«Necesitamos partidos que busquen una recomposición de la izquierda anticapitalista»
Panagiotis Sotiris es periodista y académico especializado en teoría marxista y movimientos sociales de izquierda radical y acción colectiva. Sus estudios abarcan la figura de Louis Althusser y temáticas como la reestructuración de las universidades griegas.
En el icónico barrio anarquista de Exarchia, en Atenas, el periodista y académico Panagiotis Sotiris aborda con GARA el presente de la izquierda radical griega, el auge de la ultraderecha y las protestas de estudiantes en contra del despliegue de fuerzas policiales en las universidades griegas.
Antiguo miembro de Antarsya (que significa «motín», en griego, y se pronuncia adarsya), grupo nacido de la crisis de 2008 y compuesto por diferentes corrientes anticapitalistas, insiste en la fragmentación de la izquierda y en el término «recomposición», que va más allá de la simple unión de fuerzas de izquierda.
«Dejando a un lado el particular caso del Partido Comunista griego, la izquierda está fragmentada, porque Syriza ya no es un partido de izquierda», dice, y apunta como esperanza a la juventud: «El movimiento de estudiantes está creciendo, con una nueva generación radical y militante de izquierda que podría construir una cooperación mayor entre las juventudes comunistas y las ramas anticapitalistas».
Empecemos por la actualidad. ¿Cómo valora las protestas de estudiantes contra el despliegue de policías en las universidades, como pretende el Ejecutivo?
Este Gobierno ha mostrado las universidades como lugares en los que se delinque, y la respuesta estudiantil ha sido impresionante. Creo que las protestas van a continuar. El Gobierno busca una balanza. Tiene que mostrar que implementa la ley, pero quiere evitar una confrontación mayor antes de las elecciones. Es una estrategia peligrosa que podría desencadenar una explosión social más amplia. El pronunciado descontento de la juventud podría ser un punto de referencia para otros sectores de la sociedad, y una característica de los movimientos estudiantiles es la persistencia.
Fue una figura importante de Antarsya, pero abandonó en 2015. ¿Qué falló?
La izquierda anticapitalista tiene una presencia fuerte en los movimientos sociales, pero carece de habilidad para proyectarla en política. Yo apoyaba que los anticapitalistas fueran con escisiones de Syriza que estaban en contra de capitular [con la Troika]. En Antarsya, algunas tendencias estaban a favor y otras, en contra. Yo apoyaba la idea de formar lo que sería más tarde Unidad Popular, que participó en las elecciones y rozó el corte electoral [2,86%]. Pensaba que era el momento de crear un frente común de fuerzas contrarias a la capitulación de Syriza. Admito que la evolución de Unidad Popular no fue buena, pero pudo haber sido un catalizador de un colectivo a la izquierda de Syriza. De cierta forma, aún necesitamos partidos que, como Antarsya, busquen una recomposición de la izquierda anticapitalista y extraparlamentaria.
La izquierda es ortodoxa, se aleja de las posiciones pragmáticas.
El pragmatismo puede llevar al conformismo y la capitulación. El problema es el sectarismo. Es necesario que la izquierda sea menos arrogante en la retórica y en los programas. Existe una fragmentación. Como la izquierda radical está formada por fragmentos de situaciones de crisis sociales a lo largo de la historia, es necesaria una recomposición. Y uso esta palabra: la unidad es el primer paso, pero tiene que haber un programa transformador, estrategias en lugar de eslóganes. La izquierda vive un periodo de crisis en toda Europa, puede que el Partido Comunista griego sea una excepción, pese a sus problemas con el dogmatismo y el sectarismo.
«El pronunciado descontento de la juventud podría ser un punto de referencia para otros sectores de la sociedad»
Si no me equivoco, el componente eurocomunista es importante en Syriza.
La presencia en los procesos de organización de actores que provienen del eurocomunismo no significa que esa corriente sea la mayoritaria. A principios de los años 90, cuando se llamaba Synaspismos, Syriza incorporó elementos del eurocomunismo y el poseurocomunismo. Son aspectos relacionados con la UE que todos aceptan, incluso los que provienen del Partido Comunista, donde [Alexis] Tsipras, el líder de Syriza, militaba en la juventud. Pero sí, en términos de cultura política, es cercano al eurocomunismo.
