«Tenemos que poner en práctica el feminismo cada día»
En su libro ‘Más que una mujer’ Caitlin Moran aborda la realidad de las mujeres que se enfrentan al cuidado de sus padres y de hijas con desórdenes alimentarios, al sexo con su pareja de hace años –mejor programarlo– y a un cuerpo flácido.
La mayor de ocho hermanos en un barrio de Brighton tenía dos opciones; resignarse o poner distancia sobre aquella casa. Y aquel vecindario en la que la vida no era precisamente fácil ni agradable. Optó por lo segundo. Puso distancia física –a los 18 años se fue a Londres– y emocional –haciendo bandera de su humor ácido–.
Para entonces ya escribía reseñas musicales en prensa –muy crueles, como ella misma ha declarado en alguna ocasión–. Ya en la capital británica, en 1992, presentó el programa musical ‘Naked City’ en la cadena Channel 4 y ese mismo año publicó su primera novela titulada ‘The Chronicles Of Narmo’. En 2013 se estrenó en el mismo canal de televisión la serie ‘Raised by Wolves’, inspirada en su propia infancia.
Atendió a GARA en su visita reciente a Bilbo, donde protagonizó una charla en el Festival Ja!, centrado en el arte y la literatura desde el prisma del humor.
Diez años después del terremoto literario de ‘Cómo ser mujer’, Caitlin Moran ha visto necesario publicar ‘Más que una mujer’ ¿Por qué ahora? ¿Qué ha ocurrido, o mejor dicho, no ha ocurrido en esta última década? «Llegas a los 30 y 40 años y los problemas son otros. Ya no puedes estar bebiendo mucho, tienes las responsabilidades que conlleva el hecho de ser padres, cuidar a tus padres, el dinero, la edad, la menopausia, problemas de salud, el dinero… Dáte cuenta de lo lenta que es la política para ayudar a las mujeres todavía hoy en día. Necesitaba escribir este libro, escribir sobre los problemas que ya no son divertidos, ahora ya el asunto se pone serio. Tras esos problemas cotidianos me pregunto por cuestiones serias como ¿por qué son las mujeres quienes se tienen que encargar de sus padres cuando envejecen? ¿Por qué son las mujeres las que se tienen que encargar de los niños cuando enferman? ¿Por qué una mujer que parece triste y mayor de lo que es se tiene tiene que poner botox durante toda su vida?», señala.
«Llegas a los 30 y 40 y los problemas son otros. ¿Y por qué las mujeres se tienen que encargar de sus padres cuando envejecen? ¿Y de los niños cuando enferman?»
Al preguntarle por el reto más urgente del feminismo hoy en día, responde tajante: «El feminismo». «Te das cuenta de que todavía falta hacer muchas más cosas y solamente el feminismo lo va a conseguir. No se puede dejar a las leyes del mercado porque las mujeres ganan menos dinero que los hombre ni tampoco a la política porque hay más hombres. Tampoco a los niños ni a los animales. El feminismo es algo que tenemos que hacer cotidianamente. Si todas las mujeres supieran que son feministas y por qué, y qué ha hecho el feminismo por ellas –la educación, las leyes, tener poder en política, todo eso ocurre así porque mujeres feministas consiguieron los cambios para nosotras–, entonces podremos solucionar los problemas de manera tan fácil…», indica.
Mucho en juego
Remarca que hay mucho en juego. «Sabemos lo que nos estamos jugando, que podemos retroceder, como está ocurriendo en EEUU. Están prohibiendo el acceso al aborto, ¡van a morir muchas mujeres! Algunas que han sido violadas van a tener que dar a luz a esos bebés porque la política ha cambiado. Lo más importante para el feminismo es el feminismo, que cuentes a todo el mundo que conozcas de qué se trata. En caso contrario estamos en peligro, tus hijos están en peligro».
¿Qué ha aprendido de sus hijas? «¡Que en tu casa crezcan mujeres poderosas, fuertes, feministas y contestatarias no es nada bueno para una mujer mayor, feminista y contestataria! Es un trabajo muy duro. Pero está muy bien, porque significa que has hecho muy bien las cosas. Con las generaciones jóvenes tengo que cuestionarme todo el rato lo que pensaba», confiesa entre risas.
«Con las generaciones jóvenes tengo que cuestionarme todo el rato lo que pensaba»
Procura aplicar la lección que aprendió de joven con su propia madre pero en este caso para no repetirlo. Su madre le decía que aunque estuviera triste continuara adelante. Pero a su hija eso no le valía. «Mi madre no era una buena madre, lo puedo decir aquí, porque ella no lo va a leer. Mis hermanos algunos tienen problemas mentales muy serios por la manera en la que nos educaron. Yo cuestionaba casi todo lo que ella me dijo sobre ser una buena madre. A ella le daban igual las emociones de los demás, es una narcisista».
