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Las nuevas autoridades de Jerson plantean pedir su ingreso en Rusia

Las autoridades de la región de Jerson, bajo control ruso, han planteado pedir el ingreso en la Federación Rusa sin organizar un referéndum, mientras el Kremlin lo deja a la decisión de sus habitantes, aunque señalando que «deberá ser absolutamente legal y legítimo como en Crimea».

Imagen de la acería de Azovstal, en Mariúpol.
Imagen de la acería de Azovstal, en Mariúpol. (AFP)

El destino de la región ucraniana de Jerson, controlada por tropas rusas, lo deben decidir los habitantes de ese territorio, afirmó el Kremlin al comentar unas declaraciones de las nuevas autoridades prorrusas de la región sobre su posible ingreso en Rusia. «Son los habitantes de la región de Jerson los que deben decidir si habrá o no una solicitud» de ingreso, señaló el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov,

Horas antes, Kiril Stremousov, vicejefe de la Administración Civil y Militar de Jerson, había afirmado que la región planea pedir el ingreso en Rusia y adoptar la legislación de la Federación Rusa.

Stremousov justificó que se haga por decreto, recordando que el referéndum celebrado en 2014 en Crimea, «completamente legal, no fue reconocido por la comunidad internacional».

El Kremlin también señaló que la posible solicitud de ingreso debe ser evaluada «de manera exhaustiva» por los juristas y «debe tener un trasfondo legal absolutamente claro, una justificación, ser absolutamente legítimas, como fue el caso de Crimea». Rusia se anexionó Crimea en 2014 y consolidó la integración a través de una consulta en el que una mayoría aplastante de la población aceptó su incorporación.

Stremousov ya adelantó a finales de abril que en Jerson, limítrofe con la península de Crimea, comenzaría a circular el rublo y descartó que el territorio pueda volver bajo control de Ucrania. Ayer añadió que las autoridades prorrusas están negociando la apertura de un banco ruso, cuyas filiales podrían aparecer en la región a finales de mayo.

El presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció en febrero la independencia de las regiones de Donetsk y Lugansk, dos días antes de iniciar la ofensiva militar con la que ahora intenta consolidar el control sobre la totalidad de estos dos territorios y establecer un corredor terrestre hasta Crimea.

Las autoridades ucranianas cuestionaron hace días la capacidad de Rusia para organizar un referéndum en Jerson, por lo que estimaban que Moscú incorporaría de manera directa el territorio.

«Rusia no tiene ni el apoyo de la población ni de las autoridades ucranianas. No podrán abrir colegios electorales, ni preparar listas de votantes», aseguró el vicepresidente primero del Consejo Regional de Jerson avalado por las autoridades de Kiev, Yuri Sobolevski. También descartaba que vaya adoptar el rublo como moneda, tanto por la complejidad del proceso como por la negligencia de los propios rusos.

Stremousov ya había avanzado esta semana que la principal tarea de las autoridades prorrusas es restaurar la economía de la región y no se planean consultas.

El consejero de la Presidencia ucraniana Myjailo Podoliak reaccionó con sarcasmo: «Los ocupantes pueden pedir la unión con Marte o Júpiter, pero el Ejército ucraniano liberará Jerson».

Con dos millones de hectáreas de tierras cultivables, la región constituye también una buena parte de la potencia agrícola de Ucrania y es, además, esencial para el aprovisionamiento de agua de Crimea.

Su control total permitiría a Moscú lanzar una eventual operación hacia Odesa, el gran puerto en el sudoeste de Ucrania, o hacia el norte en dirección a las ciudades de Zaporiyia y Dnipro. Las fuerzas rusas avanzan lentamente en estas direcciones y han tomado parte de la región de Zaporiyia.

Según las autoridades ucranianas, el 45% de los 300.000 habitantes de la capital de Jerson y el 20% de la población de la región, estimada en un millón de personas, han huido desde finales de febrero.

Abusos y colaboración

Algunos de ellos relatan saqueos y abusos por parte de las fuerzas rusas, además de colaboración de algunos de los que se quedaron.

«Durante dos meses vivimos bajo la ocupación. Sufrimos, sufrimos y sufrimos», señala Igor Kydryavtsev, de 35 años, que huyó la semana pasada de Novotroitske, con su mujer y su hija. «Si dices una sola palabra en ucraniano y alguien te escucha e informa, vienen a tu casa y te llevan. Algunos regresan, otros no», afirmó tras llegar a Zaporiyia.

Los combates están a solo unas decenas de kilómetros de distancia, en este frente sur donde los rusos van ganando terreno poco a poco.

Cientos de personas llegan allí todos los días. Natasha Borch, con sus dos hijos de dos y seis años abandonó la región de Orijiv. «Estaban constantemente borrachos. Caminaban por las calles apuntando sus luces a las ventanas, a veces disparaban», recuerda. Afirma que algunos de sus conocidos aparecieron encerrados en sus sótanos «atados de pies y manos», y que la madre de uno de sus amigos fue secuestrada. También describe robos sistemáticos: «Querían el dinero y los coches. Y si alguien no estaba dispuesto a entregar su coche, le disparaban en las piernas».

Varias personas entrevistadas por AFP repiten las acusaciones de robos cometidos por los rusos. Kydryavtsev Olexii (no es su nombre real), un agricultor que viene regularmente a Zaporiyia para vender allí sus frutas y verduras, cuenta cómo los rusos robaron toneladas de pepinos a una gran empresa de la región para revenderlos en Crimea. Pero para la mayoría es sobre todo en los controles de carretera donde se ejerce la arbitrariedad del ocupante. Leo, otro nombre falso, afirma haber perdido a un primo en los primeros días de la invasión, tiroteado por negarse a detenerse en un control en Nova Kajovka, una ciudad cerca de Jerson. «¿Tal vez quería protestar? De todos modos murió en el auto, protegiendo a nuestra abuela con su cuerpo», relata, haciendo hincapié en las humillaciones diarias infligidas en los controles.

Pero a la vez, Olessya Pochinok señala que en Tokmak, de 30.000 habitantes antes de la guerra, «un gran número de personas colaboran con los rusos». En Energodar, donde se encuentra de la mayor central nuclear de Europa, «muchos empresarios están colaborando con los rusos para seguir haciendo negocios», lamenta Tetiana, una profesora de 44 años.

Todos los testigos entrevistados por AFP describen tiendas vacías con mercancías escasas e inaccesibles, y acusan a los colaboradores de «querer lucrarse».

Pochinok añade que se han organizado grupos que están haciendo «desaparecer» a los ucranianos que apoyan a Rusia.