El Athletic ha desperdiciado una magnífica oportunidad para aumentar seriamente sus posibilidades de disputar la próxima campaña competición europea. Pero no ha sido porque no le haya puesto todo el empeño del mundo, sino porque entre el desacierto y Mamardashvili han impedido una victoria que hubiera sido un auténtico impulso para el objetivo marcado por el club.
Y es que el Athletic, que ha repetido el mismo once que ganó al Atlético, ya se ha puesto las pilas durante el primer tiempo para intentar ponerse por delante en el marcador, aunque ha fallado la puntería. Desde el pitido inicial, los de Marcelino se han hecho con el control del juego, aplicando un estilo que está en todos los libros sobre fútbol, abrir a banda y colocar centros al área.
No sin sufrir algún que otro susto, como una arrancada de Maxi Gómez que Yeray ha tenido que parar con una amarilla cuando el delantero ya enfilaba la portería rojiblanca. El Valencia, que se ha visto apurado en muchas fases, ha priorizado el envío largo a las espaldas de la defensa local, con incorporaciones de sus jugadores de medio campo.
Mientras tanto, Díaz de Mera, demasiado permisivo con los contactos, ha ido desesperando al respetable a medida que unas cuantas faltas claras –cierto que para ambos bandos–no se pitaban. Así las cosas, los anfitrones han seguido bombeando balones al área visitante, donde Mamardashvili ha dejado buena muestra de sus manos de mantequilla.
De uno de esos lances en los que el guardameta georgiano ha demostrado su inseguridad ha llegado una de las mejores ocasiones vascas, con un duro disparo en el minuto 22 de Raúl García –el de Zizur Nagusia ha cumplido 551 encuentros en Primera, el tercero que más de la historia– al que, esa vez sí, han respondido con acierto los guantes del cancerbero che.
También ha echado la llave a su portería en el 32, tras un desmarque y posterior cabalgada por la derecha de Iñaki Williams a un envío vertical que ha culminado en un remate bastante forzado desde el suelo, interceptado por los reflejos de Mamardashvili.
El último tramo de ese primer periodo se ha desarrollado sin mayores contratiempos para ambas metas, con la salvedad de un serio contratiempo para la zaga valencianista por la lesión de Gabriel Paulista, al producirse un esguince de tobillo en una carrera con Iñaki Williams.
Dos oportunidades bastante claras del de Errotxapea, especialmente la primera, han marcado el primer cuarto de hora de la reanudación. Una vez más, se ha marchado en velocidad, en esta ocasión de Foulquier, pero su mano a mano con Mamardashvili lo ha vuelto a resolver el georgiano, que ha intercalado fallos con decisivos aciertos.
En la segunda, Iñaki Williams no ha acertado a conectar el cuero cuando estaba ya en boca de gol y su marcador ha errado a la hora del despeje. El Athletic seguía desperdiciando lances con los que adelantarse en el luminoso, mientras la grada ha impulsado a los suyos para que la escuadra rojiblanca no se desmoronase ante tanto fallo, al grito de «Jo ta ke irabazi arte».
El Valencia ha puesto una aislada réplica en el 68 –el mejor remate che–, cuando el recién entrado al campo Racic ha cabeceado con mucho sentido una falta lateral y el testarazo se ha marchado junto al poste, con una estirada de Unai Simón que no llegaba a la pelota.
Entrando en el tramo final, los leones han vuelto a disponer de otra inmejorable jugada para subir el 1-0 al electrónico, pero la falta de puntería ha quedado patente de nuevo. De un corner y un fallo grave en las marcas del Valencia se ha aprovechado Vesga para conectar con la cabeza totalmente solo, pero el esférico, por enésima vez, no ha encontrado los tres palos.
Además, las continuadas pérdidas de tiempo del Valencia han acabado por desquiciar al graderío, pero han resultado efectivas para impedir que el Athletic hilvanase una línea de continuidad en su juego, sazonado todo ello con una pléyade de tarjetas. Pese a ello, ha podido llevarse los tres puntos en la prórroga en dos jugadas a balón parada casi calcadas.
En ambas, ha sido Muniain quien ha colocado con mucho esmero el balón en el área para acabar en sendos precisos cabezazos de compañeros. El primero, obra del omnipresente Iñaki Williams, se ha topado de manera reiterativa con la manopla de Mamardashvili –soñará el atacante rojiblanco esta noche con el arquero che–, mientras que en el segundo, un frentazo de Villalibre, ha sido el larguero quien ha escupido el cuero.
Ya solo ha quedado tiempo para la expulsión por doble amarilla de Guillamón –ha sido el sustituto de Paulista al filo del descanso– y para la desilusión rojiblanca de ver cómo, pese a poner todos los medios a su alcance, se ha perdido una magnífica ocasión para apuntalar las opciones europeas.
Marcelino: «Orgulloso y satisfecho»
Marcelino se ha mostrado «orgulloso y satisfecho» por el esfuerzo que realizaron los suyos y ha lamentado que solo «la falta de acierto» haya impedido un triunfo del Athletic, que «mereció de forma clara».
«Tuvimos ocasiones suficientes y suficientemente claras para haber ganado el partido. Ha sido una pena no haber materializado nuestra superioridad en el marcador. La sensación es de tristeza, pero no nos podemos reprochar nada. Solo podemos estar tristes por el resultado», ha señalado el técnico asturiano.
El preparador rojiblanco ha indicado que no le «pilló por sorpresa» la dinámica del encuentro y que sabían «cómo afrontarla». En este sentido, ha reiterado que «se juegue el mayor tiempo posible no depende de la propuesta de los equpos, sino del árbitro».
En todo caso, ha matizado que «si hubiéramos tenido el acierto o la fortuna de ponernos por delante, hubiese sido distinto». Sobre las opciones europeas de su equipo, Marcelino ha apuntado que «siempre que se puntúa, no está mal».
«Lo mejor y lo que deseábamos era ganar, pero este empate nos va a dejar en la pelea y no nos frustra como si hubiéramos perdido en casa. En casa, si no ganas, tienes que empatar a cero», ha concluido.
Minuto de silencio por Arieta II
En los instantes previos al partido, todo San Mamés guardó un minuto de silencio por la muerte de Anton Arieta, Arieta II, histórico delantero centro del Athletic, conjunto en el que el ariete durangarra jugó durante diez temporadas.
Él sucedió a otro ilustre en el ataque rojiblanco, su hermano Eneko, y durante su estancia en el equipo vizcaino disputó un total de 358 partidos oficiales, anotando 83 dianas y formando parte de una de las delanteras más recordadas, junto a Argoitia, Uriarte, Clemente y Rojo I.
Arieta II, fallecido a los 76 años, levantó dos Copas –1969 y 1973–, anotando en ambas finales, frente a Elche y Castellón, respectivamente. También fue internacional, destacando en su debut al materializar dos tantos frente a Alemania.
«Toda la familia rojiblanca se une en el dolor a los más allegados del durangarra. Anton era un superclase en el campo y fuera. Fue delantero centro prácticamente durante toda su carrera, a excepción de los partidos –11–que compartió con su hermano mayor, Eneko. Jugar junto a él fue una de las grandes ilusiones de su vida y lo hizo durante dos años», ha apuntado el Athletic.