Ha vivido de cerca el proceso de depresión y trastorno alimentario de su hija. «Cuando mi hija entró en la depresión yo le decía ‘tienes mucha suerte’. ¿Cómo pretendes que alguien se anime si está enferma mentalmente? Eso es lo que le ocurría. Me di cuenta de que no hay que negar la tristeza. Al contrario que mi madre, he aprendido a hablar de la tristeza, a saber lo que es, ‘No me da miedo, aquí estoy, cuéntamelo todo. No me voy a ir, vamos a sufrir esto juntas. Tienes que escucharme, tienes que comer’, le dije a mi hija. Y fue así como empezó a comer. Incluso cuando están bajo supervisión médica –reciben terapia dos horas a la semana– el resto del tiempo es la madre quien tiene que hacer que su hija se sienta mejor», afirma.
Miedo a hablar de trastornos mentales
Es clara al decir que los padres de su generación tienen miedo a hablar de enfermedades mentales pero es necesario hacerlo. «Yo leí todos los libros que tuve a mi alcance para saber cómo tenía que enfrentarme a ello y ninguno de ellos daba consejos que cómo hablar a tus hijos. Yo pensé que tenía que escribir sobre ello y fue mi hija quien me pidió que lo contara en el libro. Ahora está bien, demasiado bien diría’. Tiene muchísima energía y muchísimas ideas! Es el tema sobre el que más comentarios he recibido por parte de mis lectoras. Recibí miles y miles de cartas de padres dándome las gracias. ‘Ahora sé cómo ser un padre que es capaz de hablar de estos temas con mis hijos, me has ayudado’, me decían. Quiero ser práctica y poner en el libro todo lo que yo sé», continúa.
El humor ha sido su aliado a la hora de enfrentarse a sus vivencias, duras en muchas ocasiones. «Veía muchos musicales clásicos en televisión y Judy Garlan era mi modelo a seguir. En aquellas películas la realidad era rara siempre, fea, excepto en ‘El Mago de Oz’. Pero se la veía tan contenta, tan positiva… de esa manera se enfrentaba a las circunstancias de su vida. Cantaba y bailaba genial y todo el mundo la respetaba. Esa es la lección que yo aprendí, ‘muéstrate alegre y sé buena en algo’. En las demás pelis las mujeres tenian que ser sexys y no decían nada. En los musicales, en cambio, ellas son ilstas, hacen cosas, sudan y tienen talento, por eso me parecen muy buen referente para las mujeres. Si hubiera crecido viendo ‘El padrino’ creo que no hubiera sido igual» [risas].
«Mi marido era feminista antes que yo. El feminismo tiene que ser un trabajo para hacer juntos, hombres y mujeres»
¿Cuándo puso el nombre de feminismo a su lucha diaria? «Fue mi marido. Lo conocí con 17 años. Él era feminista antes que yo. Quiso entrar en el Club de los Feministas de la Universidad pero no le dejaron. Escribió un artículo sobre la moda de quitarse el vello púbico. ‘Si lo hacéis por los hombres, no lo hagáis, porque realmente no tiene buena pinta y os cuesta mucho dinero. Y los hombres no lo hace con el suyo’, dijo. Hubo muchas cartas de mujeres cabreadas porque era un tío quien hablaba de esas cuestiones. Fue entonces cuando pensé que el feminismo tenía que ser un trabajo para hacerlo juntos, hombres y mujeres. ‘Si las mujeres no hablan y a los hombres no les dejamos, ¿quién va a hablar de feminismo? Alguien tiene que ser feminista. Quizás yo lo voy a hacer’», me dije.
En toda su obra literaria defiende que «el feminismo es solucionar los problemas de las mujeres y cada una tiene los suyos. Y distintas maneras de solucionarlo. No puedes ser una mala feminista, hay diferentes tipos de feminismo. Algunas feministas piensas que solo va a ganar un tipo de feminismo, y no se trata de una lista que tienes que cumplir, sino que es hablar de problemas, entenderlos y tener las herramientas para solucionarlos. Una vez que lo puedes hacer es imposible equivocarte».
Considera necesario establecer puentes entre distintas generaciones. «Uno de mis logros más raros y del que más orgullosa estoy es que soy una de las feministas que menos amenazas de muerte y de violación tiene en las redes sociales. Eso es porque intento ser inclusiva, utilizo el humor. Muchas feministas jóvenes intentan hablar de las mujeres mayores como si estuviesen equivodadas, las mayores creen que son las jóvenes las equivocadas. Yo defiendo que tenemos que ir juntas. Las feministas mayores han hecho cosas muy interesantes y las jóvenes tienen ideas estupendas, tenemos que trabajar juntas. No creo en esas guerras, tenemos que unirnos. Por eso gusto a todo el mundo».
