Incremento de las temperaturas, sequías, inundaciones... Los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos, pero ya están dejando sus secuelas en la salud individual y de las comunidades. «El cambio climático constituye un gran problema de salud pública».
Así lo ha advertido Cristina Linares, de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, durante la mesa redonda ‘Retos del siglo XXI: Cambio climático, adaptación urbana y salud’, organizada por la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), un día antes de celebrar su XL Reunión Anual bajo este mismo lema en Donostia.
Y la zona mediterránea, ha añadido, será precisamente una de las más afectadas: si a nivel global la temperatura ha aumentado un 1,2%, en esta área se ha disparado un 20%.
La crisis climática no genera nuevas enfermedades, pero sí «amplifica y redistribuye las ya existentes», como ha ocurrido por ejemplo las transmitidas por vectores como mosquitos tigre o garrapatas.
«Antes este tipo de vectores quedaban confinados en los trópicos», ha explicado la experta, que ha añadido que, con el aumento global de temperaturas, empiezan a colonizar y a establecerse en lugares en los que anteriormente no podían hacerlo. Es por ello que en países de nuestro entorno puedan darse casos autóctonos de zika, chinkungunya o fiebres del Nilo.
Por otro lado, este año ha constituido un buen ejemplo de cómo la desertificación incide en la expansión de los incendios forestales. «Por cada 8 hectáreas hay un impacto en la salud», pero «los efectos del impacto de los incendios no se está monitorizando», ha censurado Linares.
Paralelamente, fenómenos como las inundaciones afectan a las «infraestructuras, hogares y la vida en comunidad», provocando un «importante impacto» en la salud de las personas en forma de lesiones, traumatismos o incluso muertes, pero también en su salud mental –ansiedad por el hogar perdido o depresión por los cultivos destrozados– que no «está siendo correctamente registrados» e incluso una pérdida de adherencia a los tratamientos.
No obstante, uno de los mayores impactos que va a producir es el del aumento de las olas de calor, responsables históricamente de 1.300 muertes anuales en el Estado español, pero que solo este mes de julio se estima que estén detrás de más de 4.000. Las provocadas por golpes de calor son las menos: la inmensa mayoría se produce por agravamiento de enfermedades crónicas, ha recordado la experta.
«La crisis climática es una crisis de salud», ha subrayado la científica antes de dejar claro que hay que tomar medidas de mitigación y «empezar a hacer vigilancia epidemiológica de los impactos del cambio climático, porque hay incrementos de mortalidad y morbilidad muy importantes».