Patxi Irurzun
Elkarrizketa
Fátima Frutos
Escritora

«Mi etapa como profesora de la UCA fue una de las más importantes de mi vida»

En ‘La selva bajo mi piel’, la primera novela de la poeta Fátima Frutos, se relatan a través de su alter ego, la reportera de guerra Libertad Arregui, diversos acontecimientos como el asesinato de los jesuitas vascos ocurrido en El Salvador. La obra ha recibido el premio de novela Albert Jovell.

La escritora Fátima Frutos.
La escritora Fátima Frutos. (NAIZ)

Tras un largo y reconocido periplo en el mundo de la poesía (ha publicado casi una decena de poemarios, algunos de los cuales han obtenido galardones como el Premio Kutxa Ciudad de Irun) Fátima Frutos se estrena en la narrativa con una obra en la que vuelca buena parte de su experiencia vital. Frutos (Donostia, 1971, aunque desde hace años reside en Iruñea) vivió también en El Salvador, donde trabajó como profesora en la UCA, la universidad en la que fueron asesinados Ignacio Ellacuría y sus compañeros. En la novela, a través de las crónicas que su protagonista principal, Libertad Arregui, envía para EITB se recoge esta matanza u otras como la masacre del río Sumpul que sacudieron el país centroamericano en los años 80 y 90. Pero además ‘La selva bajo mi piel’ aborda otros temas, como la orfandad o la búsqueda de la identidad propia, en una novela en la que la autora también deja lugar, en medio de la crudeza de la guerra, para el amor y el erotismo.

La selva bajo mi piel debe buena parte a su propia experiencia en El Salvador, su paso por la UCA… ¿Cuándo y cómo surge esta novela?

En el 2014 estuve a punto de morir en un quirófano en una operación de corazón. Cuando volví a la vida recordé mi etapa como profesora de la UCA como una de las más importantes de mi vida. Fue ahí donde me puse a ordenar papeles y a ir ideando y documentándome de cara a escribir esta novela. Todo ello cristalizó en 2021 con la finalización de la obra y la concesión del premio Albert Jovell.

El personaje de Libertad Arregui nos permite recorrer a través de los reportajes que va narrando acontecimientos históricos de El Salvador, matanzas, catástrofes naturales… ¿Hay una parte de crónica periodística en la novela?

Sí. La novela está ideada sobre tres voces. La voz de Libertad Arregui que, como reportera, hace de cronista de una época, también se habla de sus vicisitudes amorosas en medio de la selva… La voz de un hijo que en un manuscrito encuentra la trayectoria de su madre y su propio devenir. Y la voz confesional de una mujer que ha vivido fuera de las normas, pero que, sobre todo, es una superviviente. Es una trenza narrativa donde hay acontecimientos históricos, pero también personales.

¿Cómo se le ocurre ese personaje de Libertad Arregui? ¿Es un homenaje a reporteras de guerra como Carmen Sarmiento, a la que cita? ¿Tiene también algo de usted?

Uy, qué difícil pregunta. Crecí admirando a Carmen Sarmiento. De alguna manera su arrojo aparece en la novela. Me fijé también en reporteras más actuales como Ane Irazabal o la difunta Marie Colvin, todas ellas de una profesionalidad y una entereza admirable. ¿Tiene algo de mí Libertad Arregui? Uhmm, las agallas: el no darse por vencida nunca, el afán de supervivencia, el amar a bocajarro… Crear un personaje femenino con arrojo es algo que debía a las niñas de hoy, mujeres en el futuro.

Otro de los personajes importantes del libro es Asier, el hijo de Libertad, a través del cual conocemos a su madre. ¿Hay en él una historia de búsqueda de identidad? ¿Y la relaciona con otro de los temas importantes del libro, la orfandad?

Desde Dickens, creo, la orfandad no se ha abordado en literatura como el tema merece. Quizá sí en alguna película como ‘Les Choristes’, pero en narrativa actual parece algo olvidada. He tratado de tocar el tema de la identidad y de la búsqueda del origen y de las consecuencias de la orfandad desde una perspectiva sincera. Mi objetivo es, al menos, hacer reflexionar.

En la novela hay una historia de amor, con muchas escenas eróticas, como un contrapunto a la crudeza de la violencia y la guerra. ¿No podía faltar en su primera novela ese erotismo tan presente en sus poemarios?

Me lo paso bien escribiendo escenas eróticas. Así rememoro a mis amantes. Me resulta divertido. En poesía tiene sus técnicas y en prosa he visto que también se me da bien. No sé si pasarme a la novela erótica que tan de moda está… Me lo pensaré (risas). En narrativa me gusta ser una todoterreno: poder escribir sobre aventuras y acción, tórrida en cuanto al erotismo, reflexiva e intimista, escenas de intriga... Una escritora no solo se hace en un género, se hace escribiendo en todos ellos: ensayo, poesía, narrativa de distintos tipos.

¿Se ha sentido cómoda en esta primera experiencia como novelista, repetirá?

Por supuesto que repetiré. Aunque ahora estoy escribiendo una obra teatral, tengo dos ideas para novelas en el futuro. Una policíaca  –que, aunque no nos inviten a Pamplona Negra, se publicará, que para eso tenemos agente (risas)– y otra sobre el conflicto vasco. También estoy documentándome para un ensayo sobre una escritora del exilio poco reconocida. No creo que vuelva a la poesía en mucho tiempo. En ese campo tengo una trayectoria con varios premios internacionales, ahora quiero avanzar en mi carrera literaria dentro de otros géneros y, de momento, me va genial.