EEUU vuelve a votar, más dividido que nunca
A EEUU le llega la hora de mirarse al espejo. A dos años de la victoria demócrata y la derrota inasumida de Trump, los republicanos esperan volver a ganar las elecciones de medio mandato. Biden se enfrenta a la posibilidad de tener al legislativo en su contra bloqueándole cada iniciativa.
Las elecciones de medio mandato suelen jugarle históricamente una mala pasada al inquilino de la Casa Blanca y su partido, en especial durante el primer mandato: no suele ser tanto por el entusiasmo que despierta la propuesta de la oposición, sino por el desencanto de parte de los que votaron al presidente dos años antes. Por ello, sabiendo que la participación suele bajar con respecto a las presidenciales, la apuesta de los partidos está en movilizar el voto. Y estos comicios resultan más cruciales que nunca.
Control parlamentario
El martes 8 de noviembre los estadounidenses renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes, donde la mayoría demócrata, de tan solo cinco diputados, parece destinada a ser derrotada. También se votará un tercio del Senado.
Y en esta Cámara ni tan siquiera hay mayoría demócrata per se: cada uno de los dos partidos tiene 50 senadores, y solo el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris ha logrado arrancar la mayoría a los demócratas en caso de empate…
Pero para ello, la disciplina tiene que ser total, cosa que no ha ocurrido en más de una ocasión, ya que el ala menos progresista de la bancada demócrata, con senadores como Kyrsten Sinema y, sobre todo, Joe Manchin, ha votado en contra de las propuestas del presidente Biden.
Y sin embargo, es en el Senado donde los demócratas mantienen la esperanza. De los 34 senadores que se eligen, no se esperan cambios en 25 estados o incluso más.
Todo se jugaría, por tanto, en los 6-8 estados que podrían pasar del rojo republicano al azul demócrata o viceversa: las encuestas muestran empates o muy ligeras ventajas en esa media docena de estados.
Así, los demócratas podrían perder Georgia o Nevada, mientras que Pensilvania, Carolina del Norte, Wisconsin o Indiana, con senadores republicanos actualmente, podrían elegir representante demócrata.
Cualquier cambio que rompa el actual 50-50 supondrá un importante terremoto en la política estadounidense.
El Partido Demócrata se aferra a la conmoción que provocó la decisión del Supremo de eliminar el derecho constitucional al aborto: un Congreso en manos de los demócratas es la única manera de asegurar que este derecho vuelva a la Constitución y se codifique en el ámbito legislativo, para impedir que la Corte Suprema pueda restringir este derecho u otros. Lo que ocurre es que, siendo cierta la preocupación ciudadana por el estado de la democracia, las encuestas señalan que la mayor inquietud de la población, como en cada cita electoral, está en la economía y la inflación.
País dividido
En las últimas elecciones de medio mandato, los demócratas consiguieron el control de la Cámara de Representantes, que habían perdido 2010, y Nancy Pelosi volvió a presidir la Cámara, tal y como lo hizo doce años antes. El Speaker o presidente de la Cámara de representantes es la tercera persona con más en la línea de sucesión presidencial, tras el presidente y la vicepresidenta.
El peligro que el rechazo republicano hacia Pelosi alimenta quedó en evidencia en el asalto del 6 de enero de 2021 al Congreso, donde las mofas, insultos y amenazas de los seguidores de Trump se volcaron en la figura de la presidenta.
La semana pasada, esas amenazas se volvieron reales en el ataque perpetrado por un ultraderechista en la casa de Nancy Pelosi, en el que su marido resultó herido de gravedad.
Las implicaciones de las elecciones podrían ser inmediatas en varios ámbitos. De hecho, el Comité de Investigación del asalto al Congreso por ejemplo, tiene claro que deben presentar el informe final para finales de año, antes de que se conformen las nuevas Cámaras en enero.
Está claro que un Congreso en manos republicanas y con el mayor número de representantes trumpistas que haya habido hasta ahora ordenará el cierre del Comité de inmediato.
La polarización del país es tal, que otras elecciones y consultas que se celebran el martes que viene, y que en general no despertarían un gran interés general en comparación con la votación del Congreso han logrado una inusitada atención mediática. Así, siete estados tienen referendos apuntalar el derecho al aborto en la Constitución estatal.
Otras elecciones a gobernadores y otros cargos menores también pueden resultar importantes, ahora que la interrupción del embarazo no es un derecho constitucional sino una práctica que cada estado puede regular. Asimismo, los representantes que se elijan en cada estado podrían cobrar una gran importancia en un futuro próximo para poder certificar los resultados electorales.
Entre las personas con posibilidades de resultar elegidos, no faltan candidatos de la línea más dura de Donald Trump que siguen rechazando reconocer la victoria de Joe Biden, e incluso apuestan por limitar el derecho a voto con medidas destinadas a hacer más difícil la participación de las comunidades más desfavorecidas del país.