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Elkarrizketa
Emmanuel Courcol
Cineasta

«Si quieres crear conciencia, hay que apostar por un cine popular»

Ganadora del Premio del Cine Europeo a la Mejor Comedia, ‘El triunfo’, que acaba de estrenarse, se inspira en un hecho real, acontecido en una cárcel sueca en los años 80, para reivindicar el valor del teatro a la hora de liberar el espíritu de quienes permanecen en prisión.

Emmanuel Courcol.
Emmanuel Courcol. (J.DANAE)

Los talleres relacionados con la creación escénica cada vez tienen más espacio en los centros penitenciarios. En el de Meaux Chauconin, cerca de París, llevan años con un grupo de teatro cuyos montajes son representados por los propios reclusos en diversos teatros a lo largo y ancho del Estado francés. Al ver una de estas obras, Emmanuel Courcol tuvo claro que ahí había una historia que quería contar. Ese fue el germen de ‘El triunfo’ donde se narra la historia de Étienne, un actor en horas bajas, que acaba como profesor de teatro en una cárcel. En ese contexto, y sirviéndose del ‘Esperando a Godot’ de Beckett, el protagonista de la película iniciará un viaje de autodescubrimiento junto a los presos con los que trabaja.

​Usted tiene una dilatada trayectoria como actor, pero hasta hace unos pocos años no debutó como director. ¿Los filmes que ha dirigido caben asumirse como la prolongación de una trayectoria o prefiere mantener diferenciadas ambas facetas?

Si miro mi trayectoria retrospectivamente creo que todo lo que he hecho forma parte de un mismo proceso. Es verdad que, ante todo, creo ser actor, no en vano, he estado más de veinte años dedicándome a ello antes de probarme como guionista, tras lo cual empecé a dirigir. Cuando empecé a trabajar como actor jamás pensé que terminaría dirigiendo, pero fue un deseo de ir hasta el final en mi trayectoria lo que me hizo ir probándome en otras facetas.
 
En todo caso, atendiendo a ese recorrido, ‘El triunfo’ se antoja una película muy personal. ¿Cuánto de usted hay en el personaje de Étienne?

Bueno, él es un actor con una gran carga de frustración encima y, si lo pienso, en mi caso, fueron esas frustraciones que sentía como actor las que me llevaron a escribir y mis frustraciones como guionista, las que me condujeron a la dirección. En el momento en que me sienta un director frustrado es probable que acabe ejerciendo de productor (risas). Pero bueno, de momento estoy contento trabajando como director y tengo unas cuantas películas que quiero hacer en la cabeza.
 
En este sentido, ¿el hecho de hacer esta película le ha supuesto un triunfo como le ocurre a Étienne a la hora de reencontrarse consigo mismo?

La idea de triunfo es muy subjetiva. En el caso de esta película la verdad es que hemos tenido muy buenas críticas y muy buena aceptación por parte del público, si bien su carrera comercial se ha visto limitada por culpa de la pandemia. Estamos en una época donde hacer una película ya es un logro, teniendo en cuenta que cientos de miles de espectadores han dejado de frecuentar las salas, en muchos casos para no volver. En mitad de esta coyuntura estrenar es ya un triunfo, más si se trata de un film que aborda un tema social. En este sentido, la respuesta que hemos tenido por parte del público, si bien no ha sido masiva, sí que ha sido muy sentida y eso redunda en la idea de éxito.
 
Pero yo me refería, sobre todo, a lo que ha supuesto para usted, en lo personal, dirigir una historia como esta.

¡Ah! En ese sentido la idea de éxito se me antoja más clara (risas). La verdad es que hacer esta película fue, sobre todo, un triunfo de la amistad, me ha dado los mejores momentos que he vivido en un rodaje. Ese fuerte sentimiento de camaradería que destila la historia nos impregnó a todos, al equipo artístico y técnico. De hecho, hace un mes quedamos con varios de los presos con los que habíamos trabajado y estos nos pedían a mí y al productor desarrollar alguna historia sobre cárceles que nos permitiera volver a trabajar juntos de nuevo. Haber dejado ese poso sí que, para mí, supone un triunfo.

Ahora que comenta esto, ¿cómo fue el proceso de selección de actores?

Fue complejo porque tenía que encontrar a actores que no solo interpretasen a presos, sino que se ajustasen a los papeles que iban a representar en la obra que esos prisioneros ensayan en su taller de teatro, que no es otra que ‘Esperando a Godot’. Antes de comenzar el rodaje, trabajamos durante tres días sobre la obra teatral para consolidar esa mezcla entre actores noveles y otros intérpretes con más recorrido. De hecho, uno de los mayores elogios que he recibido con esta película son esas dudas, que algunos espectadores me manifiestan, sobre si los protagonistas son actores profesionales o no.
 
Más allá del casting y de la singularidad del proyecto, ¿cómo fue el proceso de documentación para elaborar el guion de ‘El triunfo’?

El proyecto nació cuando conocí a Irene Muscari, coordinadora cultural del centro penitenciario de Meaux Chauconin. Gracias a ella fui a ver una producción de ‘La Iliada’ realizada por reclusos de dicha prisión y gracias a ella, también, se me abrieron las puertas de la penitenciaría donde pude asistir al nacimiento del siguiente proyecto teatral que puso en pie la compañía. Durante ocho meses estuve yendo una vez a la semana a verlos ensayar y posteriormente los acompañé al teatro donde iban a representar la obra. Gracias a eso pude rodar un documental y ver la relación que mantenían los propios presos entre sí y también con el director del espectáculo. Eso me permitió acercarme mucho más a la realidad cuando finalmente rodé la historia.
 
¿Hasta qué punto este tipo de actividades facilitan los procesos de reinserción?

Como dice Irene Muscari, de cara a lograr la reinserción de aquellas personas que acaban en la cárcel, lo relevante no es el tiempo de condena con el que se castiga a esa persona sino que ese tiempo esté bien aprovechado. Porque puedes sentenciar a alguien a veinte años, tenerle ahí dentro pudriéndose y eso no va a motivar en él ningún tipo de reflexión ni de acción que facilite su reinserción. Pero si coges a esa persona desde el minuto uno y comienzas a trabajar con ella en algo, le das la formación y las oportunidades que fuera de la cárcel no ha tenido y consigues que se implique, entonces es muy posible que esa reinserción se produzca. Hay que aprovechar ese primer momento para intentar reintegrar en el sistema a esas personas.

‘El triunfo’ es un película que ha sido financiada por la productora de Robert Guédiguian. ¿Se trata de un cineasta que le inspira? Se lo pregunto porque su película está muy próxima en estilo a su cine y a su forma de dirigir.

Bueno, yo creo que se trata de una película muy distinta a las que rueda Guédiguian, pero sí que siento que hay algo que nos aproxima y es el deseo de realizar un cine de autor de vocación popular. También Danny Boon, el rey de la taquilla en Francia y referente indiscutible de la comedia popular, participó en la producción de ‘El triunfo’. A ambos cineastas, y no puede haber directores más diferentes entre sí, le encantó el guion de nuestra película y por eso se lanzaron a apoyarnos. Y yo creo que el motivo por el que conectaron con el proyecto fue justamente ese, ambos percibieron que la única manera de contar una historia como esta era a través de un formato de comedia que conectase con un público amplio. Lo que está claro es que si quieres crear conciencia en el espectador hay que apostar por un cine popular. Eso no quiere decir que no confíe en la inteligencia del espectador, justamente porque tengo una fe ciega en ella, necesito hacer películas que conecten con la audiencia.