Los bancos centrales se apuntan otra ronda de chupitos
Siguiendo la estela de la Reserva Federal de EEUU, el resto de bancos centrales del G7 y de Europa continúan subiendo los tipos de interés en un movimiento que únicamente beneficia a Washington. El Banco de Japón (BOJ) es el único que se ha desmarcado para que su economía no languidezca.
La Reserva Federal de EEUU volvió a subir los tipos de interés otros 75 puntos básicos hasta el 3% el pasado jueves. Espera alcanzar un máximo de 4,6% en 2023. Siguiendo la estela de la Reserva Federal van los bancos centrales del G7 y de Europa: el Banco de Canadá subió en septiembre los tipos 100 puntos básicos hasta el 3,25%; el Banco de Inglaterra se sumó también el jueves con una subida de 50 puntos hasta los 2,25%; Noruega, 50 puntos básicos hasta 2,25%; y el Banco Central Europeo subió a principios de mes 75 puntos hasta el 1,25%, su nivel más alto desde 2011. Japón es el único país del G7 que se ha desmarcado de esa nueva ronda de chupitos de elixir milagroso y mantiene sus tipos de interés bajos.
Como hasta ahora, estas subidas se siguen justificando por la alta inflación pero tienen poco que ver con ella, entre otras cosas, porque aumentan los gastos de financiación de las empresas y de las familias. A pesar de que la retórica se mantiene, Christine Lagarde reconoció hace unos días que para frenar la inflación estaba dispuesta a enfriar la economía. Mantiene el objetivo de inflación, caiga quien caiga, lo que significa que ganarán los prestamistas –que cobrarán más intereses– y perderán los trabajadores –que posiblemente pierdan sus trabajos con el «enfriamiento»–. Una redistribución todavía más desigual e injusta de la riqueza.
El dólar se fortalece
En el ámbito internacional estas subidas de tipos tienen, sin embargo, otros efectos. Básicamente, dos. En primer lugar, la moneda cuyo tipo de interés sube se suele revalorizar con respecto al resto. Un tipo de interés más alto significa que los pasivos en esa moneda, por ejemplo los bonos del Tesoro estadounidense, pagarán intereses más altos, lo que anima a los especuladores a comprar ese tipo de bonos para lo que necesitan primero comprar dólares; de modo que la demanda de dólares crece y la del resto de monedas decae.
De ahí que el euro ronde en estos momentos la paridad con el dólar, y el yen esté en mínimos. Pero a diferencia de Lagarde, el gobernador del BOJ, Haruhiko Kuroda, sí está preocupado por la economía y por eso evita tocar los tipos. Para frenar la pérdida de valor del yen frente al dólar, Japón intervino por primera vez comprando yenes y vendiendo divisas, posiblemente dólares. Una actuación que no es habitual entre los miembros del G7, que suelen intervenir únicamente de manera coordinada. Janet Yellen dijo hace dos meses que las intervenciones solo están justificadas en «circunstancias raras y excepcionales», porque ya se sabe que los mercados lo hacen mejor... No habrá sido de su gusto la decisión de Kuroda.
Y la revalorización del dólar frente al resto de monedas significa más inflación para todos los países, porque la mayor parte de las transacciones de materias primas y energía se realizan en dólares más caros.
Financia a EEUU
El otro efecto es que ese afán de comprar dólares por todo el mundo ayuda a financiar el gasto del Gobierno estadounidense. La gente compra dólares para comprar activos de EEUU, sobre todo deuda del Gobierno. Y el Ejecutivo de Joe Biden tiene muchos frentes que financiar; no solo la guerra de Ucrania, donde EEUU ha gastado ya alrededor de 60.000 millones de dólares, tanto como todo el presupuesto militar ruso, sino también los ambiciosos programas recogidos en la Ley de Reducción de la Inflación (700.000 millones) o la Ley de Ciencia y Chips (240.000 millones). De esta forma, con tipos altos Washington incentiva la huida de capitales desde el resto del mundo hacia EEUU. Pierden los países del Tercer Mundo que necesitan esos capitales para mejorar infraestructuras y servicios públicos en su propio país.
Así que Washington sigue tranquilamente sacando rondas de chupitos y el resto, sumándose a la juerga. Buena resaca nos espera.