Usted rechaza el eurocomunismo, ¿cierto?
Son debates de los años 70 y 80. El euro es por definición neoliberal. La UE fue construida para ser neoliberal. Es difícil crear una alternativa desde dentro y las experiencias de gobiernos con participación de la izquierda han tenido limitaciones evidentes.
De cara a las elecciones de 2023, Syriza podría formar una coalición con el socialdemócrata Pasok.
Syriza ha pedido abiertamente esta coalición. Juega en el centroizquierda y no tiene problema alguno en ir con el Pasok. Son matemáticas electorales.
«La izquierda anticapitalista tiene una presencia fuerte en los movimientos sociales, pero carece de habilidad para proyectarla en política»
Yanis Varoufakis, con el 3% de los votos, no parece una alternativa para la sociedad. ¿Es un partido demasiado periférico, como Syriza antes de la crisis económica?
No son iguales. Syriza no era un partido grande, pero tenía raíces en la sociedad griega. El partido de Varoufakis aún no tiene esas raíces. Se ha movido un poco a la izquierda y hay gente que intenta buscar una fuerza de izquierda cuya presencia sea útil en el Parlamento. De nuevo existe la posibilidad de que pase el corte electoral del 3%. Varoufakis piensa de forma estratégica: no era de izquierda radical, sino progresista y convencido proeuropeo; ahora es más crítico con la UE.
¿Cómo explica el auge del posfascismo italiano de Giorgia Meloni?
Meloni se ha esforzado en mostrar que ella y su partido son sistémicos, que apoya a EEUU y es anti-Rusia y anti-China. En su caso es cierto, es proamericana desde hace mucho tiempo, en contraposición a [Matteo] Salvini. El problema en Italia es la crisis de la izquierda y la idea de que el centroizquierda es necesario, lo que deja espacio a la derecha y la ultraderecha. Además, Europa trabaja a favor de la ultraderecha: legitima aspectos importantes de su discurso, como las devoluciones en caliente en las fronteras. Al mismo tiempo, existe una profunda crisis en la política tradicional, el sistema está deslegitimado, y por eso hay espacio para una ultraderecha que presente credenciales pro-EEUU y pro-OTAN, aunque mantenga los elementos anti-LGTBI. Y sin una izquierda representativa, queda mucho más espacio para la ultraderecha.
Exarchia, más presencia policial y un metro para la gentrificación
A las cuatro de la madrugada del 9 de agosto, aprovechando que muchos griegos disfrutaban de sus vacaciones estivales, el Gobierno heleno dio la orden de levantar vallas de metal en la plaza de Exarchion, el corazón del barrio anarquista de Exarchia, para comenzar las obras de la salida de metro de la nueva Línea 4.
El Ejecutivo griego asegura que la plaza de Exarchion apenas sufrirá cambios, que tras las obras se replantarán los árboles y que la salida de metro robará el 10% del espacio, 243 metros cuadrados de los 2.984. Los vecinos del barrio no se lo creen y ven este movimiento como un paso más dentro de un proceso de gentrificación en Exarchia. Para revertirlo, piden ayuda en change.org y este septiembre han protestado en las calles hasta en dos ocasiones.
Perikles, de 42 años, dice que había otras alternativas al proyecto. «Había otra propuesta más beneficiosa para la ciudadanía ateniense a 250 metros de la plaza», asegura sobre este icono de la izquierda. «Además, están intentando privatizar la colina Lofos Strefi, que es el segundo espacio público del barrio», denuncia, y apremia a organizarse y a continuar con las acciones directas.
Este proceso de gentrificación ocurre en barrios atenienses como Kypseli o Neos Kosmos. La diferencia en Exarchia es la presencia policial desmesurada: desde finales de julio, los agentes están apostados en la plaza de Exarchion las 24 horas. La tensión se refleja en las protestas, que terminan con disturbios, y en el día a día. Porque la presencia policial incomoda a los vecinos, no solo a los anarquistas, que han denunciado provocaciones y amenazas de las fuerzas de seguridad desplegadas en el barrio. No obstante, el primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis, continúa con el proyecto de la Línea 4 de metro mientras provoca, y reprime, a la izquierda en su feudo.