Su agenda thatcherista importa poco cuando el voto es emocional

No se puede evitar citar a la exportavoz Cayetana Alvarez de Toledo cuando se refería a esta enfrentamiento y lo calificaba como una «confesión de debilidad» por parte de Casado. El carisma y la conexión a nivel de «celebrity» que logra Ayuso con el electorado desde el centro hasta la derecha radical no lo tiene nadie hoy en día en el Estado español. Que tenga una agenda económica neoliberal, thatcherista y regresiva importa poco. El voto es emocional, ya se sabe.

El desastre estratégico que se cristalizó con las elecciones de Castilla y León (anticipadas con el aval de Casado) dan muestra que Casado no encuentra el rumbo. Está acechado por la ultraderecha de Vox, que bloquea su crecimiento, y en el nicho del discurso no para de cometer errores sin sentido que lo deslucen como líder (con recordar su retórica sobre las macrogranjas, el vino y la remolacha alcanza y sobra).

La hora de los dueños de España

El Ibex, el palco del Bernabéu, el establishment, los poderes fácticos, el régimen. La metáfora que se desee usar. Sea cual sea, apunta a ese rol político tan difuso pero tan determinante que tienen los hombres, mujeres y corporaciones más ricas del Estado. Siempre más cercanos a la derecha (y con el PP en particular) que con el resto de los partidos, este sector minoritario pero poderoso también decidirá por estos días cómo acaba el culebrón.

Los poderes fácticos tienen conocimiento de la demoscopía y saben cuál es la situación de Casado y Ayuso. Como se recordaba ayer en NAIZ, la encuestadora Electomanía publicó el 17 de diciembre pasado un estudio en el que los votantes respondían ante un hipotético escenario con una nueva marca electoral liderada por Ayuso y Alvarez de Toledo. Las respuestas otorgaban 83 escaños para ellas, 52 para el PP y 34 para Vox.

En el informe de la encuesta, el 47% de los votantes del PP y el 52% de los votantes de Vox respondían que si aparecía en el mapa político estatal esa opción ayusista, la votarían. El establishment toma nota.

Algunas señales de distancia entre los poderosos con la cúpula del PP empezaron a percibirse con la reforma laboral. La CEOE y la FAES, por ejemplo, desairaron a Casado con su negativa. Algunos otros sectores de la derecha mediática vienen manifestándose abiertamente a favor de Ayuso y en contra de la dirección actual de la Ejecutiva estatal.

Pero tras lo ocurrido el domingo pasado en Castilla y León y con la reforma laboral, los movimientos se aceleran. ¿Es casualidad la filtración ayusista del presunto espionaje en este momento de debilidad del PP? ¿Es casual que se haya hecho en dos periódicos cercanos al PP?

Más allá de las dudas, está la verdad: anoche, ‘El Mundo’ en un duro editorial pide la dimisión de Casado. El principal periódico de la derecha española acusa a la dirección del PP de hacer «un chantaje sin pruebas» a Ayuso y dice que de «la vergüenza actual que protagoniza no podrá volver». A la misma hora, ‘Abc’, el segundo periódico más relevante para la derecha española, pide la dimisión de García Egea, que es casi lo mismo que pedir la de Casado. La actitud de las cadenas de TV privadas en los próximos días dirá mucho de adónde quieren ir los poderes fácticos.

También están en esa sintonía dos portavoces contundentes del conservadurismo español: Federico Jiménez Losantos (y todo su multimedio) y Cayetana Alvarez de Toledo. Ayer la diputada se convirtió en la primera dirigente de peso del PP en pedir la renuncia de Casado desde que éste asumiera el cargo en 2018. Otros diputados de segunda línea salieron a apoyarlo en Twitter. Los barones Moreno Bonilla (Andalucía) y Núñez Feijóo (Galiza) siguen en un sugestivo silencio.

Que haya un cambio en Moncloa, especialmente sin Podemos ni los soberanistas de EH Bildu y ERC como parte de la mayoría legislativa, no es gratuito para los poderes fácticos. La no bajada de impuestos, el aumento del salario mínimo (ya pasó de 600 a 1000) y los -tibios- cambios en la reforma laboral son una batalla por miles de millones de euros a largo plazo y quienes deben pagarlo harán, legítimamente, lo posible por evitarlo. ¿Cómo no apoyar al menos sigilosamente a una herramienta con buenas probabilidades de ganar, como es Ayuso? Es probable. ¿Querrán utilizar esta crisis para obligar a Casado a hacer cambios en su estrategia para que mejore sus posibilidades? Más probable aún.

Sánchez, el decisor

El presidente del Gobierno tiene la potestad de disolver las Cortes Generales o esperar hasta el último día de los cuatro años que fija la Constitución. Como dijera hace poco en su columna semanal el exjefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, el líder del PSOE decidirá convocar generales cuando más le convenga a él. Ni más ni menos (lo decía por el crecimiento de Yolanda Díaz en las encuestas).

 Sánchez sabe que unas generales antes del próximo invierno darían menos tiempo a los rivales; a las dos

Observando el gran tablero, a Sánchez le conviene que su rival histórico se desangre en internas pero no le conviene una escisión que ponga a Ayuso en la cancha. Unas generales en noviembre de 2023 daría tiempo de sobra al ayusismo a montar una nueva plataforma que trascienda al PP para competir. Es decir, para hacer lo que está intentando Yolanda Díaz, diluyendo a Podemos en algo más transversal. Lo que electoralmente le sería más rentable también a la presidenta de Madrid (está probado que capta votos del PP, Vox, Ciudadanos y PSOE). En cambio, unas generales antes del próximo invierno (que coincidan con las andaluzas, tal vez) darían menos tiempo a sus rivales. A las dos, Isabel Díaz Ayuso y Yolanda Díaz. El tiempo y su control vale más que nada en política.

La gestión de los fondos europeos es uno de los argumentos que casi todos los analistas esgrimen cuando aseguran que Sánchez y Podemos querrán estirar la legislatura hasta su límite constitucional. ¿Pero esos fondos le pueden ganar a la perspectiva futura de derrota? ¿Cuán tentador puede ser para un PSOE caoba ir a las elecciones con un PP incinerado en sus guerras internas? Es verdad que un Casado débil también hará crecer a Vox, que es un partido más nuevo con un electorado más fiel y movilizado. Pero tiene un techo electoral bajo y su sorpasso al PP es difícil.

Surgen también otras preguntas: ¿Es posible que el ayusismo tras la ruptura con Casado quiera organizar su propio espacio a nivel estatal? Lo es, aunque tiene limitaciones que lo convierten en una empresa difícil pero no imposible. Tal vez jueguen con esa idea para forzar un pacto político con la Ejecutiva. A matar o morir. ¿Pero llegaría hasta este límite de tensión y ruptura la presidenta madrileña si no fuera porque tiene ya decidido aspirar a un cargo mayor que el autonómico? Muchas preguntas que tendrán respuesta en las próximas semanas que definirán los próximos años.