Tras la formalización oficial de la petición de ingreso en la OTAN por parte de Suecia, siguiendo a la de Finlandia, el presidente ruso, Vladimir Putin, volvió a advertir ayer de que, aunque el ingreso no constituye «una amenaza inmediata», ya que no tiene problemas con esos dos Estados, «el despliegue de infraestructura militar en los territorios de estos países por supuesto conducirá a una respuesta» por parte de Rusia.

La primera ministra sueca, Magdalena Andersson, informó de la decisión de su Gobierno junto al líder del opositor Partido Moderado, Ulf Kristersson, y destacó que el país «está abandonando una era para entrar en una nueva». El Partido Socialdemócrata de Andersson ya había adelantado el fin de semana que apoyaba la medida y ayer lo confirmó su dirección.  

La solicitud está condicionada a que no se despliegue armamento nuclear alguno ni bases permanentes en suelo sueco, según el texto, que tilda de «histórica» la decisión.

Pero la política sueca de no alineación hace décadas que ha ido menguando, acercándose  a la Alianza Atlántica a través de acuerdos con Estados no miembros y de una colaboración creciente en maniobras y misiones conjuntas. En paralelo, liberales y conservadores giraban hacia la integración y ya en 2020 esta opción se abrió en el Parlamento sueco. La invasión rusa de Ucrania ha precipitado el cambio en los socialdemócratas y el proceso de entrada.

Putin acusó a los países occidentales de estar creando un problema «desde cero» y, se reserva el derecho a responder en consecuencia». «Además de esta política expansionista sin fin, la Alianza del Atlántico Norte también va más allá del marco de su designación geográfica, más allá del ámbito de la región euroatlántica y busca involucrarse en los asuntos internacionales cada vez más activamente», criticó el presidente ruso. 

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, avanzó que su organización reforzará las garantías de seguridad para estos dos países hasta que se complete su proceso de entrada, pendiente de compromiso con Turquía, que sigue expresando su hostilidad a la adhesión.

Díscolas Turquía y Hungría

Aunque sea más por sacar un rédito que pagaría la población kurda que por un gesto a Rusia. Ankara ya avanzó ayer que tiene pendiente 33 demandas de extradición con los dos países nórdicos que albergan una fuerte población kurda que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, vincula al PKK.
Erdogan redobló la presión y aseguró que no cederá en su negativa a la entrada de Suecia y Finlandia.

«Suecia es un centro de incubación de organizaciones terroristas. Acogen a terroristas. En su Parlamento hay diputados que defienden a los terroristas. A quienes acogen a terroristas no les diremos ‘sí’ cuando quieren unirse a la OTAN», insistió.

Tampoco la UE acaba de resolver sus disputas internas sobre el embargo al petróleo ruso. Los ministros de Exteriores no esperaban ponerse de acuerdo ayer para vencer la tenaz oposición de Hungría. El ministro de Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, acusó a la Unión de ser «rehén de un Estado miembro» y propuso que Kiev corte el suministro de crudo que pasa por Ucrania a Hungría.

Budapest quiere que sus socios comunitarios compensen las infraestructuras que necesitará y las pérdidas de entre 15.000 y 18.000 millones de euros que calcula que le acarreará la medida.

El frente se endurece en torno a Severodonetsk

El Ministerio de Defensa ucraniano aseguró haber llegado con sus tropas hasta la frontera rusa al norte de la región de Jarkov en la contraofensiva que ha forzado un repliegue de las fuerzas de Moscú. No obstante, el Ministerio de Defensa ruso afirmó que sus tropas seguían disparando durante la noche del sábado misiles de alta precisión contra puntos de mando ucranianos en esta región, así como contra depósitos de armas en las regiones de Donetsk y Lugansk. L

as autoridades ucranianas creen que están forzando a Moscú a cambiar sus objetivos y que con la retirada rusa de Jarkov va a reforzar sus fuerzas en el Donbass, donde avanzan poco a poco. Señalan que los rusos están trasladando tropas desde el frente de norte para relanzar en Lugansk su ofensiva y completar el cerco de Severodonetsk, ahora capital regional de las autoridades ucranianas. Kiev aseguró que al menos diez personas murieron en esta ciudad por el lanzamiento de misiles rusos.

En Mariupol, Moscú anunció un alto el fuego en los alrededores de la acería Azovstal con el fin de evacuar a los combatientes atrincherados heridos y trasladarlos a hospitales ubicados en territorio controlado por fuerzas rusas