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Muruetagoiena: «Que todavía miembros de las FSE nos quieran hacer daño es muy loco»

El Ayuntamiento de Oiartzun organiza desde hoy jueves al sábado actos de reconocimiento y recuerdo al médico Esteban Muruetagoiena, fallecido por torturas en 1982. Su hija Tamara ha recordado el caso esta mañana en Radio Euskadi y mostrado su estupor por el boicot policial a la norma de Lakua.

Tamara Muruetagoiena, hija de Esteban Muruetagoiena.
Tamara Muruetagoiena, hija de Esteban Muruetagoiena. (Jagoba Manterola | FOKU)

Tamara Muruetagoiena, hija del médico Esteban Muruetagoiena –fallecido por torturas en 1982–, participa este jueves tarde en una mesa redonda en Oiartzun, dentro de los actos convocados por el Ayuntamiento para recordarlo. Habrá otra sesión el viernes, con Paco Etxeberria entre los intervinientes, y un acto oficial el sábado a las 13.00 horas. Todo ello en un contexto que Tamara Muruetagoiena ha recordado esta mañana en Radio Euskadi, en el que el reconocimiento y la reparación oficiales se abren paso en Euskal Herria pero son inexistentes en el Estado español.

Tras revivir su terrible historia, destacando el silencio imperante durante años y que hizo que hasta cumplir 18 años no supiera por qué murió su aita, Muruetagoiena ha indicado que posteriormente ha tenido «ocasión de contar mi historia, pero eso no traía ninguna resolución, ningún paso adelante. Ahora sí lo hay. Hay una ley del Gobierno Vasco, también del navarro, para que estos casos sean reconocidos y reparados».

Ha lamentado, no obstante, que «es una ley que ha tenido muchas dificultades a nivel político». Y aquí ha incidido en que «de las 1.200 personas inscritas [en el proceso de petición de reconocimiento en la CAV] el 40% han sido personas que han querido boicotear este proceso, miembros de las FSE que han tenido ayudas por otras vías y que han querido hacernos daño a estas alturas. Es tan loco y surrealista… es lo último que me imaginaba. Han tenido otros caminos legales para ser tenidas en cuenta. Que a estas alturas aún nos quieran hacer daño me sorprende mucho».

Tampoco ha querido pasar por alto Tamara Muruetagoiena que «a nivel del Estado español no existe ningún mecanismo para que estos casos tengan un reconocimiento institucional. Espero que algún día abran una puerta».

«En estado de shock»

Con ocasión de estos actos, en la entrevista Tamara Muruetagoiena ha revivido la trágica historia de su padre, que ya contó en profundidad en este reportaje en 7K, con algunos detalles novedosos. Así, ha traído a colación cómo todo empezó cuando Esteban atendió en casa a los miembros de un comando de ETA, uno de los cuales estaba gravemente herido. Ha recordado que cayó una fuerte nevada que hizo que tuvieran que pasar en su casa diecisiete días. En ellos, ha recordado (ella tenía solo cuatro años) cómo el herido sangraba y cómo los veía al entrar en su habitación para coger los juguetes.

Ha seguido recordando que Esteban Muruetagoiena resultó juzgado por ello y «ganó el juicio», pero años después fue detenido junto a la madre de Tamara. «Entonces eran diez días de incomunicación, se los aplicaron a mi padre. Cuando salió de comisaría, las personas que le vieron quedaron en estado de shock, no tenía percepción de la realidad. Y a mi ama la habían puesto al lado de mi aita para que escuchara como gritaba mientras lo torturaban».

«Tres días después de salir de comisaría, mi aita una mañana ya no se despertó. En la convulsión política de aquella época, el mismo día del funeral se hizo una autopsia, la hizo un doctor que no era médico forense, que no tenía ni conocimientos ni el material. Afortunadamente hubo testigos, médicos internacionales y un familiar. El caso tuvo eco a nivel internacional, médicos internacionales denunciaron la barbarie de aquella autopsia, pero se determinó oficialmente que había muerto por causas naturales», ha evocado Tamara Muruetagoiena.

«A todos se nos para el corazón, claro», ha ironizado. Pero lo cierto es que Esteban «tenía el tímpano roto y fuertes hematomas en la parte baja de la espalda, por las descargas eléctricas».

«Con el tiempo hemos recuperado unos audios con la descripción de la autopsia. Esos audios hablan de una locura, no era el sitio adecuado para la autopsia [el cementerio de Ondarroa] ni el material adecuado... Me hace mucho daño oír esos audios y constatar que aquel doctor [Faustino] Alfageme no hizo su labor bien».

Con todo, el silencio terminó imponiéndose: «El resto de la familia estaba tan dolorida por lo que había pasado y tenía tanto miedo... ahí se quedó todo. Con ocho años me quedé huérfana de padre y con una madre sicológicamente destrozada. Diez años después fue cuando yo, ya con dieciocho años, me enfrento a mi madre y le digo que quiero saber qué ha pasado». Fue entonces cuando ella le enseñó unos recortes de prensa y entonces supo que su padre había muerto a consecuencia de la tortura.