Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Lejos de la utopía social y de la era soviética

Estado francés. 2020. 98’ Dir.: Fanny Liatard y Jérémy Trouilh. Guion: Fanny Liatrad, Jérémy Trouilh y Benjamin Charbit. Prod.: Julie Billy y Carole Scotta. Int.: Alseni Bathily, Lyna Khoudri, Denis Lavant, Jamil McCraven, Finnegan Oldfield, Farida Rahouadj, Meta Mutela.

Alseni Bathily es un inmigrante africano en el banlieue de París.
Alseni Bathily es un inmigrante africano en el banlieue de París. (NAIZ)

La ópera prima de Fanny Liatard y Jérémy Trouihl, que ya dirigieron juntos el cortometraje ‘Chien bleu’ (2018), comienza en tono documental con imágenes de archivo en las que se puede ver al cosmonauta Yuri Gagarin en el acto de inauguración de 1963 de las altas torres construidas en la nueva ciudad periférica de Ivry-sur-Seine. Contrasta acto seguido con la ficción actual, marcada por la lucha por la supervivencia de la población inmigrante, una vez más desplazada y desalojada de sus viviendas. Aquella utopía social se vino abajo del todo cuando en el año 2019 las torres fueron demolidas, y ‘Gagarine’ (2020) es la historia de un joven de origen africano que resiste por mantener vivo su hogar.

Este chico se llama, no por casualidad, Yuri. Un nombre lleno de paralelismos y carga simbólica, y que se corresponde con un personaje de futuro que le valió a Alseni Bathily el premio de Mejor Actor en el festival de Sevilla, después de su paso con éxito por Cannes, dentro de la sección Marché du Film.

El protagonista es un soñador, un inventor imaginativo, que se resiste a sucumbir a la despersonalización de un ambiente urbano ruinoso. En un paisaje suburbial que se ha vuelto desolador, con un bloque compacto de 10 edificios de 13 plantas y 337 apartamentos de ladrillo rojo, del que procede la denominación del cinturón rojo de las afueras de París.

En medio de ese caos, Yuri lucha por cumplir sus sueños de ser astronauta, o al menos aplicarlos a la modificación de la zona degradada en la que le ha tocado vivir, y que intenta recuperar mediante su gran inventiva. Trata de convertir el edificio abandonado en una especie de estación orbital, con su propio microclima sostenible para las plantas y la salvación de la vida natural. Es su manera de posicionarse frente a la mayoría de un vecindario que ha optado por mudarse a otro lugar.