Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / redactor de opinión, especializado en economía

Un premio Nobel anacrónico en el fondo y en las formas

Tres profesores han sido premiados con el Nobel de Economía por sus estudios sobre la banca y las crisis financieras. Más allá de lo acertado o no de las conclusiones de sus investigaciones, lo cierto es que tienen poco valor en el mundo actual donde la importancia de la banca está decreciendo.

Anuncio de los premiados.
Anuncio de los premiados. (Anders WIKLUND | AFP)

Tal vez la mejor manera de valorar el Nobel de Economía de este año sea reparar en algunas noticias recientes que sirven para poner contexto al premio. Un ejemplo sería la empresa pública noruega Statkraft, que proyecta varios parques eólicos en Euskal Herria. El primer semestre de este año tuvo unas pérdidas de unos 850 millones de euros. La causa fue el aumento de los precios futuros de la energía que le ha provocado importantes pérdidas en los derivados que tenía contratados. Cada vez es más habitual que se contraten instrumentos financieros como seguro ante futuros cambios, aunque a menudo resultan más costosos que las pérdidas directas.

Además, las consecuencias de esos derivados financieros son imponderables. La reciente intervención del Banco de Inglaterra no fue porque el precio de la deuda pública estuviera cayendo, sino porque los fondos de pensiones utilizan esos bonos como garantía en sus operaciones con derivados. La pérdida de valor de los bonos les obligaba a poner más como garantía, lo que provocaba una espiral a la baja en el precio. Finalmente el regulador intervino para frenar la espiral a la baja. En este caso no era una empresa particular, eran los fondos de pensiones de un país y la solvencia del Gobierno británico lo que estaba en juego.

Las finanzas y las entidades bancarias

Ambos ejemplos ilustran la extraordinaria importancia que tiene las finanzas en el mundo actual y, sin embargo, los bancos no aparecen por ningún sitio. Cada vez es más pequeña la participación bancaria en el mundo de las finanzas, donde mandan los fondos de capital y los bufetes de abogados que inventan y materializan los complejos contratos financieros de derivados. De hecho, es cada vez más habitual hablar de banca en la sombra o fuera de balance (Over The Counter).

Y, no obstante, el comité ha decidido premiar este año a tres profesores que han estudiado, sobre todo, los bancos y las crisis financieras. Por un lado, está el que fuera presidente de la Reserva Federal de EEUU entre 2006 y 2014, Ben Bernake, y por otro, los profesores Douglas Diamond y Philip Dybvig.

Los bancos y la crisis financiera del 29

Ben Bernake estudió la crisis de 1929 y la principal conclusión de sus investiga- ciones fue que dejar caer a los bancos fue una mala idea: para lo único que sirvió fue para agudizar la posterior depresión económica. Lo cierto es que en crisis financieras posteriores no se ha dejado caer a los grandes bancos y los reguladores han emitido dinero sin límite para evitar su quiebra. Tal vez su mérito se deba a que fue el que formalizó aquella lección de la historia económica.

Por su parte, Diamond y Dybvig ha estudiado el papel que desempeñan los bancos en la economía como intermediarios. Uno de sus principales hallazgos es que esa posición hace que durante las crisis puedan resultar muy vulnerables a los rumores. Como en la famosa película “Qué bello es vivir”, al primer signo de alarma todo el mundo vuela al banco para recuperar su dinero que suele estar invertido. Esa ausencia de liquidez suele abocar a los bancos al cierre. Para evitar esa frenética demanda en tiempos inciertos propusieron que el Estado estableciera un seguro sobre los depósitos que diera tranquilidad a los clientes.

También llegaron a la conclusión de que el banco debía monitorear a los prestatarios para evitar que no devolvieran sus deudas, pero, curiosamente, los bancos no necesitan ser monitoreados por los clientes porque, a su juicio, harán las cosas bien por su propio interés. Los grandes desastres que ha protagonizado los bancos y los onerosos rescates que han pagado los Estados desacreditan esta conclusión. Es más, hay un gran debate a causa del riesgo moral que supone que no se deje caer a los bancos demasiado grandes.

Alejado de la actualidad

Más allá de lo acertadas que sean las conclusiones de estos tres profesores, el Nobel de Economía ha premiado unos estudios que tienen cada vez menos valor práctico en el mundo actual. Como reconoce el propio comité que ha otorgado el premio en la documentación que repartió, desde que en 1999 Bill Clinton firmara la desregulación del sistema financiero han surgido multitud de intermediarios financieros. La naturaleza de las finanzas ha sufrido un cambio radical y los bancos no son más que una parte cada vez más irrelevante del conjunto.

Además, hombres premiando a hombres y solo hombres, como miembros de una misma fratría, que creen poderosa pero, como los bancos, lo es cada vez menos. Un premio que resulta anacrónico tanto en contenido como en formas.