Ciudadanos, la única formación autoproclamada netamente liberal del Estado español, está en eclosión interna. La mayor crisis desde el resultado paupérrimo en las generales de noviembre de 2019 (en la repetición electoral perdieron cerca del 80% de sus escaños y Albert Rivera debió renunciar). Ahora, la pugna es por el liderazgo pero, sobre todo, por la dirección que tomará el partido tras su pretendida «refundación».
Las encuestas solo le traen malos augurios a la fuerza naranja porque, de los diez escaños que hoy tienen, en unas generales nadie le augura más de dos o tres. De ser el segundo partido de las derechas (por más que les gusta referirse a sí mismos como de centro) ha pasado a estar al borde de la aniquilación.
Ante este contexto, la reforma interna, que llaman refundación, comenzó con debates internos y ganas de Arrimadas de que parezca un renacimiento. Hace alrededor de cinco semanas, la sucesora de Rivera propuso a las autoridades del partido que hubiera un modelo como el del Partido Nacionalista Vasco, es decir, una cabeza en la cima del organigrama partidario, y otra en la portavocía parlamentaria y en la candidatura a las generales.
Edmundo Bal es un virtual número dos del partido (portavoz del Comité Ejecutivo) y cuando se enteró de esta idea, la rechazó delante de todos y anunció a los referentes del partido que él se postulaba como candidato a ganar las primarias internas previstas para el mes de enero. Fuentes del entorno de Bal explican que él se ofreció como una solución y esperando que hubiera consenso para respaldarlo. Esto no ocurrió y solamente lo apoyan sus leales de siempre, pero finalmente él sostiene la candidatura porque tampoco nadie objetó, salvo la propia Arrimadas.
La diputada por Barcelona ha asegurado que intentará buscar una lista de unidad, ha pedido a Bal que desista de su candidatura y ha añadido si no lo hace ella va a presentarse. «Vienen hablando bastante pero no encuentran acuerdo, por tanto, lo que muchos apuestan ahora es a una tercera vía», señalan desde la formación naranja.
Arrimadas no da el brazo a torcer porque en su modelo «peneuvista» ella no quiere el trabajo de Ortuzar, sino el de Urkullu
Lo que los críticos de Arrimadas dicen (temiendo el batacazo en menos de un año) es que no puede haber una refundación con la misma líder encabezando la papeleta. Arrimadas no da el brazo a torcer porque, en su modelo «peneuvista», ella no quiere para sí misma el trabajo de Ortuzar, sino el de Urkullu.
Bal ha pedido públicamente a Arrimadas que dé un paso al lado e incluso la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, ha tenido que salir a aclarar que ella no piensa ni está en análisis que represente la tercera vía que evite el fratricidio interno. Esta semana el partido tuvo su cena de fin de año y la tensión era inocultable, con los tres mencionados antes encabezando el acto pero sin buenas relaciones entre sí.
La estrategia, también en juego
Muchos dirigentes naranjas desean que Ciudadanos no acabe como UPyD, es decir, extinguiéndose, y anhelan que se encuentre a una persona que ilusione y genere consenso. Por otro lado, esto no va solo de personas: está en juego la estrategia estatal del partido, que por más que tenga solo diez escaños, dado el mapa político en Las Cortes Generales, puede influir mucho en las mayorías legislativas (y de investidura).
De hecho, el portavoz del partido en el Parlamento Europeo, Adrián Vázquez, dijo públicamente que C’s tiene que abrirse a pactar cosas con la izquierda. «Queremos mirar a los dos lados», afirmó, aunque dijo que las líneas rojas deberían seguir siendo EH Bildu y los nacionalismos «excluyentes».
Arrimadas no ha criticado a Bal y lo ha llamado «amigo y mano derecha» pero su situación sería insostenible. Su liderazgo duraría así menos de tres años, ya que fue electa al renunciar Rivera, aunque no cambió prácticamente nada, escorándose a la derecha y acercándose al PP y Vox en muchas posiciones. Su momento de desmarque fue durante lo peor de la pandemia y los estados de alarma, cuando prestó sus votos para aprobarlos en el momento en que Esquerra Republicana estaba más distanciada de Moncloa. Por ahora, el único peso pesado del partido que ha expresado públicamente su apoyo a Arrimadas ha sido Carlos Carrizosa, coordinador autonómico de C’s Catalunya.
Si C’s mejora, no sería una buena noticia para Núñez Feijóo. Solo si pudiera tener un rol como el de Unidas Podemos, como aliado minoritario
Por ahora las espadas siguen en alto y se estima que las negociaciones por una tercera vía (disfrazada de lista de unidad) se prolongarán hasta último momento. Si bien en algunos puntos del Estado C’s es prácticamente inexistente, como en la CAV o Galicia, el partido tiene una estructura considerable en regiones como Andalucía, Catalunya y Madrid. La estrategia que adopten, en caso de funcionar y hacer que mejoren en las encuestas, podría perjudicar a las derechas, especialmente al Partido Popular, ya que en la mitad de las circunscripciones en que se eligen diputados la división de las derechas e izquierdas se hace notar por la poca cantidad de legisladores.
Si C’s mejora, no sería del todo seguro una buena noticia para Núñez Feijóo. Solamente lo sería si pudiera tener un rol como el de Unidas Podemos, un peso importante que lo convierta en aliado minoritario. Mientras que Vox siga fuerte, será la sombra del líder del PP a la hora de pensar una posible mayoría de investidura.