NAIZ

La ONU busca un acuerdo para cuidar la alta mar; solo el 1,2% está protegida

Estos días se está celebrando una reunión clave para proteger la alta mar, un espacio que hasta ahora no está cuidado debidamente porque no pertenece a nadie, pero cuya conservación resulta muy importante.

Los factores nocivos para la alta mar no dejan de crecer.
Los factores nocivos para la alta mar no dejan de crecer. (Getty)

La conservadora marina británica Hanna Rudd, una de las jóvenes embajadoras de la alta mar, considera que la reunión de Naciones Unidas en la que hasta el 18 de marzo se busca un acuerdo para la protección de esta parte de los océanos es clave, pues en la actualidad tan sólo el 1,2% de alta mar se halla protegido.

Rudd lo explica así en ‘Es ahora o nunca para el océano mundial’, una tribuna en la que señala que «la alta mar alberga enormes cantidades de biodiversidad, que está directamente conectada con las áreas costeras» y supone un «valor incalculable en nuestra lucha contra la crisis climática».

Por eso, considera que la reunión de la ONU, que comenzó ayer en Nueva York y se prolongará hasta el próximo día 18, es una ocasión sin precedentes para proteger el océano mundial este 2022, para lo cual se necesita «hacer gala de liderazgo global». Del 27 de junio al 1 de julio tendrá lugar la Conferencia sobre los Óceanos en Lisboa, organizada por los gobiernos de Kenia y Portugal, la cual la propia ONU admite que «llega en un momento crítico en el que el mundo está reforzando sus esfuerzos para movilizar, crear y promover soluciones que permitan alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030».

Colapso ecológico

El océano, recuerda Rudd en su artículo, cubre el 71% de la Tierra, y la alta mar (también conocida como las áreas fuera de la jurisdicción nacional, AFJN) abarca el 64 por ciento de sus aguas y cubre casi la mitad de la superficie de nuestro planeta.

«La alta mar no pertenece a nadie y pertenece a todo el mundo, es nuestro último verdadero bien común», destaca la joven activista, que subraya los riesgos para su conservación, pues al carecer de regulación y monitorización, «presenta numerosas lagunas legales y de gobernanza».

El principal riesgo, advierte Rudd, es el de el colapso ecológico acelerado por las actividades antropogénicas que ya están causando la degradación rápida de los hábitats oceánicos y enormes declives de la biodiversidad marina.

Otros factores nocivos son la sobrepesca, la extracción de gas y petróleo, la minería y el transporte marítimo de mercancías, en combinación con los efectos de la crisis climática, con consecuencias catastróficas para la vida marina, los ecosistemas, las comunidades, las culturas y los modos de vida relacionados con el océano.

Sin embargo, «la pregunta sigue siendo: ¿hay suficiente voluntad política para llevar a buen puerto este tratado que supone una oportunidad única en la vida?» se pregunta la joven activista

Sus viajes sostenibles

Hanna Rudd cuenta con una página web y una página de Facebook en las que anima a viajar siguiendo la filosofía slow y de forma sostenible. Pretende inspirar a otras personas contando sus viajes en los que conecta con lo salvaje, es responsable, promueve los negocios locales y las experiencias que se comprometen con las culturas, aprende todo y sobre todo de las personas locales y conecta con las personas. Además, comparte sus experiencias como mujer que viaja sola.

Del mismo modo, conciencia sobre el cuidado de los mares y los tiburones, e impulsa las carreras de las mujeres científicas.