La sorpresa ha sido mayúscula en la industria cinematográfica tras el anuncio realizado por Víctor Erice que certifica su retorno al medio cinematográfico para rodar el que sería su cuarto largometraje.

El cineasta de Karrantza, considerado como uno de los realizadores vascos más internacionales, volverá a colocarse detrás de la cámara 30 años después de dirigir ‘El sol del membrillo’.

El proyecto lleva por título ‘Cerrar los ojos’ y será coproducido por Pecado Films, Tándem Films y la propia compañía de Erice, Nautilus Films. Canal Sur, ente público que también participa en su puesta en marcha, anunció por su parte que estará protagonizado por José Coronado y Maria León.

El rodaje arrancará el año próximo y se escenificará en diversos rincones de Andalucía y tal y como suele ser habitual en la carrera del veterano director de 82 años, el hermetismo en absoluto en lo concerniente a su trama.

Un maestro inusual

Autor de tan solo tres pero magistrales largometrajes –‘El espíritu de la colmena’ (1979), ‘El sur’ (1983) y ‘El sol del membrillo’ (1992)–, Erice es un autor tan personal como reservado y si bien estuivo alejado del formato largo, durante su carrera ha experimentado en diferentes formatos como los filmes colaborativos.

Ejemplo de ello fueron ‘Ten Minutes Older’, que rodó junto a Wim Wenders y Werner Herzog; ‘3.11 A Sense of Home’ (2012), en el que participaron Isaki Lacuesta, Naomi Kawase, Kaori Momoi, Toyoko Yamasaki y Apichatpong Weerasethakul, entre otros, y ‘Centro histórico’, en el que compartió dirección junto a Pedro Costa y Manoel de Oliveira.

A ello se sumaron diversos cortometrajes y documentales como ‘Víctor Erice: Abbas Kiarostami. Correspondencias’. Su último proyecto fue ‘Piedra y cielo’ (2019), una iniciativa impulsada desde Bilboko Arte Ederren Museoa que se tradujo en una instalación audiovisual centrada en el monumento dedicado al músico Aita Donostia que está situado en la cima del monte Agiña de Lesaka y que lleva la firma del escultor Jorge Oteiza y del arquitecto Luis Vallet de Montano.

Sobre este proyecto, Erice explicó que «situadas ambas frente a la cámara, han sido sometidas a un proceso de cinematización donde la luz, el sonido y el tiempo desempeñan un papel esencial. La visión diurna establece un contraste con la nocturna. La primera ofrece unas imágenes donde la naturaleza convive con la historia; la segunda intenta captar la dimensión metafísica del escenario, iluminado por la luna, presidido por el fulgor de las estrellas. Es decir, los elementos propios de lo que Jorge Oteiza identificó como la ‘Cultura del Cielo’. El cielo fue para él su propósito esencial. Lo evocó en Agiña, con toda su inmensidad, en la piedra. De ahí el título de esta instalación».