Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Carlos Giménez cierra ‘Paracuellos’: «Quería que se supiese lo que ocurría en esos colegios»

Cuarenta y cinco años después, Carlos Giménez cierra su gran obra-río, ‘Paracuellos’. En palabras de su autor, «ahora los personajes están a la altura de lo que dicen y lo que piensan». Este noveno álbum, titulado ‘Un "hogar" no es una casa’, saldrá a la venta el próximo 28 de octubre.

El dibujante madrileño Carlos Giménez.
El dibujante madrileño Carlos Giménez. (CARLOS GONZÁLEZ )

Carlos Giménez figura como uno de los autores más importantes y premiados de la historieta a nivel estatal de las últimas cinco décadas.

Cronista de la llamada transición política con su trilogía ‘España: Una, Grande y Libre’ (1976-1977) y autor del mejor retrato de la trastienda del mundo del cómic en la serie ‘Los Profesionales’ (1981-2003), es también el máximo exponente del tebeo autobiográfico con las series ‘Paracuellos’ (1976-2017) y ‘Barrio’ (1977-2001), o en álbumes como ‘Rambla arriba, Rambla abajo’ (1985) y los más recientes ‘Crisálida’ (2016), ‘Canción de Navidad’ (2018) y ‘Es hoy’ (2020), que conforman la ‘Trilogía del crepúsculo’.

En otros trabajos recientes, ha centrado su atención en la guerra del 36, con la tetralogía ‘36-39: Malos tiempos’ (2007-2008).

‘Paracuellos’ pasa por ser su obra más referencial y conocida a nivel internacional. En esta serie, que comenzó hace 45 años, narró sus propias vivencias en los hogares del Auxilio Social en un Estado español dictado por el régimen franquista de posguerra. El prestigioso artista cierra esta saga con la novena entrega publicada por Reservoir Books.

Carlos Giménez recordó que inició la saga ‘Paracuellos’ hace 45 años. «Fue una historia muy cortita, de apenas página y media. Ese era todo el papel del que yo disponía en la revista ‘Mata Ratos’ para mi colaboración semanal. A los editores no les gustó y cuando les entregué las siguientes páginas me dijeron que no hiciera más. Era comprensible. Aquellas historias de 25 minúsculas viñetas por página, de niños tristes y famélicos, que hacían llorar, pegaban muy mal en una revista como aquella que intentaba hacer reír. En aquella época yo no pretendía que estas historietas fuesen una serie, ni siquiera tenían un título concreto. Pero era lo que yo quería contar».

Sobre aquello que quería contar, el artista subrayó que se resumía en contar una historia de la que él también fue partícipe. «Quería contar en mis historietas las cosas que yo había vivido de niño en el duro mundo en que había pasado los ocho años que había estado interno en aquellos colegios. Y quería contarlo porque pensaba que, si no lo contaba yo, no lo contaría nadie. Y yo quería que se supiese».

De esta forma, estructuró su obra a partir de las anécdotas y lugares en los que acontecieron y que, a la larga determinaron el origen del título. «Ponía junto al título el año y el nombre del colegio en que la anécdota había ocurrido: Bibona, General Mola, Paracuellos, García Morato. Pretendía dar a estas historias un aire de documento. Pero la gente que las leía se quedó con el nombre de Paracuellos y empezó a preguntarme por ‘esas historias de Paracuellos’. Y de esta manera, la serie se llamó ‘Paracuellos’. Así que el nombre no lo puse yo. Se llamó así a mi pesar. ‘Paracuellos’ era una atrocidad, me parecía el nombre menos comercial del mundo. Me equivoqué».

Una ruta difícil

La ruta de ‘Paracuellos’ no resultó fácil, su publicación se produjo en el Estado francés, en la revista ‘Fluide Glacial’. La acogida de aquellos «niños tristes» fue excelente y ello propició que, en el Estado español fueran muchas las editoriales que quisieron publicarla.

En su reflexión en torno a la relación que ha mantenido con ‘Paracuellos’ a lo largo de estos 45 años, Giménez explicó que «he dejado y retomado la serie muchas veces. En ocasiones con espacios de separación de más de 15 años entre una temporada y otra. Había tantos temas que quería dibujar, había tantas cosas de las que quería hablar, había tantas historias que quería contar y tantos asuntos de los que quería opinar. Pero siempre volvía a ‘Paracuellos’. Aquellos niños cabezones de ojos desproporcionados y grandísimas orejas, aquellos niños tristes y desnutridos con los que yo rememoraba y contaba mi infancia, volvían a ocupar mi atención».

Otro elemento destacado en la evolución de la saga es la propia evolución de su trazo porque «cuando quiero volver a dibujar a los viejos personajes ya no se hacerlos como los hice en su tiempo, ya no me salen».

Sobre lo que supone la novena y última entrega de ‘Paracuellos’, «he querido dibujar a los personajes, sobre todo a algunos de ellos, un poco mayores, solo un poco, sin modificar demasiado las caras para que no pierdan el parecido, pero que se note que ya han crecido y por lo tanto también madurado y pueden estar a la altura de lo que dicen y lo que piensan».

«Empecé por contar lo que yo más interés tenía en denunciar: el hambre, la sed, la religión fanática, el frío, los malos tratos, la disciplina falangista... pero luego, en la medida en que veía que los editores lo permitían y al público le interesaba, fui ampliando los temas: las familias, las relaciones con los adultos, las relaciones entre ellos. Y al final, ha resultado una especie de novela dibujada, quizá poco usual en su estructura, pero al fin y al cabo un relato con pies y cabeza, con principio y final», añadió.

Finalmente, resumió lo que conlleva decir adiós a ‘Paracuellos’ afirmando que «he ido cerrando algunas de las series que he dibujado a lo largo de mi ya dilatada carrera profesional. Quizá porque por mi edad me doy cuenta de que ya es hora de ir dejando cerradas algunas cosas. Lo que yo llamo dejar barrida la casa. Ahora le toca el turno a ‘Paracuellos’, nueve libros en los que he puesto muchos sentimientos personales y la serie que, sin duda, más satisfacciones me ha proporcionado. Y la despido con una cierta pena, como el que se despide de un compañero con el que ha vivido una buena parte de su vida y al que ya se había acostumbrado, al que conocía muy bien y del que le duele separarse».