Le preguntamos por su opinión sobre la intervención de la actriz Emma Thompson en la pasada Berlinale animando a las mujeres a desnudarse frente al espejo –ella lo ha hecho por primera vez en el cine a los 63 años en el filme ‘Leo Grande’–. «Todo lo que nos rodea solo nos recuerda lo impefectas que somos», afirma.
Incide en la necesidad de crear referentes. «No puedo ser lo que no veo. Es muy poco habitual todavía ver una mujer mayor sin ropa. Son los hombre viejos y pervertidos quienes nos dicen qué podemos ver y qué no. Por eso las redes sociales han sido realmente fantásticas porque las mujeres pueden ver imágenes de cuerpos a los que les cuelga la piel, con estrías y michelines. Y lo podemos ver como algo normal. Lizzo es gorda, lleva un biquini minúsculo y toca la flauta y canta sobre el escenario de una manera super positiva. ¡Si yo la hubiera visto a los 17 años mi vida hubiera sido distinta!», confiesa.
Literatura
Lectora empedernida desde niña –a los 13 ganó un concurso con el texto ¿Por qué me gustan los libros?–, cree en la creación literaria que la lectura y la escritura son en el fondo, lo mismo. «Las palabras te entran por los ojos a través de los libros y luego tú publicas un libro. Así funciona. Todos los libros que he leído estaban escritos por escritoras que un día se dijeron ‘yo puedo escribir’. Unos se creen fantásticos, se sienten superiores. Y otros escriben lo que les sale del corazón. Tú también lo puedes hacer. Evidentemente el segundo tipo de escritores es mi favorito».
A la hora de escribir un libro, un consejo. «Normalmente ocurre que alguien lee un libro y quiere hacer algo igual. Pregúntate cuál es el libro que no existe todavía. qué es tabú, qué es lo que más miedo me da… Eso es lo que sería interesante. Puedes escribir de una manera muy bonita pero si no tienes nada que contar para qué. Esas cosas que cuentas a tus amigos cuando estás borracho, de esas cosas tienes que escribir».
«No puedes limitarte a contar qué mala es tu vida, tienes que decir cómo hacerla mejor»
Escribe siempre con sus lectores en mente. «Siempre pienso en mi público. ‘Has puesto en palabras lo que yo siento’, me dicen los lectores. No puedes limitarte a contar lo mala que has sido tu vida, esa es la primera parte, en la segunda tienes que decir cómo hacerla mejor. Esto es lo malo que me ha ocurrido pero así le doy la vuelta. Me han ocurrido muchas cosas en mi vida pero no escribo sobre ellas hasta encontrar la manera de darle la vuelta. Si no, simplemente te estás quejando ante tus lectores».
Personalmente le ayuda a hacer frente situaciones y quebraderos de cabeza. «Una vez he escrito algo y lo he solucionado de la mejor manera posible ya no pienso en ello. Antes de escribirlo estoy continuamente pensando en ello, me vuelvo loca. Esas cosas en las que entras en bucle, una vez solucionado, ya no piensas en ello. Está muy bien. ¡Y luego está el dinero, claro!».
Columnista
Queremos saber si aborda de igual manera su faceta de columnista. «Como trabajo para ‘The Times’, un medio más bien derechas y que lee gente del stablishment y con dinero, no puedo ser tan rompedora ni utilizar tantos tacos o términos relacionados con el sexo. Tengo que hablar del aborto, de enfermedades mentales, de la vagina… de manera que no escandalice a un obispo. Cuando escribí sobre el aborto me escribió un obispo diciéndome ‘me has hecho abrir los ojos’», cuenta.
Se siente afortunada por tener un altavoz en los medios de comunicación: «Nadie más en Gran Bretaña que tenga una columna en un periódico ha crecido solamente con ayudas sociales y es feminista. Cuando escribo para mi público explico qué es la pobreza, el feminismo, las enfermedades mentales… algo que yo he vivido. Yo argumento a favor del aborto y es un gran privilegio y me lo tomo muy en serio».
Para finalizar la entrevista, cómo no, un toque de humor. Al preguntarle por la importancia que otorga a los numerosos galardones recibidos, nos dice: «Para que sepas, en wikipedia aparecen la mitad, ¡tengo muchos más! Le dije a mi hermano que lo cambiara pero me respondió que ni hablar. Me encanta recibir premios. Siempre he pensado que me iban a echar a la semana siguiente de ‘The Times’¸ pero pienso que después del premio ya no lo pueden hacer. Eso me sigue animando». [risas]